Resumen
Capítulo 59: Lo que sucedió en Portsmouth el 23 de agosto de 1628
Felton llega al castillo del duque de Buckingham y se presenta en nombre de lord Winter. Patrick, el ayuda de cámara del duque, también confía en la palabra de Felton y lo deja solo con su señor. En ese momento, Felton le hace una serie de preguntas al duque y luego le exige que firme un perdón para Milady.
El duque toma su espada, pero es tarde porque Felton lo hiere con el mismo cuchillo con el que Milady se lastimó a sí misma. En ese mismo instante, entran a la habitación Patrick y La Porte, el valet de la reina que trae un mensaje para el duque. Seguidamente, llega lord Winter. Los guardias toman preso a Felton quien sigue convencido de las palabras de Milady. Luego, se da cuenta que el barco con Milady ya zarpó y que ella no solo no va a morir con él, sino que no lo esperó hasta la hora acordada.
El duque, herido, le pide a La Porte que lea la carta de la reina. Ana le pide al duque que no participe más en la guerra contra Francia, no solo para evitar más daño para ambos reinos, sino porque pone al duque en peligro. Buckingham muere con la satisfacción de no serle indiferente a la reina.
Capítulo 60: En Francia
El rey Carlos I de Inglaterra cierra todos los puertos para atrasar la noticia sobre la muerte de Buckingham. El cierre llega tarde para evitar que el barco de Milady y otro misterioso barco crucen el canal.
Mientras tanto, en La Rochelle, el rey está aburrido y quiere volver a París. Veinte mosqueteros entre los que se encuentran Athos, Porthos, Aramís y d’Artagnan escoltan al rey. D’Artagnan está feliz con la noticia porque, ni bien llegue a París, planea pedir permiso para ir a rescatar a madame Bonacieux del convento.
Los cuatro amigos reciben permisos de parte de Tréville para viajar. En el camino, d’Artagnan ve al hombre de Meung (conde de Rochefort) y quiere seguirlo. Los amigos le convencen de no perder de vista el rescate de madame Bonacieux. Para su suerte, un criado encuentra un papel que el hombre de Meung dejó caer que dice “Armentiéres”.
Capítulo 61: El convento de las Carmelitas de Béthune
Milady le envía una carta al cardenal confirmando el éxito de la misión contra Buckingham y le informa que va a estar esperando indicaciones en el convento de Béthune, donde habían quedado en reunirse.
En el convento, Milady se comporta de manera encantadora con la abadesa. La mujer deja entrever que es más leal al rey que al cardenal e incluso le hace una confidencia: una de sus pensionistas está allí para evitar más persecución por parte del cardenal. Milady pregunta por la muchacha y la abadesa le dice que su nombre es Ketty.
Cuando se conocen personalmente, Milady se da cuenta que no es su criada Ketty quien se hospeda en el convento, sino la amante de d’Artagnan: madame Bonacieux. Las dos tienen una conversación en la que descubren que conocen a las mismas personas. Cuando hablan de d’Artagnan, Constance Bonacieux siente celos porque asume que Milady es otra de sus amantes. Milady pretende que eso no es así y trata de entablar una amistad con la amante de su enemigo. Se entera por Constance de que d’Artagnan se dirige allí para reunirse con ella.
Su conversación se ve interrumpida por la llegada de un hombre que pide verse con Milady; se trata del conde de Rochefort.
Capítulo 62: Dos variedades de demonios
Rochefort y Milady se ponen al día sobre los últimos sucesos. Milady le pide al conde que la mande a buscar en un carro con un criado al día siguiente. Luego, el carro la conducirá a Armentiéres donde Rochefort debe aguardar. Milady le pide dinero a Rochefort. Los dos esbirros ya tienen preparada la siguiente intriga.
Capítulo 63: Una gota de agua
Constance vuelve a la habitación en la que Milady se había reunido con Rochefort. Milady le dice a su nueva amiga que el hombre que acaba de irse es su hermano. En el camino se enfrentó a un emisario del cardenal que llevaba una nota con una orden para secuestrar a Constance. Además, le dice que la carta que recibió con la noticia de que d’Artagnan está en camino es falsa.
De pronto, escuchan la llegada de un coche. Milady le dice que ese es coche que ha enviado su hermano para rescatarla e intenta convencer a Constance de que huya con ella. A lo lejos se escucha como se aproximan varios jinetes. Milady alcanza a ver que uno de ellos es d’Artagnan e intenta convencer a Constance que son los esbirros del cardenal. Como Constance está tan asustada que no puede ni moverse, Milady cambia de planes y pone veneno en un vaso de vino que le da para beber. Enseguida, ella se escapa por la puerta trasera del convento.
D’Artagnan entra en el convento y abraza a Constance, que apenas puede hablar. En el convento irrumpe también lord Winter y le explica que no hay nada que hacer por Constance. Winter les cuenta a los mosqueteros que salió en un barco desde Inglaterra minutos después de Milady.
D’Artagnan quiere salir de inmediato en busca de Milady, pero Athos recomienda prudencia. Lord Winter les ofrece su ayuda porque quiere vengarse de Milady.
Capítulo 64: El hombre de la capa roja
Athos toma liderazgo en esta última misión. Llama a los cuatro criados y los envía a Armentieres por distintos caminos. Planchet, el más inteligente, debe seguir el camino que tomó Milady.
Ese día es el entierro de Constance, pero Athos se mantiene ocupado todo el tiempo.
Athos sale del convento en busca de una casa que todos temen. Allí le pide algo que los lectores desconocen a un hombre que al principio se rehúsa. Athos le muestra una carta con un sello, el hombre reconoce ese sello y acepta cumplir con el misterioso pedido.
Planchet vuelve al convento con la noticia de que Milady está hospedada en una posada cerca de allí. Los mosqueteros y Lord Winter se disponen a salir hacia Armentieres. Athos les informa que un hombre se va a unir a su misión. Se trata del hombre de la capa roja.
Capítulo 65: El juicio
Los mosqueteros se dirigen al lugar en el que se encuentra Milady. D’Artagnan constantemente se adelanta, y Athos le tiene que pedir que no se apure. Los hombres intentan interactuar con el misterioso hombre de la capa roja, pero este no es demasiado amigable. El clima acompaña el humor de los hombres porque cae una tormenta que empeora con el pasar de las horas.
Bazin y Grimaud conducen a los hombres a la casa en la que se encuentra Milady. Por la ventana ella alcanza a ver a Athos y empalidece. D’Artagnan saca su pistola y se dispone a matar a Milady, pero Athos interviene diciendo que corresponde que se haga un juicio. D’Artagnan, lord Winter y Athos presentan sus acusaciones contra Milady. Al final, Milady es acusada de haber conspirado para matar a cinco personas: Buckingham, Felton, Constance, d’Artagnan, Brisemont y el conde de Wardes.
Ante la acusación de Athos, Milady lo desafía a encontrar al hombre que la juzgó y la marcó con la flor de lis. En ese momento, el hombre de la capa roja revela su identidad: él es el verdugo de Lille.
El verdugo cuenta su historia: su hermano era el cura del pueblo, Milady era una novicia en un convento. Ella sedujo al hermano del verdugo y lo incitó a robar los cálices sagrados. Ambos fueron juzgados por su crimen. Milady logró escapar, pero el verdugo fue a buscarla. Cuando regresó a Lille, vio que su hermano había escapado de la cárcel. Todos asumieron que el verdugo ayudó a su hermano a escapar y lo metieron preso. Mientras, la pareja se instaló en las tierra de La Fere (tierras de la familia de Athos) y pretendieron ser hermanos. Athos se enamoró de la mujer y se casó. Luego, descubrió la marca de la flor de lis en su hombro.
Todos los hombres piden que la condenen a muerte.
Capítulo 66: La ejecución
El narrador describe el lugar donde se dará la ejecución. El ambiente es siniestro. Hay un río, un molino abandonado y un bosque con árboles deformados. Mosquetón y Grimaud arrastran a Milady fuera de la casa. Ella no se resigna y les ofrece dinero para que la dejen ir.
El verdugo ata las manos y los pies de Milady, pero ella pelea con tanta fuerza que otros tienen que intervenir para ayudar. Milady declara que lo que están haciendo no es justicia, sino un simple asesinato. La arrastran hasta una barca. Milady intenta apelar a la sensibilidad de d’Artagnan declarándole su amor. D’Artagnan no soporta la situación, pero Athos interviene para hacerle entrar en razón.
El verdugo y Milady cruzan de orilla. Athos le entrega el dinero por la ejecución al hombre de la capa roja, pero este rechaza el pago y tira la bolsa al agua. Milady intenta escapar y logra liberar sus pies de las ataduras, pero el verdugo completa su tarea decapitando a Milady. Pone el cuerpo en su capa y lo arroja al agua.
Los hombres vuelven a París.
Capítulo 67: Un mensajero del cardenal
Las vacaciones del rey en París llegan a su fin ya que debe regresar a La Rochelle. Los mosqueteros lo escoltan, pero están apesadumbrados.
Un día, los cuatro mosqueteros se encuentran con el hombre de Meung en una posada. El hombre se presenta como el “caballero de Rochefort” y anuncia que tiene órdenes del cardenal para apresar a d’Artagnan.
Athos trata de argüir que no tiene ningún sentido detener a d’Artagnan ahora si, al fin y al cabo, están yendo precisamente a La Rochelle y allí podrán presentarse ante el cardenal. Rochefort acepta que Athos, Porthos y Aramís escolten a d’Artagnan hasta La Rochelle, pero exige que d’Artagnan deje su espada.
El cardenal recibe a d’Artagnan acompañado de guardias. D’Artagnan está seguro de que el cardenal lo va a condenar. De todas maneras, se defiende diciendo que no es culpable de ningún crimen del que esté enterado el cardenal. Para hacer frente a ese argumento, el cardenal menciona todos los crímenes de los que se lo acusa a d’Artagnan, quien, a su vez, hace una lista de todos los crímenes de los que es culpable Milady. Además, le informa al cardenal que Milady está muerta.
D’Artagnan demuestra su altivez al mostrarse dispuesto a aceptar cualquier condena que el cardenal elija. Aparte, menciona la carta blanca, firmada por el cardenal, que tiene en su bolsillo.
El cardenal en el fondo admira la valentía del mosquetero y, en lugar de castigarlo, le entrega un nombramiento para ser teniente de los mosqueteros. D’Artagnan no quiere aceptar ese cargo porque siente que sus amigos son más merecedores. El cardenal le hace caer en cuenta de que el nombramiento no tiene su nombre y que él puede otorgárselo a uno de sus amigos, si así lo desea.
El cardenal también les pide a Rochefort y a d’Artagnan que dejen de lado sus diferencias. No obstante, los dos hombres deciden dejar el duelo para más adelante, en lugar de cancelarlo del todo.
D’Artagnan ofrece el tenientazgo a cada uno de sus amigos. Porthos no lo quiere porque se va a casar con la procuradora que ha enviudado recientemente. Aramís sigue deseando ordenarse sacerdote. Athos elige poner el nombre de d’Artagnan en el nombramiento.
Epílogo
Después de un año del asedio, La Rochelle se rinde. D’Artagnan es teniente, y Athos sigue sirviendo como mosquetero. Porthos se casa con madame Coquenard y Aramís se retira a un convento. Rochefort y d’Artagnan se enfrentan tres veces y, en cada una, gana d’Artagnan. Al final, terminan siendo amigos.
Análisis
La novela de Dumas no mantiene un mismo tono a lo largo de toda la obra. Al principio, la trama es entretenida, ligera y enérgica. Para este punto, el tono se torna más oscuro y siniestro. El personaje de Milady es quien mejor contribuye a este cambio. Sus acciones son cada vez más reprochables y perversas. La degradación moral de ese personaje que de por sí es vil culmina con el asesinato de madame Bonacieux. Hasta ahora, Milady conspira, miente y mata para obtener algún provecho o como servicio al cardenal. En este momento de la novela, el asesinato de Constance resulta impactante porque solo tiene como trasfondo la maldad pura.
Asimismo, la ejecución de Milady, a pesar de que los mosqueteros intentan revestir el momento de legalidad, es cuestionable y sumamente cruel. La escena es la que mejor refleja el periodo literario en el que escribe Dumas: el romanticismo. La ambientación del juicio y la ejecución utiliza un recurso típicamente romántico que crear una imagen de la naturaleza que acompaña el estado emocional o psicológico de la escena. La noche de la ejecución de Milady hay una tormenta. El paisaje parece desolado con un molino abandonado y el río rodeado de árboles “que parecían enanos deformes acuclillados para acechar a los hombres en esa hora siniestra” (p.640). La luna aparece “ensangrentada por los últimos vestigios de la tormenta” (p.640) y la silueta de las construcciones en el pueblo incluyen “el esqueleto de su alto campanario” (p.640). El escenario en el que se va a ejecutar a Milady anticipa el horror de la escena con palabras como: “acechar”, “ensangrentada” y “esqueleto”.
La muerte de Buckingham también resulta particularmente cruel ya que no coincide con la nobleza que ha demostrado el personaje. En lugar de morir en el campo de batalla o en un duelo, el duque muere como consecuencia de la debilidad emocional y psicológica de un fanático. Acá su fin también es romántico dado que, en su agonía, lo único que le interesa al duque es el mensaje de su amante y el narrador nos dice que “quiso sonreír por última vez” (p.587).
El camino de aprendizaje del protagonista también le quita ligereza a la novela. Para d’Artagnan madurar implica reconocer que el período de “uno para todos y todos para uno” no fue más que una etapa en su vida. Ahora que de algún modo ha superado a sus maestros al convertirse en teniente de mosqueteros, su camino es más solitario.
El cardenal se ha ido corriendo del lugar de antagonista para convertirse hacia el final prácticamente en un aliado. El hombre de Meung, a fuerza de cansancio, también pasó a ser un amigo. En definitiva, Milady es la única verdadera antagonista precisamente porque en ella no hay ni una traza de nobleza, patriotismo o solidaridad.