Resumen
Apartado 31
El fugitivo desconfía del discurso de Morel, acerca de que él y sus compañeros sean “apariencias”. Teme que todo sea un plan de la policía para atraparlo.
Cuenta que se durmió y soñó con Faustine. Se despedían, ella se iba en el barco. Después volvían a estar solos, despidiéndose con amor. Dice que se despertó llorando, temiendo que mientras dormía Faustine se hubiese ido. Cuando se levantó y el barco se había ido, quiso matarse, pero luego vio a Dora y Stoever en la colina.
Piensa que podría ser cierto lo que dijo Morel. Siente repudio por esa gente y su “incansable actividad repetida” (p. 113). Reflexiona: es terrible estar en una isla habitada por fantasmas artificiales, pero peor aún es estar enamorado de una de esas imágenes. Incluso peor que estar enamorado de un fantasma.
Apartado 32
El narrador inserta en el relato las páginas “que Morel no leyó” (p. 113). En ellas, Morel explica las características por las que eligió esa isla: por las mareas, que aseguran fuerza motriz; por los arrecifes, que funcionan de muralla contra invasores; por la luminosidad, claridad que optimiza la captura de imágenes. Una vez descubiertas sus virtudes, dice haber gastado su fortuna en comprar la isla, construir el museo, la iglesia, la pileta. La palabra “museo”, dice, quedó de cuando trabajaba en su invento y aún no sabía su alcance; en ese entonces planeaba erigir grandes álbumes o museos de esas imágenes.
Morel anuncia en sus papeles que la isla será un paraíso privado. Tomó precauciones para su defensa. Allí estarían eternamente él y sus amigos, aunque partan al día siguiente, repitiendo consecutivamente lo vivido la semana anterior. Las imágenes mantendrían la conciencia tenida en el momento de ser grabados, así como también esos recuerdos y ese futuro.
Apartado 33
El narrador dice estar impaciente por las imágenes. Le tienta la idea de destruir los aparatos que las proyectan, pero se contiene. Dice estar ocupado en sobrevivir al hambre y al agua. Apunta que busca el modo de instalar una cama en otro lado, porque en los bajos los árboles están podridos y cuando hay grandes mareas o inundaciones no puede dormir.
Apartado 34
El fugitivo sigue leyendo los papeles de Morel. Estudia el método de clasificación ideado por él. El fugitivo opina que es confuso distinguir por el tipo de ausencias (espaciales o temporales) los modos convenientes para superarlas. Propone, en cambio, distinguir entre “medios de alcance” (radiotelefonía, televisión, teléfono) y “medios de alcance y retención” (cinematógrafo, fotografía, fonógrafo).
Piensa en dónde estarán la imagen, el contacto, la voz de los que ya no viven. Le ilusiona la idea de inventar un sistema para recomponer las presencias de los muertos. “La inmortalidad podrá germinar en todas las almas, en las descompuestas y en las actuales” (p.118), dice, y agrega que la conservación de las almas “en funcionamiento” estará asegurada cuando los hombres entiendan que para defender la tierra deben practicar el malthusianismo.
Considera lamentable que Morel haya escondido semejante invento. Aunque quizás Morel sea famoso y él no lo sabe. Se imagina a sí mismo comunicando el invento, y obteniendo quizás, como premio, el indulto. Le parece extraño que no se hablara del invento cuando él salió de Caracas.
Apartado 35
Ya no le preocupan las imágenes ni le producen repulsión. Vive cómodo en el museo. Confiesa que el roce con las imágenes le produce un ligero malestar, pero que ya se le pasará.
“Estoy acostumbrándome a ver a Faustine, sin emoción, como a un simple objeto” (119), confiesa. La sigue, por curiosidad, durante días. Tiene pocas dificultades, a pesar de que abrir las puertas es imposible (ahora sabe que, si estaban cerradas cuando se grabó la escena, también lo están cuando se proyecta).
Dice que Faustine cierra la puerta cuando entra a su cuarto. El fugitivo apunta que, cuando entran Dora y Alec, no le es posible entrar sin tocarla. Cuenta que la primera semana esperó en el pasillo durante la noche. La semana siguiente, durante la misma escena, quiso ver desde afuera, pero se lastimó caminando por la cornisa y las cortinas le impidieron ver.
Dice que la próxima vez vencerá el temor y entrará junto a Faustine, Dora y Alec.
Las otras noches, dice, las pasa al lado de la cama de Faustine y la mira dormir.
Apartado 36
El fugitivo dice que es imposible, para él, descubrir algo mirando las máquinas. Advierte que sería "pérfido" suponer, si un día faltaran las máquinas, que él las ha destruido. Dice que su propósito es salvarlas con este informe que escribe, frente a las amenazas del mar y el crecimiento de la población. Añade, con dolor, que su ignorancia científica también constituye una amenaza para la supervivencia de las máquinas.
Habla de los peligros que acechan a la isla. Las mareas le hacen temer un naufragio total. Oyó en Rabaul que las islas Ellice son inestables, pero no está seguro de estar en ese archipiélago.
Afirma: “asombra que el invento haya engañado al inventor” (p.121). Él mismo creyó que las imágenes vivían, pero que Morel también lo creyera es extraño, ya que él vio todo el desarrollo. En la equivocación de Morel ve el “triunfo de mi viejo axioma. No debe intentarse retener vivo todo el cuerpo” (p. 122). Conviene inventar otro aparato, asegura, para averiguar si las imágenes sienten y piensan. Aún así, razona, las imágenes no estarían vivas.
Imagina cómo los hombres armarán, en el futuro, sus paraísos íntimos. Y cómo muchos paraísos íntimos, si las imágenes se tomaron en distintos momentos pero en un mismo lugar, convivirán, ignorándose entre sí. Pero, advierte, serían paraísos vulnerables porque las imágenes no podrán ver a los hombres y los hombres un día necesitarán la tierra y las destruirán.
Apartado 37
Se pregunta por la relación entre Morel y Faustine. No hay motivos claros para sospechar que ella esté enamorada de él, dice. Ella fue la única que no se rió en la conferencia. Durante diecisiete días, dice, los vigiló de cerca, sin disimulo.
Apartado 38
Dice que Morel se enojaría si él hiciera público el invento. Los amigos también, pero quizás lograría que Faustine se aliara con él. Piensa en la posibilidad de que Morel haya muerto, o que todos hayan muerto en una peste o naufragio. Sería increíble, piensa, pero eso explicaría que él no se haya enterado del invento antes de salir de Caracas. Otra explicación podría ser que no le hayan creído a Morel, que éste estuviera loco, y que la isla fuera un sanatorio de locos.
Se imagina a sí mismo llegando a otro continente, contando el invento, haciéndose famoso, y recibiendo luego una denuncia de Morel y una orden de arresto de Caracas. Se convence de que no debe huir: vivir con las imágenes es una dicha. Piensa que, si encontrara a la real Faustine, la haría reír contándole todas las veces que habló y lloró ante su imagen. Luego dice que ese pensamiento es un vicio y debe dejarlo.
Apartado 39
Habla de la “eternidad rotativa” que puede resultar atroz al espectador, pero es satisfactoria para sus individuos, que viven siempre como si fuera la primera vez, libres de malas noticias. Reflexiona sobre su propia vida, que en contraste le resulta “irreparablemente casual” (p.127).
Apartado 40
Reflexiona sobre la posibilidad de ver a Faustine. Se imagina ese encuentro. Se pregunta, luego, dónde vivirá ella. Quizás en Canadá. También se pregunta si Faustine estará viva.
Afirma: Faustine le importa más que la vida. Indaga en las posibilidades de viajar en su búsqueda. El bote se ha podrido y no puede fabricar otro. Esperará que pase un barco, aunque nunca vio a ninguno, salvo el de Morel, pero eso era un simulacro de barco. Piensa en el encuentro con Faustine. Ella sospecharía de él, aún más cuando se enterara de que fue testigo de su vida y de que es un condenado a perpetua.
Análisis
Las reflexiones del narrador acerca de las máquinas, los modos de clasificación propuestos por Morel y la posibilidad de presentar el invento de Morel como si fuera suyo hacen resonar el tema del doble en la identificación entre el fugitivo y Morel. El narrador dice que cree necesario inventar una nueva máquina que permita averiguar si las imágenes sienten o piensan. Dice: “El aparato, muy parecido al actual, estará dirigido a los pensamientos y sensaciones del emisor; a cualquier distancia de Faustine, podremos tener sus pensamientos y sensaciones, visuales, auditivas, táctiles, olfativas, gustativas” (p.123). El hecho de que rápidamente “Faustine” sea el ejemplo para explicar el invento, deja suponer que el proyecto del narrador sobre este nuevo aparato responde más a razones amorosas que a científicas.
Este rasgo del personaje del fugitivo colabora con el paralelismo que la novela construye entre el narrador y Morel, quien se lanzó a diseñar y concretar su proyecto de inmortalización de imágenes a causa de un desesperado amor. Del mismo modo, la voluntad del narrador de construir una nueva máquina que detecte los pensamientos y sensaciones podría estar respondiendo a su anhelo de conocer la interioridad de Faustine y saber si su amor es correspondido. Además, contribuye a este paralelismo el hecho de que el fugitivo se dedique a estudiar las hojas de Morel e intente corregir o mejorar conceptos, que reproduce a la vez la actitud que Morel tuvo respecto de inventores anteriores a él. En el mismo sentido, es importante mencionar que en varias ocasiones, en estos apartados, el narrador se pregunta qué pasaría si él muestra al mundo el invento como si fuera suyo, es decir, si él, de algún modo, intercambiara su propia identidad por la de Morel.
Por otra parte, el tema del doble también resuena en la explicación de Morel acerca de las consecuencias de su invento. Él les dice a sus amigos:
Aquí estaremos eternamente -aunque mañana nos vayamos- repitiendo consecutivamente los momentos de la semana y sin poder salir nunca de la conciencia que tuvimos en cada uno de ellos, porque así nos tomaron los aparatos; esto nos permitirá sentirnos en una vida siempre nueva, porque no habrá otros recuerdos en cada momento de la proyección que los hábitos en el correspondiente de la grabación, y porque el futuro, muchas veces dejado atrás, mantendrá siempre sus atributos. (p.115).
La primera línea podría, a simple vista, resultar paradójica: dice que, aunque se vayan, seguirán allí para siempre. Sin embargo, lo que está presentando son los dos porvenires que existen desde el momento en que han sido duplicados por las máquinas. Por un lado, estarán los originales y, por el otro, las imágenes de ellos. Estas últimas se regirán en torno al tema de la repetición: "vivirán" en las acciones y la conciencia que hayan tenido al momento de ser captados por los receptores.
En estos apartados, además, se exhiben algunos razonamientos del narrador que funcionan como presagios de su decisión final. Por un lado, se convence de que vivir con las imágenes es una dicha, y que no debe huir. También dice que Faustine le importa más que la vida (luego, de alguna manera, morirá para que su imagen exista junto a la de ella eternamente). En la misma línea, apenas se entera del invento de Morel siente repulsión por la condenada repetición en la que existen las imágenes, pero luego no solo se acostumbra a ellas, sino que ve de un modo positivo su “eternidad rotativa” y considera incluso su propia cotidianidad como “irreparablemente casual”. En estas reflexiones se basará la decisión final del fugitivo.
En cuanto a Faustine, el narrador reflexiona sobre la idea del fantasma: "Estar en una isla habitada por fantasmas artificiales era la más insoportable de las pesadillas; estar enamorado de una de esas imágenes era peor que estar enamorado de un fantasma (tal vez siempre hemos querido que la persona amada tenga una existencia de fantasma)” (p.113). Desde el punto de vista psicoanalítico, el fantasma es, a grandes rasgos, el modo en que "el Otro" se mantiene presente en la psiquis. Quizás este concepto explique la frase del narrador. Por un lado, la aclaración entre paréntesis puede responder a la idea de que el deseo, cuando se ama a un otro, es que ese otro se mantenga tal y como existe en nuestra mente. Luego, la comparación puede tener que ver con el hecho de que el fantasma de la mujer amada pertenece a la propia imaginación, a la propia psiquis del fugitivo, mientras que esta imagen de Faustine ha sido creada por la máquina de Morel. De algún modo, lo que perturba en esta instancia al narrador es el hecho de haberse enamorado de un "fantasma artificial" creado por su entonces enemigo o competidor. Esta perturbación bien puede pensarse desde la temática del doble: en esta instancia, el fugitivo reconoce un desdoblamiento de la identidad de su amada, puesto que ahora sabe que la mujer de la que se enamoró es en verdad una imagen proyectada, una copia de la original.
Por otro lado, el tema del malthussianismo reaparece en las reflexiones del narrador en la medida en que fantasea acerca del futuro del "paraíso" ideado por Morel. Una de las críticas que el fugitivo sostiene en relación al invento de Morel tiene que ver con la materialidad: "no debe intentarse retener vivo todo el cuerpo” (p. 122), afirma el narrador, recuperando sus ideas esbozadas en los primeros apartados. En este sentido, vuelve a apoyarse en la teoría malthussiana, que anticipaba el desastre inminente que habría de traer la explosión demográfica y el mal manejo de los espacios habitables. Una de las consecuencias que preve el fugitivo cuando imagina el uso que los hombres harían de las máquinas de Morel tiene que ver con la superpoblación. Él imagina que lo hombres armarán sus paraísos íntimos, y atiende al hecho de que las imágenes representadas, por tener cuerpo, ocupan lugar en el espacio. Por eso, en un momento, los hombres encontrarán muchos paraísos superpuestos en una tierra que necesitan, y entonces destruirán las imágenes. En este sentido, la materialidad de las imágenes, el "retener vivo todo el cuerpo", es lo que volverá vulnerable la representación y atentará contra la inmortalidad de esos seres. De esta manera se instala la problemática de la representación en tanto el espacio que ocupa en la realidad. Esto estaba ya presente en la novela en torno a la coexistencia de dos planos, donde el representado se superponía con el real. En estos apartados, el narrador lleva a un extremo la idea de superposición de planos, imaginando un futuro donde la coexistencia sea problemática y un plano deba arrasar con el otro, en una lucha por el espacio. Es importante señalar que en este punto se basan ciertas lecturas críticas de la novela: proponen que Bioy Casares, en este relato, predice la problemática de la realidad virtual, fenómeno que reviste, en la actualidad, el extremo de la representación en las redes sociales, que supone una línea cada vez más delgada entre la virtualidad y la realidad fuera de ella.