Resumen
Guiado por los criados, el protagonista ingresa al estudio de su viejo amigo, una habitación oscura y cavernosa que lo inquieta. Usher se levanta de un sofá en el que ha estado acostado y recibe al narrador con cordialidad excesiva. En ese primer encuentro, el narrador observa que todos los rasgos faciales habituales de Usher se han vuelto exagerados: su piel ahora tiene un tono cadavérico y el fino cabello flota salvajemente sobre su frente. Además, Usher habla incoherencias y parece excesivamente nervioso, oscilando entre la vivacidad y la depresión.
Roderick le cuenta al narrador sobre su enfermedad, una afección nerviosa que le produce algunos síntomas extraños: sus sentidos ahora parecen increíblemente agudos, por lo que no puede soportar la mayoría de los alimentos. Además, solo puede usar ciertos tipos de tela, el olor de las flores lo enferma, sus ojos no pueden soportar la luz y casi todos los sonidos, excepto los de ciertos instrumentos de cuerda, como la guitarra que toca a veces, le inspiran horror. Debido a ello, el hombre parece abrumado por su enfermedad y horrorizado por la mera idea de sentir miedo. Las causas de esta aflicción son misteriosas, pero un posible factor es el deterioro de la salud de su hermana, Lady Madeline, quien ahora se encuentra agonizante, teoriza Usher. Tras esta mención, lady Madeline cruza fugazmente la sala y el narrador apenas llega a verla.
A pesar de todo esto, los dos amigos intentan amenizar el paso de los días. El narrador observa a Roderick mientras pinta. Uno de sus cuadros representa el interior de una bóveda o túnel largo, claramente muy por debajo de la tierra, sin fuente de luz artificial, pero bañado por un haz de rayos intensos. Otro pasatiempo de Usher es tocar la guitarra. Debido a su estado exaltado, logra crear excelsas obras de arte, entre las que el narrador destaca particularmente sus composiciones poéticas. Una de ellas, llamada "El palacio embrujado", habla de un hermoso castillo en el que parece vivir una corte espectral de una familia en decadencia.
Una noche, Lady Madeline muere. Usher decide conservar su cadáver durante quince días en una de las bóvedas del edificio y convence al narrador para que lo ayude. Esta parece una precaución razonable, considerando los extraños padecimientos de su hermana, diagnosticados como catalepsia, y previendo la fatalidad de un entierro prematuro. En el proceso de este entierro temporal, dentro de la mazmorra, el narrador ve por primera vez con claridad el rostro de la difunta; ante la sorpresa por el parecido que conserva con Roderick, este aclara que ambos son gemelos.
Análisis
De la influencia de la casa familiar sobre sus habitantes se desprende también -además de la noción de lo siniestro- uno de los temas principales del gótico: el declive o la decadencia de la aristocracia. Roderick Usher y su hermana, Madeline, pertenecen a una familia aristocrática que históricamente ha sido poderosa y privilegiada. Sin embargo, desde el inicio del cuento el lector sabe que esta familia se encuentra en decadencia: Usher siente que la muerte se cierne sobre él y sobre su hermana, y sabe que cuando esto suceda todo el linaje de los Usher se extinguirá. Cuando el narrador llega a la mansión, la descripción de esta decadencia se vuelca sobre el paisaje. Una vez más, las características de los personajes se vuelcan sobre el espacio circundante y viceversa; el entorno influye en los personajes. Un ejemplo de dicho paralelismo entre la decadencia de los Usher y el paisaje de la mansión se encuentra en el primer párrafo del cuento, cuando el narrador describe el ambiente de la siguiente forma: “Miré el escenario que tenía delante -la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados” (p. 317). Al igual que los árboles, el linaje de los Usher se está agostando, y a esto también hace referencia el doble sentido del título: “La caída de la casa Usher” no alude tan solo a la destrucción física de la mansión que sucede al final del relato, sino a la desaparición del linaje familiar.
Cabe destacar que “La caída de la casa Usher” fue publicada en 1839, pocos años después del periodo conocido como la “democracia jacksoniana”, durante el cual el presidente estadounidense Andrew Jackson promovió la defensa del “hombre común” mediante una serie de políticas para terminar con los privilegios de la antigua aristocracia del país. Este proceso aceleró la decadencia de toda una clase social privilegiada, y muchos estudiosos de la obra de Poe encuentran en “La caída de la casa Usher” una similitud entre su familia protagonista y la situación de las familias de la élite estadounidense de la época.
Con este trasfondo, Roderick y Madeline aparecen como personajes aislados, recluidos durante años en su mansión y perseguidos por la presencia esquiva de su linaje. Ambos parecen obsoletos, de otra época, últimos exponentes de una clase social que está por extinguirse.
Más allá de la lectura que puede hacerse en relación a la historia estadounidense, la decadencia de la aristocracia es un tema propio de la literatura gótica, y está muy presente en los orígenes del gótico europeo. A raíz de la revolución francesa, el surgimiento del romanticismo como fenómeno estético y la creciente industrialización y mercantilización de la sociedad occidental, muchos artistas comenzaron a expresar en sus obras una nostalgia por un pasado perdido y una sociedad que se consideraba más simple y placentera. Al mismo tiempo, y como contrapartida, la rápida expansión de la clase media y la acumulación de la riqueza en mano de los mercaderes impulsó la efectiva decadencia de una aristocracia privilegiada y dirigente, que en las ficciones góticas se representa en el lugar del villano: en los relatos góticos, entonces, los aristócratas a menudo se representan como seres viles y corruptos que viven a costa de la explotación del campesinado. El ejemplo más famoso de ello es, sin lugar a dudas, el Conde Drácula, un noble en decadencia que se alimenta de la sangre los ciudadanos que viven a la sombra de su castillo.
Si bien la ficción de Poe está lejos de representar a la aristocracia de esta manera, se hace evidente en “La caída de la casa Usher” que los viejos valores y privilegios de dicha clase social ya no son aceptados como válidos por la sociedad estadounidense y se encuentran en franca desaparición.
En las charlas que el narrador sostiene con el protagonista del relato se manifiesta una particular y extraña creencia que sostiene Roderick: está convencido de que el universo inanimado está lleno de "sensibilidad", que los objetos o la materia aparentemente muertos, como todo el ambiente que rodea su hogar, están dotados de sentidos y tal vez incluso de vida propia. En el siguiente fragmento, Roderick explica esta creencia al narrador: “En líneas generales afirmaba la sensibilidad de todos los seres vegetales. Pero en su desordenada fantasía la idea había asumido un carácter más audaz e invadía, bajo ciertas condiciones, el reino de lo inorgánico. Me faltan palabras para expresar todo el alcance, o el vehemente abandono de su persuasión. La creencia, sin embargo, se vinculaba (como ya lo he insinuado) con las piedras grises de la casa de sus antepasados” (p. 328). El alcance de esta teoría de Roderick no se limita, sin embargo, a las piedras de la mansión, sino que se extiende a todo el lugar y es la que causa, cree el protagonista, los ánimos tan particulares de él y de su hermana: “Su evidencia -la evidencia de esa sensibilidad- podía comprobarse, dijo (y al oírlo me estremecí), en la gradual pero segura condensación de una atmósfera propia en torno a las aguas y a los muros. El resultado era discernible, añadió, en esa silenciosa, más bien importuna y terrible influencia que durante siglos había modelado los destinos de la familia, haciendo de él eso que ahora estaba yo viendo, eso que él era” (p. 330).
Las palabras de Usher refuerzan un presentimiento que el narrador ya había manifestado al inicio del cuento: la atmósfera de la casa parece respirar vida propia e influir de una forma extraña sobre los ánimos de sus habitantes. Durante la primera entrevista que el narrador sostiene con Usher en esta sección del cuento, la extraña influencia de la casa sobre el temperamento de Roderick se hace evidente y construye la sensibilidad propia del relato: parecen ser los espacios ominosos y lúgubres los que se ciernen sobre los personajes, los asfixian y llenan su imaginación con pesadillas y tormentos.
Sin embargo, mientras Usher le hace notar al narrador la influencia que la atmósfera de la casa tiene sobre su personalidad, el narrador también plantea la posibilidad contraria, como ya se ha adelantado en el análisis de la sección anterior: es la personalidad de Roderick Usher la que se vuelca sobre el espacio que habita y lo modifica. Así se plantea en el siguiente fragmento: “… iba advirtiendo con amargura la futileza de todo intento de alegrar un espíritu cuya oscuridad, como una cualidad positiva, inherente, se derramaba sobre todos los objetos del universo físico y moral, en una incesante irradiación de tinieblas” (p. 325).
En los recuerdos del narrador, la personalidad ambigua de Usher, su carácter al mismo tiempo enérgico y aletargado, la sensibilidad extrema de sus nervios y la ansiedad que parece carcomerlo generan un ambiente aterrador y opresivo. Las únicas actividades que el invitado logra compartir con su anfitrión son artísticas: con una exaltación del espíritu inusual, Usher se dedica a la pintura, la música y la poesía. Estos lenguajes artísticos conforman el medio de expresión de una psiquis torturada, tal como el narrador comprueba al observar sus cuadros o escuchar sus versificaciones.
Una de estas composiciones es un cuadro extraño de una bóveda bajo tierra, iluminada por una luz fantasmal que no proviene de ningún sitio, y que el narrador describe detalladamente:
El pequeño cuadro representaba el interior de una bóveda o túnel inmensamente largo, rectangular, con paredes bajas, lisas, blancas, sin interrupción ni adorno alguno. Ciertos elementos accesorios del diseño servían para dar la idea de que esa excavación se hallaba a mucha profundidad bajo la superficie de la tierra. No se observaba ninguna saliencia en toda la vasta extensión, ni se discernía una antorcha o cualquier otra fuente artificial de luz; sin embargo, flotaba por todo el espacio una ola de intensos rayos que bañaban el conjunto con un esplendor inadecuado y espectral” (p. 326).
El cuadro representa, como se entera el lector más adelante, la bóveda de la propia mansión Usher, en la que Roderick encierra a su hermana muerta, y ese resplandor extraño que flota en todo el ambiente aparece luego en toda la mansión durante la terrible tormenta que se produce al final del cuento.
Otra de las obras que llama la atención del narrador es un poema que hace una puesta en abismo de la historia del propio protagonista: Usher compone “El palacio embrujado”, un poema en el que cuenta la historia de una corte de espíritus que languidece en un palacio en ruinas. Ese palacio, otrora edificado sobre verdes valles y lleno de vida, fue invadido por “criaturas malignas” (p. 328) que lo llevaron a su decadencia. Tanto para el narrador como para el lector, la conexión entre el poema de Usher y la propia historia de su linaje y su mansión se hacen evidentes: el linaje de los Usher se encuentra en decadencia y los habitantes de la mansión, Roderick y su hermana, Madeline, son prácticamente espectros, tan solo sombras que no comparten ya la vitalidad de los seres humanos.
Madeline muere y el estado de exaltación de Usher crece hasta límites insostenibles. Cuando el narrador y Usher la entierran en la bóveda, el narrador nota un rubor y una sonrisa burlona en la cara de la muerta, como si Madeline se estuviera burlando de su propia muerte o, más perturbadoramente, como si algo de ella permaneciera con vida: “El mal que llevara a Lady Madeline a la tumba en la fuerza de la juventud había dejado, como es frecuente en todas las enfermedades de naturaleza estrictamente cataléptica, la ironía de un débil rubor en el pecho y la cara, y esa sonrisa suspicaz, lánguida, que es tan terrible en la muerte” (p. 330). Esta última impresión funciona a modo de presagio, puesto que al final del relato la joven aparece en la habitación de Usher y se derrumba sobre él, produciéndole el infarto que termina matándolo.
Usher desea dejar el cuerpo de su hermana un tiempo en la bóveda de la mansión antes de enterrarlo, puesto que tiene mucho miedo de darle sepultura en vida. Este miedo se fundamenta en la naturaleza cataléptica de la enfermedad de Madeline; las catalepsias se caracterizan por ataques que dejan en estado de transe a los pacientes, a veces con el cuerpo rígido como en la muerte. El miedo a un posible entierro en vida atraviesa toda la obra de Poe y se hace presente en cuentos como “El entierro prematuro”, “El pozo y el péndulo” e incluso “El tonel de amontillado”. Así, la fascinación de Poe por esa delgada línea que separa la vida de la muerte se vuelca aquí al personaje de Roderick, quien manifiesta una obsesión con la posibilidad de enterrar viva a su hermana. El final del cuento, como se analizará en la siguiente sección, juega con la posibilidad de una lectura realista del relato, según la cual Madeline fue, efectivamente, encerrada viva, y otra lectura fantástica, en la que Madeline cobra vida para atormentar a su hermano y producirle la muerte.