"No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza".
Cuando el narrador llega a la mansión, comparte con el lector sus primeras impresiones, y es en este pasaje donde encontramos el primer indicio respecto de los tristes acontecimientos que se desarrollan dentro. A su vez, es la primera vez que el narrador explicita que no comprende lo que sucede, situación que se irá pronunciando a lo largo del relato mientras el mismo se tensiona entre la racionalidad y la locura.
"Aunque de muchachos habíamos sido camaradas íntimos, en realidad poco sabía de mi amigo".
En este pasaje se explicita el vínculo que une al narrador con Roderick Usher. A partir de esta información, el narrador también deja en claro que Usher se encuentra solo y no tiene a otra persona a quien recurrir en busca de ayuda. Así, queda claro que, aunque eran amigos de la infancia, hace mucho tiempo que los personajes no están en contacto, y nada saben el uno del otro.
"... esta ausencia, quizá, de ramas colaterales, y la consiguiente transmisión constante de padre a hijo, del patrimonio junto al nombre, era la que, al fin, identificaba tanto a los dos, hasta el punto de fundir el título originario del dominio en el extraño y equívoco nombre de Casa Usher, nombre que parecía incluir, entre los campesinos que lo usaban, la familia y la mansión familiar".
El narrador presenta al lector más información sobre el linaje Usher, y alude de forma directa al particular vínculo entre la casa y la familia. Más adelante, cuando la casa se derrumbe justo después de la muerte de Madeline y Roderick, se comprenderá la profundidad de dicho vínculo.
"Quizá el ojo de un observador minucioso hubiera podido descubrir una fisura apenas perceptible que, extendiéndose desde el tejado del edificio, en el frente, se abría camino pared abajo, en zigzag, hasta perderse en las sombrías aguas del estanque".
En esta descripción de la casa el narrador nos informa sobre un detalle de la mansión que tendrá importancia al final del relato, cuando toda la estructura colapse sobre sí misma y quede sumergida en las oscuras aguas del estanque.
"... siento que tarde o temprano llegará el periodo en que deba abandonar vida y razón a un tiempo, en alguna lucha con el torvo fantasma: el miedo".
Cuando Usher y el narrador se encuentran, conversan respecto de la salud del primero, y Roderick explica que es el miedo en sí mismo, y no la idea del dolor o la muerte, lo que lo perturba.
"Admitía, sin embargo, aunque con vacilación, que podía buscarse un origen más natural y más palpable a mucho de la peculiar melancolía que así lo afectaba...".
Luego de escuchar los extraños padecimientos de Roderick, el narrador queda confundido y abrumado; no sabe si su amigo está loco o efectivamente tiene una explicación racional para su peculiar estado de ánimo. Este debate entre lo racional y lo sobrenatural se sostiene a lo largo de todo el relato y fija el tono de la narración.
"La enfermedad de lady Madeline había burlado durante mucho tiempo la ciencia de sus médicos. Una apatía permanente, un agotamiento gradual de su persona y frecuentes aunque transitorios accesos de carácter parcialmente cataléptico eran el diagnóstico insólito..."
El narrador nos cuenta sobre el particular diagnóstico de Lady Madeline y menciona por primera vez su catalepsia, un trastorno que trata de explicar de una forma lógica y razonable un comportamiento que es en verdad extraño y enigmático. Más adelante, es esta naturaleza cataléptica la razón por la cual Roderick no se atreve a enterrar directamente a su hermana, ya que tiene miedo de que ella no se encuentre muerta sino en uno de sus transes.
"La puerta, de hierro macizo, tenía una protección semejante. Su inmenso peso, al moverse sobre los goznes, producía un chirrido agudo, insólito".
Durante el entierro temporal de Lady Madeline, el narrador nos describe con detalle la cripta en la que se encuentra. Esta información resulta de importancia para comprender la puesta en abismo que más adelante se produce cuando los sucesos del relato que lee el protagonista coinciden con los ruidos que se escuchan en la casa y que, el lector puede inferir, que provienen de la cripta. Además, la solidez de la cripta refuerza el carácter extraordinario y paranormal del escape de Madeline.
"... ¡La encerramos viva en la tumba! ¿No dije que mis sentidos eran agudos? Ahora te digo que oí sus primeros movimientos, débiles, en el fondo del ataúd".
En medio de la tormenta y de la repetición de los extraños ruidos en la casa, Usher confiesa haber escuchado a su hermana viva dentro de la tumba, luchando por salir. En un arrebato de desesperación, Roderick le explica al narrador que es ella quien produce los sonidos que escuchaban mientras leían y que ahora está por llegar a su habitación en búsqueda de venganza.
"El resplandor venía de la luna llena, roja como la sangre, que brillaba ahora a través de aquella fisura casi imperceptible dibujada en zig-zag desde el tejado del edificio hasta la base. Mientras la contemplaba, la figura se ensanchó rápidamente, pasó un furioso soplo del torbellino, todo el disco del satélite irrumpió de pronto ante mis ojos y mi espíritu vaciló al ver desmoronarse los poderosos muros, y hubo un largo y tumultuoso clamor como la voz de mil torrentes, y a mis pies el profundo y corrompido estanque se cerró sombrío, silencioso, sobre los restos de la Casa Usher".
Luego de huir de la casa, el narrador observa desde la distancia cómo aquella fisura en forma de zig-zag se ensancha por toda la mansión hasta hacerla colapsar sobre sí misma y convertirla en una pila de escombros. En las últimas frases del relato, el estanque se desborda sobre las ruinas y elimina todo rastro de la mansión Usher.