"Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos..." (p.72). (Metáfora)
En esta cita podemos observar cómo el narrador despliega una concatenación de metáforas que contribuyen, por un lado, a reflejar lo sombrío y peligroso del lugar que recorre Emma en la zona del puerto, pero, además, aportan información respecto del posible estado emocional de la protagonista. En principio, llamar "infame" al Paseo de Julio nos da la pauta de que se trata de una zona no muy segura o en la que ocurren cosas indebidas. Ahora bien, más allá de esto, Emma se ve "multiplicada en espejos", "publicada por luces" y "desnudada por los ojos hambrientos", todas metáforas que dan cuenta del nivel de exposición -y, hasta cierto punto, de desamparo- que siente la protagonista. Sin ir más lejos, esos "ojos hambrientos" pertenecen a los hombres que andan por el paseo en busca de prostitutas.
En el cuarto no quedaban colores vivos; el último crepúsculo se agravaba (p.73). (Metáfora)
Luego de que el marinero deja el cuarto, Emma abre los ojos y se encuentra con un espacio lúgubre y sombrío. En parte, esta sensación está directamente relacionada con el asco y la tristeza que siente por lo que le acaba de pasar, aunque también se vincula con el crepúsculo y la creciente penumbra que aquel arroja sobre el lugar. La idea de que el crepúsculo "se agravaba" funciona en dos planos: por un lado, se acentuaba o se consolidaba esa oscuridad propia del crepúsculo dentro del cuarto; por otro lado, la penumbra profundizaba o "volvía más grave" esa sensación de angustia que embargaba a Emma.
"El asco y la tristeza la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y procedió a vestirse" (p.73). (Metáfora)
Luego de que el marinero del Nordstjärnan se retira de la habitación, Emma siente asco y tristeza. Ese sentimiento es tan fuerte y aplastante que ella se siente desmoralizada, abatida por la angustia. Así y todo, no tiene más remedio que levantarse e irse de allí para continuar con su plan.
"Los labios de Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja" (p.74). (Símil)
El narrador utiliza este símil para dar cuenta de cómo Emma llega a la fábrica repitiendo la sentencia que Lowenthal oirá antes de morir. Esa forma murmurada, cadenciosa y, por momentos, mántrica de encadenar las palabras se asemeja a un rezo. Paradójicamente, cuando ella comience a pronunciar esta sentencia, Lowenthal ya habrá muerto.
"El considerable cuerpo se desplomó como si los estampidos y el humo lo hubieran roto" (pp.75-76). (Símil)
Con este símil, el narrador expresa la forma en que cayó Lowenthal luego de recibir los disparos. La cuestión más destacable de este símil es, sin duda, que pone tanto énfasis en el ruido y el humo de los disparos que puede prescindir de las balas como el factor que causa la muerte de Lowenthal. Por otro lado, también es interesante señalar que ya no se habla de Lowenthal; a partir de los disparos, el jefe de Emma se convierte en un "considerable cuerpo" que no muere: se rompe.