"Emma Zunz" es un cuento excepcional en varios sentidos. Alabado por muchos críticos como el mejor relato de Borges, es quizás, al mismo tiempo, el menos representativo de su obra. Esto, en parte, se debe a que carece de prácticamente todos los "elementos borgeanos" (a saber: laberintos, bibliotecas, libros, personajes mitológicos, espejos, entre otros), pero también porque es prácticamente el único relato de Borges en el que la protagonista de la historia es una mujer.
Ahora bien, ¿cómo es el tratamiento de la feminidad en este relato? En principio, es muy diferente al del resto de la obra cuentística de Borges. En relatos como "El Aleph" o "El Zahir" (ambos incluidos, como "Emma Zunz", en la colección El Aleph) nos encontramos con ese tratamiento clásico de lo femenino: la mujer idealizada. Mientras que, en el primero, Borges personaje y narrador recuerda una versión completamente sublimada de la difunta Beatriz Viterbo, esa amiga a la que nunca pudo expresarle su amor, en "El Zahir" el narrador evoca la feminidad siempre etérea en la figura de Teodelina Villar, una mujer tan contradictoria como amada, pero, fundamentalmente, inaccesible a los ojos de los hombres.
Por otro lado, en la gran mayoría de los relatos de Borges nos encontramos con un tratamiento de la feminidad mucho más degradado. Las mujeres, en general, se ubican en un lugar inferior con respecto a los hombres; no suelen tener voz ni derechos y muchas veces encarnan el rol de "mujer-objeto" de la rivalidad entre dos hombres. Esto se ve con claridad, por ejemplo, en el cuento "El muerto", incluido también en la colección El Aleph, en el que Azevedo Bandeira, un caudillo uruguayo, obliga a su mujer a que bese a Benjamín Otálora delante de todos, solo para este se dé cuenta de que están a punto de matarlo por traidor.
Ahora bien, ¿qué podemos decir de "Emma Zunz" en relación con el tratamiento de la feminidad? En principio, que estamos ante un personaje complejo, que no se puede reducir a una idealización o a un simple decorado dentro de la trama. Emma es una joven obrera judía, racional, calculadora, capaz de una meticulosa venganza, pero también se nos presenta como una muchacha más bien introvertida, temerosa de los hombres. Como sea, está claro que estamos ante un personaje que no encaja con esa cosmovisión borgeana de la feminidad tradicional. Emma urde su plan con suma inteligencia y, luego, cuando ya esté en marcha la venganza, convertirá su "fragilidad femenina" en un arma poderosa. La venganza por la muerte de su padre se convertirá en la venganza de la feminidad ultrajada (la suya, la de su madre, la de todas las mujeres) en el acto sexual: "esa cosa horrible". Así las cosas, Emma sacrifica su virginidad en un acto de venganza suprema y gracias a ello gana el impulso para concluir su plan.
Por último, cabría preguntarse cómo surgió este personaje tan excepcional entre los arquetípicos personajes femeninos borgeanos. En ese sentido, el propio autor confesó que el argumento del relato se lo dio una mujer, Cecilia Ingenieros, lo que explica, de algún modo, la profundidad en el tratamiento de lo femenino que encontramos en el relato.