La ciudad de Buenos Aires
En varios pasajes de "Emma Zunz" accedemos a descripciones de la ciudad de Buenos Aires. Primero, cuando Emma se dirige al puerto, dice el narrador:
Emma vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova... (p.72)
En esta cita podemos observar cómo, a través de imágenes visuales, Borges nos propone una ciudad en la que es fácil perderse, pero, al mismo tiempo, es fácil sugestionarse. Dicho de otra forma, las luces, los espejos, las miradas de los "hambrientos" son todos factores que pueden provocar en Emma una suerte de delirio de persecución.
Por otro lado, también nos encontramos con una descripción de la ciudad en el viaje que hace Emma desde el puerto hasta la fábrica de tejidos.
Emma pudo salir sin que lo advirtieran; en la esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la cara. Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes (pp.73-74).
Aquí, otra vez, la ciudad amenaza a Emma con descubrirla; por eso se sienta en el asiento más delantero del autobús. Por otro lado, viaja a través de barrios "decrecientes y opacos", lo que nos da la pauta de que se va alejando del centro porteño. Borges no necesita más que una o dos imágenes visuales bien calibradas para situarnos no solo en un espacio físico, sino también en el estado emocional de un personaje. En el caso de esta última cita, los nervios de Emma por miedo a ser descubierta se ven reflejados en el asiento que elige en el autobús.
La fábrica
Hacia el final del relato, nos encontramos con una descripción bastante precisa de la fábrica de tejidos. Las imágenes visuales que componen esta descripción, por supuesto, tienen que ver con el espacio físico de la fábrica, pero, además, están orientadas a dar cuenta de cómo vive el avaro Lowenthal y, sobre todo, a darle sustrato al suspenso.
Vivía en los altos de la fábrica, solo. Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver (...). La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el perro atado ladró (p.74).
En esta cita podemos obtener una imagen más o menos nítida del contexto de la fábrica, al mismo tiempo que nos encontramos con algunos elementos que contribuyen al suspense que nos prepara para el final del relato. La imagen auditiva del perro ladrando -que se repetirá después de que Emma haya disparado contra su jefe-, la imagen visual de Emma empujando la verja, lo "sombrío" del patio, todo contribuye a crear esa atmósfera noir que inunda el relato.