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¿Qué conexiones establece Carpentier entre el concepto de lo real maravilloso y El reino de este mundo?
Carpentier concibe la noción de lo real maravilloso a partir del viaje que hace a Haití en 1943 y que lo impulsa a escribir El reino de este mundo. Como concepto, lo real maravilloso aparece esbozado por primera vez en el prólogo de este libro. Para Carpentier, a la realidad latinoamericana le corresponde una concepción de lo maravilloso anclada en lo real y no salida del escritorio de un literato o un filósofo, y así es como la encontró en Haití, en su contacto cotidiano.
La historia de Mackandal, de cuyos poderes de metamorfosis estaban convencidos todos los esclavos haitianos, los rituales prodigiosos de Boukman, el sacerdote vudú a cargo de la segunda revolución y luego los prodigios edificados por Henri Christophe, la Ciudadela La Ferrière, obra única en el mundo y edificada con la sangre de cientos de toros para hacerla invencible a los ataques de colonos blancos, todo ello pone en jaque las categorías con las que el pensamiento europeo construye la noción de realidad, y allí es donde Carpentier encuentra lo real maravilloso propio de Latinoamérica.
La desmesura, la desproporción y lo insólito de estos eventos y estos personajes históricos no son exclusivos de Haití, sino que, según Carpentier, corresponden a toda Latinoamérica, y por eso postula esta idea y la hace famosa a nivel mundial a partir de El reino de este mundo.
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¿Cómo se relaciona el estilo de Carpentier con el contenido de su obra?
El estilo de El reino de este mundo es barroco, tal como el mismo autor lo definía. Ese barroquismo, que implica una sobrecarga de elementos descriptivos, de largas enumeraciones de sustantivos adjetivados, es la principal característica del estilo que Carpentier desea también para toda la novela latinoamericana. La profusión de descripciones y el despliegue de un vocabulario complejo es el estilo que corresponde a una novela que tiene el deber de nombrar todo lo que el sistema literario, regido por la estética europea, desconoce. Y esto es lo que se comprueba, por supuesto, en El reino de este mundo.
Carpentier reconoce la necesidad del novelista latinoamericano de desplegar en sus narraciones los complejos contextos en los que se desarrollan los argumentos de sus obras. Con contextos, no se refiere simplemente a lo que está sucediendo históricamente en torno al hecho narrado, sino a una amplia variedad de dimensiones necesarias para mostrar de forma clara, fehaciente y profunda, qué implica ser y vivir en determinada región de Latinoamérica. Así, todo escritor latinoamericano debería prestar atención a los contextos raciales, económicos, ctónicos, políticos, burgueses, de distancia y proporción, de ajuste cronológico, de iluminación, culinarios, culturales e ideológicos. A lo largo de toda la novela, estos contextos emergen y constituyen no el trasfondo de la narración sino más bien el entramado de significados que sustenta a la acción, y para poder desarrollarlos en profundidad se necesita un estilo recargado, de vocabulario complejo, que pueda describir cada escena con lujo de detalles. Por eso, el estilo de Carpentier está íntimamente ligado al contenido de su obra.
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¿Qué conexiones pueden establecerse entre El reino de este mundo y el contexto histórico en el que tiene lugar su argumento?
En verdad, la novela no posee un argumento relacionado a sus personajes principales, sino que toma la vida de un esclavo negro, Ti Noel, como excusa para presentar el contexto histórico de las revoluciones de los esclavos y la fundación de Haití. El libro cuenta los avatares en la vida de un personaje testigo, del que poco se dice al lector, pero que observa todo lo que sucede durante más de medio siglo en la isla.
Así, a través de los ojos de Ti Noel el lector llega a conocer a Mackandal, primer esclavo revolucionario famoso por sus poderes de metamorfosis, a Boukman, el sacerdote jamaiquino que lideró la segunda gran revolución a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, y luego a Henri Christophe, negro autoproclamado rey de Haití y responsable de la construcción del palacio de Sans-Souci y de la Ciudadela La Ferrière.
A su vez, Carpentier hace muchas referencias al contexto histórico europeo y en particular a Francia, por su conexión directa con los sucesos de la colonias en el caribe. La revolución francesa, la conformación del directorio, la abolición de la esclavitud y la llegada al poder de Napoleón Bonaparte son todos hitos históricos que están presentes en el trasfondo de la vida de Ti Noel.
Todo esto pone de manifiesto la intencionalidad de Carpentier como novelista latinoamericano: plasmar en su obra todos los contextos particulares que hacen al momento histórico que desea presentar al lector.
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¿Cómo se presentan los contextos culturales en la novela?
Los contextos culturales se desarrollan a partir del contrapunto que se establece entre la cosmovisión europea y las cosmovisiones africanas de los esclavos. Este contrapunto se establece especialmente entre Ti Noel y su amo, Monsieur Lenormand: el amo blanco permite desarrollar la mirada del colono francés en aquellos acontecimientos históricos, mientras que el esclavo negro aporta el sentir y la experiencia de un pueblo sometido que lucha por su libertad.
La primera escena del libro se desarrolla en la Ciudad del Cabo; Monsieur Lenormand entra a una barbería y Ti Noel lo espera afuera, observando las pelucas sobre cabezas de cera y los animales muertos en la carnicería contigua. Luego, en una tienda de libros encuentra un grabado de un rey negro, y a partir de allí se disparan todos los conocimientos que tiene el esclavo negro sobre los antepasados africanos, a quienes compara con los reyes europeos. A ojos de Ti Noel, aquellos reyes guerreros representan la suma de todos los valores positivos, mientras que los reyes y ministros europeos aparecen como un grupo de sujetos inservibles, amanerados e incapaces de realizar ninguna tarea por sus propios medios. Así se establece el primer contrapunto de cosmovisiones que se sostendrá a lo largo de toda la novela.
Ciudad del Cabo en sí misma es una gran muestra de este contrapunto. Allí conviven en sincretismo (es decir, en una fusión compleja) las costumbres del viejo continente con las nuevas formas de vida que corresponden al trópico templado: hay sastres, sombrereros, peluqueros, incluso un teatro para representar los dramas del neoclasicismo francés, al lado de tiendas más regionales que venden los productos de la isla y objetos de manufactura local; también hay tabernas, albergues y fondas donde se consumen los platos más variados y exóticos al lado de las masas finas de factura francesa.
En la segunda parte del libro, la llegada de Mademoiselle Floridor, una actriz parisina mediocre, a la hacienda de Lenormand de Mezy, antes de la revolución liderada por Boukman, vuelve a establecer el contrapunto entre culturas. El contraste cultural entre la cultura letrada parisina y la cultura vital, ctónica (como la llama Carpentier en su sentido de folklórica) de los esclavos negros logra su momento de mayor dramatismo cuando Mademoiselle Floridor, desgraciada debido a su falta de talento y ebria de licor, congrega a los esclavos y los transforma en el público de sus representaciones extremadamente patéticas. Ante ellos declama los versos de la Fedra de Racine, que hablan de los crímenes cometidos por esta mujer, el incesto, la impostura y el asesinato de su hijastro Hipólito, que la empujan a cometer el suicidio. Los esclavos negros, que solo entienden algunas palabras de aquellos versos, y que no saben de representaciones teatrales a la moda europea, quedan estupefactos pensando que aquella mujer ha cometido todos esos crímenes en París y que por eso ha escapado a las colonias.
Otra situación que ilustra el contraste cultural se desarrolla en la tercera parte de la novela, con la presentación de la corte de Henri Christophe y el palacio de Sans-Souci: Henri Christophe es el autoproclamado rey de Haití, y ha creado un reino de negros para negros, pero a la moda y estilo europeos: ha llenado su palacio con una corte de duques y barones nombrados entre sus allegados, impone la religión cristiana y las costumbres de etiqueta napoleónicas.
A través de este personaje, Carpentier plantea una nueva dinámica de aculturación: ahora es un monarca negro el que reniega de sus raíces e impone la cultura de los blancos a sus compatriotras.
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¿Qué abordaje hace Carpentier sobre la esclavitud?
La esclavitud conforma el tema principal de la novela; Las cuatro partes del libro presentan diferentes momentos de la historia de las revoluciones haitianas y a sus diversos protagonistas, pero todas ellas hacen énfasis (y esto se comprueba claramente en las páginas finales) en que la dificultad no se encuentra en derrotar las fuerzas concretas que nos dominan (para este caso, serían las fuerzas armadas de los imperios coloniales), sino en derrocar las prácticas y modelos sociales de una figura degradante como la esclavitud.
Sin embargo, Carpentier no se dedica a describir el modelo colonial europeo ni pinta cuadros costumbristas cargados de patetismo, como han hecho otros autores, sino que da por sentado que el lector bien conoce las características del modelo esclavista colonial, y se centra entonces en las tensiones y los contrapuntos que existen y surgen de la convivencia de las cosmovisiones europeas y africanas. Los contextos raciales comienzan a esbozarse y a constituir la trama de relaciones sociales que dan lugar al argumento de la novela: el foco narrativo está puesto sobre Ti-Noel, un esclavo africano que trabaja para un amo francés establecido en el Cabo Francés. El tema de la esclavitud se aborda desde su figura y la de Mackandal, un esclavo manco que escapa y organiza la revolución que lleva a la fundación de Haití.
A los esclavos se los llama según su procedencia: se habla de mandingas, una etnia del África occidental a la que pertenece Mackandal, caracterizada por su ánimo indomable y su tendencia a escapar y buscar la libertad, de congos y de angolas. Esta manera de reconocer y diferenciar a los esclavos negros cumple varias funciones: la primera es presentar al lector una diversidad étnica dentro de un grupo históricamente invisibilizado y homogeneizado como los esclavos negros africanos. Pero también cumple la función de introducir la complejidad étnica en el seno de los grupos de esclavos y comenzar a ilustrar sus diferentes psicologías, costumbres, creencias y expectativas. Este paso es fundamental para comprender y representar el complejo proceso de revolución que se desarrollará en los próximos capítulos y tiene que ver con la responsabilidad que el novelista latinoamericano tiene, según el mismo Carpentier, de pintar lo hondo, lo verdadero, lo universal del mundo que se presenta. Ese interés por llegar a lo profundo e inscribirlo en lo universal es el que mueve al autor cubano a construir escenarios tan minuciosos y ricos en datos contextuales de todo tipo.
La esclavitud es así denunciada no sólo como una forma de ejercer poder sobre los cuerpos de los esclavos, sino como un complejo sistema de dominación y sometimiento simbólico, cultural, que invisibiliza -y trata de hacer desaparecer completamente -las cosmovisiones de los pueblos sometidos. Finalmente, la esclavitud queda planteada como una estructura de dominación mutable y no erradicada de la isla: los esclavos negros han ganado su libertad y han establecido sus propias formas de gobierno, pero estas han creado nuevas formas de explotación que siguen reproduciendo las mismas estructuras sociales: los negros o mulatos pobres siguen produciendo, acuciados por el látigo de los nuevos amos, para entregar la producción a una estructura superior que solo les entrega migajas.