El conde de Montecristo

El conde de Montecristo Metáforas y Símiles

“Hoy, las armas callan y han cedido su puesto a la toga” (Metáfora) (p.47)

La marquesa de Saint-Méran destaca el trabajo de Villefort como Procurador del Rey y lo considera un triunfo de la diplomacia por sobre la guerra. En este sentido, las armas calladas representan el fin de la violencia como medio para resolver problemas, mientras que la toga, el atuendo de los abogados y juristas del siglo XIX, el aparato jurídico como mediador de los conflictos. Esta metáfora expone la orientación política de la marquesa —realista— en un contexto político en el que el realismo libra una lucha contra los bonapartistas por definir quiénes gobiernan Francia.

“Si los indicios son firmes y la acusación es cierta, me veré obligado a segar esa mala hierba bonapartista” (Metáfora) (p.49)

Para procurarse un lugar entre la realeza e imponerse al estigma de tener un padre bonapartista, Villefort asegura que, de encontrar culpable de los cargos al acusado, no demostrará clemencia. En su vehemente discurso, con el que convence a sus interlocutores de su fidelidad a la monarquía, Villefort se refiere metafóricamente al acusado, Edmundo, como una mala hierba que tendrá que cortar antes de que se propague.

“Ni un rayo que hubiera caído a los pies de Dantès (...) hubiera causado tanta impresión como la descarga electrizante y destructora de aquellas inesperadas palabras” (Metáforas) (p.135)

El abate Faria ayuda a Dantès a descubrir, por medio de la lógica y el razonamiento, qué motivo impulsa a Villefort a condenarlo a prisión. En ese momento, Edmundo comprende que Villefort lo ha traicionado para proteger a su propio padre. Ante las palabras del abate Faria: “¡Ese Noirtier era su padre!” (p.134) el narrador utiliza estas metáforas que buscan exponer el vértigo y el impacto experimentados por Edmundo al comprender el infame rol del Procurador en su condena.

“El odio es ciego y la cólera ofusca; quien se sirve del licor de la venganza se arriesga a beber un amargo brebaje” (Metáforas) (p.306)

En un debate acerca de la venganza por mano propia que sostiene con el conde de Montecristo, Franz d’Epinay defiende la ley y el aparato judicial. Para ello, personifica al odio, el motor de la venganza, como una fuerza ciega. En esa metáfora, la imposibilidad de ver implica la imposibilidad de comprender una situación con claridad y obrar de manera prudente. Luego, Franz se refiere a la venganza como un licor que, tras ser bebido, deja un sabor amargo. En este sentido, la venganza se presenta como algo tentador, pero que luego de ser consumada no produce más que amarguras. Con esto, Franz refiere a que, lejos de dar satisfacción, la venganza genera sentimientos de culpa y arrepentimiento. En cierto sentido, las metáforas de Franz pueden pensarse como un presagio de lo que le sucederá al conde ante la muerte de Eduardo Villefort.

“Cada una de aquellas palabras caía sobre Morcerf como un machete, que le recortase una parte de su vigor” (Símil) (p.773)

Cuando Haydée testifica en el juzgado contra el conde de Morcerf, el narrador equipara sus elocuentes y sentidas palabras con un machete que lastima el vigor de su enemigo. Este, a medida que escucha el discurso, comprende que sus posibilidades de declararse inocente disminuyen drásticamente y, por tanto, se siente abatido e incapaz de defenderse.

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