Genero
Novela (novela de aventura).
Configuración y Contexto
Francia e Italia, desde el año 1814 hasta el año 1838.
Narrador y Punto de Vista
La novela está narrada en tercera persona, por un narrador omnisciente que por momentos se dirige directamente al lector.
Tono y Estado de Ánimo
El tono del relato es sencillo y claro. Además, acorde al género de aventuras, la narración se desarrolla en función de la acción, lo que le confiere al relato un ritmo veloz que mantiene al lector interesado de principio a fin.
Protagonista y Antagonista
El protagonista es el conde de Montecristo, y sus antagonistas son Danglars, Fernando Mondego y Villefort.
Conflicto Principal
Luego de ser injustamente encarcelado por catorce años, Edmundo planea y ejecuta una elaborada venganza contra los hombres que conspiraron para arruinar su vida.
Climax
El clímax de la obra se da con la venganza del conde de Montecristo contra Fernando, cuando su imagen pública queda arruinada y además pierde el apoyo de Alberto y Mercedes. Por otra parte, un segundo clímax se da con la consumación de la venganza contra Villefort, quien luego de ser humillado en un juicio público, pierde a su esposa, Eloísa, y a su hijo, Eduardo.
Presagio
En muchas de las conversaciones que tiene con sus jóvenes amigos, el conde de Montecristo les habla sobre la venganza y la importancia de retribuir a los criminales con un castigo que compense las faltas que han cometido. Estas charlas sirven como un presagio que anticipa la potencia de la venganza que el conde está tramando contra sus enemigos.
Atenuación
N/A
Alusiones
A lo largo de toda la novela hay alusiones constantes al contexto histórico y político de Francia, principalmente al conflicto entre los bonapartistas y el régimen monárquico de Luis XVIII. Respecto de este periodo, en la novela se alude al exilio de Napoleón en Elba y a su regreso a Francia, que deriva en el periodo conocido como “Los cien días”.
Imágenes
Ver sección “Imágenes”.
Paradoja
N/A
Paralelismo
En muchas ocasiones, la novela repone extensos diálogos que sostienen los personajes. Algunos de ellos, como Villefort o el conde de Montecristo, destacan por su elocuencia y sus discursos abundan en recursos retóricos. En este pasaje, el conde de Montecristo utiliza el paralelismo para reforzar, mediante la repetición de las estructuras sintácticas, el efecto de sus palabras:
“Señor, vos no sabéis lo que representan diecisiete meses de prisión; son como diecisiete años, o diecisiete siglos. Sobre todo para un hombre que, como yo, estaba a punto de alcanzar la felicidad; para un hombre que, como yo, se iba a casa con la mujer a quien quería; para un hombre que veía como se habría, ante él, una carrera honrosa, y para quien todo eso desaparece en un abrir y cerrar de ojos; para quien, desde el mediodía de la más hermosa de las jornadas, cae en la noche más profunda” (p. 100).
Metonimia y Sinecdoque
Cuando el Conde de Montecristo invita a Alberto Morcerf y Franz d’Epinay a una ejecución pública, se genera un debate acerca de la venganza y la justicia. En esta charla, Franz dice: “Lo más que puede hacer es verter sangre a cambio de otra sangre” (p. 305). En este caso, la sinécdoque se presenta cuando “verter sangre” y “sangre” reemplazan los términos “matar” y “muerte” respectivamente.
Personificación
Cuando el Conde de Montecristo organiza una cena en su residencia de Auteuil, revela a sus invitados que en ese mismo lugar ocurrió un crimen. En ese momento, Château-Renaud personifica la figura de la casa y sostiene que su estructura manifiesta un malestar por aquel crimen oculto:
“Ya veis —dijo Château-Renaud— que no estaba tan equivocado cuando, hace un momento, afirmaba que las casas tienen un rostro y un alma, como los humanos, y que su fisonomía no es más que un reflejo de lo que bulle en sus entrañas. La casa estaba triste porque sentía remordimientos, y tenía remordimientos porque ocultaba un crimen” (p. 562).