El quesero llama a su hijo “Daniel”, aludiendo a la valentía del profeta, pero luego lo apodan “Mochuelo”, por su aspecto asustado
El quesero elige el hombre de su hijo en homenaje al profeta Daniel, que solamente con sus ojos fue capaz de derrotar a unos leones, con lo cual se evidencia su deseo de formar a un hijo valiente y poderoso. Irónicamente, el niño luego es apodado por sus amigos “Mochuelo”, también en alusión a un rasgo de sus ojos, pero el opuesto al que el quesero evocaba: Daniel se asemeja a esa ave por la manera en que mira todo como asustado. Así, el destino de grandeza que su padre le adjudicaba es burlado por ese apodo.
Las Guindillas, con lo devotas que son, son estafadas por Dimas, cuyo nombre remite a un personaje que en la Biblia es conocido como “el buen ladrón”
Resulta irónico que las Guindillas sean engañadas y estafadas por un personaje cuyo nombre remite a un ladrón bíblico. A pesar de su vasto conocimiento religioso, no asocian el nombre del oficial con el ladrón Dimas sino hasta luego de ser estafadas. Asimismo, es irónico que mientras el Dimas de la Biblia es perdonado por Jesús, el Dimas de la novela es quien destruye la honra de las más devotas.
El cine, que surge para evitar el contacto carnal, termina propiciándolo
El cine surge en el pueblo como una estrategia que encuentran el cura José, la Guindilla mayor y la comisión que ella dirige para evitar que los jóvenes sigan reuniéndose los domingos en el prado y se entreguen a encuentros carnales. La proyección de películas se convierte en un nuevo entretenimiento, menos pecaminoso. Sin embargo, progresivamente, la oscuridad del cine termina propiciando que las parejas encuentren un lugar cómodo y disimulado donde dar lugar a esos mismos encuentros carnales.
La Guindilla mayor, encargada de erradicar el pecado carnal entre los jóvenes, termina cayendo en él en pleno cumplimiento de su misión
La Guindilla mayor, fiel a su devoción extrema, es quien se hace cargo de la comisión que busca impedir que el pecado carnal se propague en el pueblo. No solo participa de la instalación del cine y de la comisión de censura de películas (que buscan generar un entretenimiento alternativo a los encuentros pecaminosos que tienen los jóvenes en los bosques), sino que, una vez que el cine se disuelve, se encarga a sí misma la misión de continuar esa tarea inquisidora. Comienza así a recorrer los bosques y el prado con una linterna, con el fin de revelar los escondites de los pecaminosos y recordarles sus faltas.
Sin embargo, resulta irónico que en pleno desarrollo de esta misión, la Guindilla termina cayendo en el mismo pecado que repudiaba. Cuando es atacada por la gente y está a punto de ser asesinada, Quino, el Manco, la salva. Entonces la Guindilla, movilizada por la emoción y el agradecimiento, termina besando a Quino. En seguida, acude al cura para confesarle que, al igual que los jóvenes, ha pecado y lo continuará haciendo, porque está enamorada del Manco.