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¿Por qué puede afirmarse que El camino es una novela de iniciación?
Se trata de una novela de iniciación en la medida en que en ella asistimos a una descripción de las vivencias y experiencias de Daniel durante su infancia en el valle y los distintos aprendizajes que fue experimentando en esos años. Se trata de un retrato del camino -tal como indica el título- transitado por el niño a lo largo de su corta vida, en el que el lector asiste a sus transformaciones y crecimientos.
Lo particular de esta novela de iniciación es que la transformación de Daniel ya se ha operado cuando el texto se inicia, es decir, el aprendizaje es reconstruido, es parte de un ejercicio de memoria que hace el niño una noche desde su cama. En este sentido, el relato de sus aprendizajes le sirve a él para comprender parte de su identidad y prepararse para una experiencia transformadora que vendrá: su partida hacia la ciudad.
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¿En qué sentido puede decirse que el narrador omnisciente toma partido por Daniel?
El narrador de la novela es omnisciente y, si bien suele estar focalizado en Daniel, transita por distintos espacios del pueblo para retratar detalles de la historia del valle que Daniel no presenció. Por ejemplo, describe los diálogos que tienen las Guindillas en la intimidad o las confesiones que la Guindilla mayor le hace al cura José.
Sin embargo, el narrador no solo sigue primordialmente el punto de vista de Daniel sino que, además, opta por dejar en el relato que construye marcas valorativas en las que se evidencia su apego a su perspectiva. Se encarga de ahondar en los pensamientos y sentimientos del protagonista para poder explicárselos al lector, y muchas veces eso sirve para justificar sus acciones. Es lo que sucede, por ejemplo, con las aventuras de Daniel y sus amigos, que despiertan el repudio de los adultos del pueblo. En esos casos, el narrador argumenta a favor de los niños, explica sus conductas, matiza su gravedad y, en muchos casos, fuerza de manera cómica sus argumentos con tal de conseguir la complicidad del lector.
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¿En qué medida la muerte de Germán es un antes y un después para la vida de Daniel?
La muerte de Germán, el Tiñoso, no representa únicamente un hecho doloroso en la vida de Daniel sino que simboliza el final de una etapa y le reporta una serie de aprendizajes que serán fundamentales para su vida.
En el funeral de su amigo, Daniel llega a la conclusión de que la infancia no es eterna como él creía, y que todos están destinados a ese mismo final. En este sentido, la muerte de su amigo implica el fin de la inocencia y la certeza en el paso del tiempo. Daniel comprende así que su vida muta, y que la vida en el valle no puede eternizarse. Es por ello que la muerte de Germán es el preludio para que Daniel acepte el cambio inminente que se presenta ante él.
Por lo tanto, puede decirse que este suceso simboliza el final de una etapa, caracterizada por la infancia y la vida en el valle, y el comienzo de otra, ligada a las responsabilidades y al crecimiento.
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¿En qué sentido el campo y la ciudad son construidos en la novela como espacios antagónicos?
La oposición entre el campo y la ciudad atraviesa toda la novela y es, en efecto, lo que motiva su desarrollo. El camino se inicia ante el conflicto que se le presenta a Daniel por tener que abandonar el espacio del campo para instalarse en la ciudad. Se trata de una tensión insalvable entre lo que el niño desea y lo que el padre le impone.
El deseo de Daniel está asociado a su vida en el valle, que representa las amistades, los vecinos, las actividades rurales, la caza y la pesca, el juego con amigos en la naturaleza. Para su padre, en cambio, el futuro de Daniel debe situarse en la ciudad, que representa el progreso, el lugar del estudio, del saber, donde es posible mejorar la posición económica y ser alguien en la vida. Así, constantemente, la novela presentará una dicotomía entre ambos espacios, en la que el campo se asocia a la rusticidad, la fuerza, las relaciones comunitarias, la humildad y la pobreza, y la ciudad es el espacio del refinamiento de las costumbres, del conocimiento, de los negocios y la riqueza.
El aprendizaje de Daniel transita en esa tensión; entre su nostalgia por el valle amado y cierta curiosidad que le genera la ciudad. En efecto, esa tensión se presenta en él en sus vínculos amorosos: en el pasaje entre su amor por la Mica y su identificación luego con la Uca-uca, se exhibe el modo en que Daniel elige progresivamente que su camino no está en la ciudad sino en el campo.
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¿Por qué el llanto final de Daniel resulta significativo para su aprendizaje?
A lo largo de la novela, Daniel se enfrenta a distintos mandatos, entre ellos, el de la hombría y la virilidad que su amigo Roque le enseña y le impone. En varias oportunidades, asistimos a la admiración que Daniel siente por su amigo, emblema de hombría por su fuerza y robustez. No obstante, el lector evidencia también la opresión que ese mandato implica para el niño. Según los parámetros de virilidad que Roque enarbola, el llanto es una expresión de debilidad que pone en duda la hombría. De ahí su desprecio por Quino, el Manco, cuando este llora la muerte de su esposa.
Daniel crece tensionado entre la admiración que le genera Roque y el constante miedo a decepcionar la expectativa de su amigo. En esta línea, el llanto se le presenta como un obstáculo que debe sortear para dar cuenta de su condición de hombre. La exigencia cobra dramatismo luego de la muerte de Germán: Daniel siente un deseo profundo de llorar pero se contiene porque percibe la mirada censora de Roque.
Sin embargo, la escena final de la novela muestra por fin a Daniel llorando, y con ello termina. En este sentido, el llanto marca simbólicamente el crecimiento de Daniel, en la medida en que el niño logra despojarse del mandato externo y elige su propio camino, aun cuando no se atreva a hacerlo abiertamente.