Los adultos pretenden que los niños tengan miedo, pero ocurre lo contrario (ironía situacional)
En rigor, y sobre todo en el caso de Arabela, el intento de los adultos por mantener el mito de que los nativos son seres salvajes y peligrosos se ve bastante cuestionado. En este sentido, eso que ellos pretenden les sale completamente al revés. Cuando se van de la casa de campo, pretenden que el orden se mantenga y que sus hijos sigan alejados de los nativos. Sin embargo, los niños comienzan a interactuar y hacer amistad con las personas del otro lado del muro. Un ejemplo es Adriano, un personaje completamente interesado en desarrollar un tipo de consciencia diferente.
La alienación de la clase media (ironía dramática)
‘Alienación’ es un término que proviene de la filosofía marxista y que se utiliza mucho para describir los sucesos de esta novela. El concepto remite a la idea de que una persona puede tener un velo ante su mente, el cual le impide ver las cosas como son realmente. En este sentido, los niños que, como ya hemos observado en la sección de ‘Símbolos’, representan a la clase media, aparecen aquí como seres alienados. Es decir, ignoran la verdad respecto de las divisiones sociales que de manera artificial han creado los adultos. Por esto mismo se han creído el mito que les contaron acerca de que los nativos son seres peligrosos. Sin maldad, pero con demasiada inocencia, operan bajo esta idea, separándose de los iguales por miedo a sufrir algún tipo de ataque.
El narrador ironiza respecto de los Ventura (ironía verbal)
“Pero ellos eran Ventura, seres civilizados, cultores de la ironía y de las artes de la paz, acatadores de la legalidad y de las instituciones, que odiaban la violencia y eran incapaces por convicción y tradición de ejercerla. Resultaba muy difícil resolver ensuciarse las manos”.
En esta cita podemos apreciar el carácter irónico de los comentarios del narrador respecto de los adultos Ventura. Son personas que pertenecen a una clase alta, acomodada, pudiente e hipócrita. En este sentido, el narrador los presenta como incapaces de ejercer la violencia. Pero esto es profundamente irónico porque, en realidad, sin ejercerla ellos por su propia mano, son igualmente los autores intelectuales de la misma, ya que son quienes ordenan la represión a mano de sus sirvientes, quedando aparentemente libres de culpa.