La guerra
A lo largo de la obra aparecen varios poemas dedicados a diferentes guerras: las guerras de las independencias latinoamericanas, la Guerra Civil Paraguaya de 1947, la Guerra Civil Griega, y la Guerra Civil Española son algunas de las que se mencionan de manera más recurrente.
Ahora bien, en el Canto general, la guerra no aparecen con una connotación negativa de por sí. Neruda no tiene una postura antibélica. Por el contrario, la guerra es concebida por el autor como una instancia necesaria y fundamental dentro de la dialéctica entre opresores y oprimidos: “Pueblo, del sufrimiento nació tu orden” (“La tierra se llama Juan”, p. 269). Es decir, para que el pueblo llegue al poder precisa derrotar a sus opresores utilizando las armas, como así también necesita vencerlos (una y otra vez) para sostener el poder en caso de ser atacados.
En este sentido, la Guerra Civil Española es el ejemplo más claro. En esta guerra, el fascismo, liderado por Francisco Franco, ataca a los republicanos, quienes están en el poder. Es una guerra que, al contrario de las guerras independentistas latinoamericanas, podría considerarse innecesaria e injusta para el pueblo. Sin embargo, en los poemas dedicados a esta guerra, el autor no se posiciona en contra del enfrentamiento en sí, sino que exalta a los héroes republicanos que allí combatieron (él fue uno de ellos), critica a los franquistas e insta a los españoles a volver a combatir utilizando las armas para, esta vez, obtener la victoria y la justicia: “Yo viví con tu aurora de fusiles,/ y quiero que de nuevo pueblo y pólvora/ sacudan los ramajes deshonrados/ hasta que tiemble el sueño y se reúnan/ los frutos divididos de la tierra” (“La guerra”, p. 417).
Este pensamiento de la guerra como un momento inevitable y fundamental para la liberación del pueblo, , inscrito dentro del pensamiento marxista-comunista, aparece con fuerza en relación con Chile: el autor exalta durante toda la obra al pueblo, incitándolo a que se rebele y se levante, utilizando las armas, contra González Videla, el tirano anticomunista que gobierna el país trasandino.
La injusticia social
A lo largo de toda la obra, Neruda realiza poéticamente una historia de las injusticias sociales sufridas por los oprimidos (los esclavos, los indígenas, el pueblo proletario) a manos de los diferentes opresores (los conquistadores, los fascistas, los grandes capitalistas).
El primer canto, “La lámpara en la tierra”, es el único que está exento de este tema, dado que el autor construye una América idílica en donde reina la armonía entre los hombres y la naturaleza, y en la que no existe, entonces, la injusticia social. Sin embargo, ya en el segundo canto, “Alturas de Macchu Picchu”, la injusticia social aparece en esa América precolombina, contradiciendo el ideal construido durante el primer canto. Neruda dedica aquí varios poemas a los esclavos que, dentro del Imperio Inca, construyeron Macchu Picchu, soportando grandes penurias.
La historia de la injusticia social, por supuesto, se agudiza con la llegada de los conquistadores a América en el tercer canto, llamado, precisamente, “Los conquistadores”. Las matanzas, la esclavización y los saqueos perpetrados por los colonos sobre los habitantes de los pueblos originarios ocupan gran parte de este canto.
De esta manera, Neruda, en su construcción poética de la historia, va avanzando en el tiempo y narra las injusticias sufridas por los obreros de las ciudades, los mineros, los comunistas que (como él) son perseguidos y los trabajadores agrarios, entre otros.
Esta narración de las diferentes injusticias sociales sufridas históricamente responde a un objetivo del autor: generar conciencia en los oprimidos, no permitirles que olviden el sufrimiento de lo que Neruda denomina “sus hermanos”, y lograr, finalmente, que reaccionen ante estas injusticias y se levanten en contra de sus opresores.
Comunismo vs. capitalismo
Este tema es crucial dentro de la obra. Neruda escribe su Canto general a finales de la década de 1940, cuando no solo ya forma parte del Partido Comunista hace años, sino que está siendo perseguido por el gobierno chileno, precisamente, por dicha filiación.
La obra se enmarca dentro de la estética del realismo socialista, que tiene como uno de sus principales fundamentos fomentar los valores comunistas. Partiendo de esa base, por supuesto, el Canto general constantemente elogia al comunismo soviético y a su líder, Iósif Stalin. El comunismo aparece en la obra como el camino que deben tomar los oprimidos para llegar finalmente al poder y dejar de sufrir las injusticias sociales a las que han sido sometidos históricamente.
En el polo opuesto está el capitalismo. Este aparece por primera vez dentro de la obra en el canto “La arena traicionada”, y es presentado como el motor que ha conducido a los americanos a traicionar a su propio continente. En este canto, en particular, se critica a las empresas estadounidenses que usufructuaron las tierras latinoamericanas para obtener ganancias.
Luego, el capitalismo aparece en la obra asociado a los poderosos de todo el mundo, no solo de Estados Unidos. Está ligado a la explotación de los obreros e incluso a la esclavitud. Neruda postula también que los políticos corruptos de Latinoamérica son manejados por los grandes capitalistas extranjeros. Además, dedica varios poemas a criticar a jueces, abogados (a quienes llama “abogados del dólar”) y diplomáticos, entre otros, por formar parte y ser funcionales a este sistema explotador del cual, por supuesto, también sacan provecho económico.
La relación del hombre con la naturaleza
La relación del hombre con la naturaleza aparece en el Canto general atravesada por las condiciones sociopolíticas. Durante toda la obra hay dos asociaciones que se oponen entre sí: por un lado, está el oprimido que conoce, ama y hasta forma una unidad con la naturaleza; por el otro, está el opresor que no respeta, explota y desconoce la naturaleza.
Tanto la tierra como los océanos son planteados dentro de la obra como elementos puros e incluso sabios. El continente americano está lleno de secretos y riquezas. ¿Quiénes son capaces de conocer esos secretos, de llegar hasta esas riquezas? Los habitantes de los pueblos originarios, los mineros, los trabajadores agrarios. ¿Quiénes usufructúan esos secretos y convierten las riquezas en dinero? Los dueños del poder: los conquistadores primero, los capitalistas luego.
Estos versos del poema “Los oficios” (perteneciente al canto “Los libertadores”), que narra el trabajo de los mineros, ilustran a la perfección esta dualidad opositiva que atraviesa toda la obra:
Y así abrieron los corredores
de tierra y piedra, metal y ácido (…)
y elevan las sales al cielo
diciendo como en el cuento,
en la historia celeste: ‘Este
es el primer día de la tierra’ (…)
Y apareció en camisa azul
el capitán de dientes blancos
el conquistador del salitre.
(p. 136)
Como vemos, los mineros son quienes, con su trabajo, llegan hasta lo más profundo de la tierra, hasta aquello que parece hacer nacido en el primer día del planeta, y es entonces cuando, bien vestido, llega el capitalista para adueñarse de la sal que el minero descubrió. Así, los conquistadores y los capitalistas, a través del usufructo, destruyen la naturaleza, la convierten en algo cruel: los pétalos se vuelven gotas de sangre, las flores se enrarecen, el oro puro, extraído de la mina, sagrado, se convierte en un adorno de gente deshonrada.
El rol de los artistas
Otro de los fundamentos del realismo socialista en el que se enmarca la obra es la funcionalidad política del arte. Toda obra debe ser útil políticamente para la sociedad, sobre todo para concientizar a los oprimidos. Neruda plantea su Canto general como una historia poética latinoamericana que despertará a “sus hermanos”. Así lo dice en el poema “La gran alegría”, perteneciente al canto “Yo soy”:
Escribo para el pueblo aunque no pueda
leer mi poesía con sus ovos rurales.
Vendrá el instante en que una línea, el aire
que removió mi vida, llegará a sus orejas,
y entonces el labriego levantará sus ojos,
el minero sonreirá rompiendo piedras (…).
Quiero que a la salida de fábricas y minas
esté mi poesía adherida a la tierra
al aire, a la victoria del hombre maltratado.
(p. 430)
El polo opuesto de esta estética lo encarnan aquellos artistas que “hacen arte por el arte”. Como hemos visto, Neruda, en el canto “La arena traicionada”, en el poema “Los poetas celestes”, critica a aquellos escritores que, en lugar de hacer política con su arte, se dedican a imitar modas europeas; a hacer, precisamente, “arte por el arte”. De estos, dice: “Qué hicisteis vosotros, gidistas,/ intelectualistas, rilkistas, (…)/ en una tumba, europeizados,/ cadáveres de la moda” (p. 173). Con "gidistas" Neruda remite a André Gide, así como con "rilkisitas" hace referencia a Rainer María Rilke, ambos autores europeos con mucha influencia a nivel mundial.
Queda claro, entonces, que para Neruda no hay un punto medio en relación con el rol que deben ocupar los artistas en la sociedad. El artista debe ocupar un rol políticamente activo, en el que la belleza debe estar supeditada a los fines sociales. Si no se cumple con esta premisa, el artista se convierte en cómplice de los opresores. De hecho, el poema “Los poetas celestes”, al estar dentro del canto “La arena traicionada”, da a entender que esos poetas no comprometidos con su arte son, incluso, traidores.
La traición
Este tema es fundamental dentro de la obra. Es abordado en general, haciendo un repaso de todos aquellos que traicionaron y/o traicionan al continente americano y a los oprimidos; y también tiene una encarnación particular: la obra apunta a un traidor de manera recurrente, el presidente de Chile, González Videla.
De acuerdo a la construcción histórica que hace Neruda de la historia americana, podría decirse que hubo un primer momento de libertad que se interrumpió con la llegada de los primeros opresores: los conquistadores europeos. Luego, sin embargo, en el canto “Los libertadores”, Neruda relata la liberación del suelo americano, la victoria sobre aquellos europeos. Es entonces cuando aparece la traición: los mismos americanos comienzan a vender su continente a los extranjeros y comienzan a explotar a sus “hermanos” continentales. Esto es trabajado por el autor en el canto “La arena traicionada”.
La traición es, sin lugar a dudas, el acto que más fustiga Neruda en su Canto general. Da la sensación, incluso, de que el autor comprende como parte de un movimiento lógico, dialéctico, el intento de conquista de las fuerzas extranjeras, pero no puede tolerar ni entender a aquellos americanos que atentan contra su propio territorio, contra su propio sangre.
¿Quiénes son los traidores? A nivel general, se nombra a las empresas estadounidenses que sacan provecho del suelo latinoamericano, los capitalistas de Wall Street, los dictadores de cada país latino, los jueces corruptos, los soplones; y la lista continúa. Pero si hay un traidor en particular, ese es González Videla.
En este punto, el Canto general es atravesado totalmente por la voz de Neruda, por la biografía del autor. González Videla, durante su campaña presidencial, se mostró como un líder popular, que tomaría medidas que favorecerían a los más carenciados. Tanto fue así que logró el apoyo del Partido Comunista, e incluso el del propio Pablo Neruda. Luego, al ganar las elecciones y asumir la presidencia, González Videla tomó otro rumbo. Sus medidas, lejos de favorecer a los más carenciados, fueron, desde la óptica de Neruda, serviles a los intereses extranjeros. La decisión de apoyar la Doctrina Truman, impuesta por el presidente de Estados Unidos Harry Truman, y perseguir a los comunistas es, sin dudas, el acto más claro al respecto. Y, por supuesto, Neruda fue uno de esos perseguidos. Es por eso que a lo largo de todo el poemario hay una gran cantidad de poemas en contra de González Videla. Uno de ellos, precisamente, se llama “González Videla el traidor de Chile”:
Es González Videla la rata que sacude
su pelambrera llena de estiércol y de sangre
sobre la tierra mía que vendió. Cada día
saca de sus bolsillos las monedas robadas
y piensa si mañana venderá territorio
o sangre.
Todo lo ha traicionado.
(p. 206)
La libertad
En el Canto general, la libertad aparece como el valor máximo al que pueden y tienen que llegar los oprimidos de Latinoamérica y del mundo.
La libertad reina en el primer canto, en la América idílica, precolombina, que construye Neruda. Esa libertad se pierde con la llegada de los conquistadores. A partir de entonces, comienza la historia del hombre latinoamericano en busca de recuperarla. La esclavitud domina el continente hasta que “Los libertadores”, que son construidos como héroes épicos, cortan las cadenas.
Sin embargo, el sueño de ser libres dura poco. El capitalismo aparece para volver a encerrar a los hombres. Aun sin ser considerados esclavos, los hombres viven como tales, a merced de las condiciones de explotación impuestas por los grandes capitalistas.
En ese contexto está situado el libro: en un mundo dominado por el capitalismo, que quita la libertad, a excepción de la Unión Soviética, donde gobierna el comunismo. Allí, según exclama en varios poemas, los hombres viven en verdadera libertad. He aquí, entonces, la propuesta de Neruda al hombre latinoamericano para derrotar las cadenas del capitalismo: apoyar la causa comunista e, incluso, dar la vida por ella. En el poema “Que despierte el leñador”, el yo lírico dice:
Unión soviética, si juntáramos
toda la sangre derramada en tu lucha (…)
tendríamos un nuevo océano (…).
En ese mar hunde tu mano,
hombre de todas las tierras,
y levántala para ahogar en él (…)
al que se unió con cien pequeños canes
del basural de occidente
para insultar tu sangre, Madre de los libres!
(p. 276)