...y no se lo tragó la tierra, del escritor chicano Tomás Rivera, es una novela atípica debido a su estructura fragmentaria y a la forma en que se desarrolla el rol del personaje anónimo que se configura como protagonista. Se publica en Estados Unidos, en 1971, en una edición bilingüe español-inglés, bajo el sello Quinto Sol, una editorial independiente de Berkeley, California, dedicada a la literatura chicana.
Un año antes, en 1970, la editorial premia una primera versión de esta obra que, para ese entonces, se trata de una colección de relatos unidos por una misma temática y titulada Debajo de la casa y otros cuentos. En ese acto de premiación y de promesa de publicación, tras el pedido de unión de los relatos en una novela, la obra se consagra desde un primer momento como un clásico de la literatura chicana. De este modo, el libro se publica con su primera edición titulada, ahora sí, con el nombre bilingüe, ...y no se lo tragó la tierra / …and the Earth Did Not Part. La traducción al inglés, bastante literal, la realiza Herminio Ríos. En 1987 aparecen dos nuevas traducciones: la edita Arte Público Press, con la traducción de Evangelina Vigil-Piñón, bajo el título …And the Earth Did Not Devour Him; y luego la traduce de forma más libre un amigo del autor, el escritor chicano Rolando Hinojosa-Smith, quien la titula This Migrant Earth. En 2012, en Argentina, la editorial Corregidor publica la versión original exclusivamente en castellano, con un estudio preliminar y, además, un anexo con otros textos del autor.
La novela está compuesta por veintisiete textos ambientados en el sur de Estados Unidos hacia la década de 1950 y protagonizados por inmigrantes mexicanos que están allí para desempeñarse como jornaleros. De estos textos, catorce son relatos breves con título, y trece son textos aún más breves, de un párrafo de extensión, que relatan anécdotas y se intercalan con los primeros. A falta de título, llamaremos a estos últimos “viñetas”, siguiendo la denominación utilizada por el crítico Gustavo Buenrostro. El primer relato, “El año perdido”, y el último, “Debajo de la casa”, se encuentran en posiciones significativas de la obra, dado que funcionan como el marco y son los que permiten otorgarle unidad al resto de los textos.