Resumen
Escena I
Cleante se enfrenta a Tartufo. Le exige que resuelva el conflicto entre Orgon y Damis. Sin embargo, Tartufo le responde que, si Damis fue castigado por Orgon, fue por designio del cielo. Cleante le dice que esa afirmación no le parece propia de un hombre piadoso, y que los castigos deberían estar en manos de Dios, sin que ningún hombre tenga nada que ver. Tartufo, entonces, se marcha, alegando que tiene “deberes piadosos” que realizar.
Escenas II-IV
Orgon, Mariana, Elmira, Cleante y Dorina conversan. Mariana le ruega a su padre que no la case con Tartufo, que si quiere le dé a este los bienes de ella, pero que no la entregue. Orgon se niega rotundamente al pedido de su hija. Elmira, entonces, afirma que las acusaciones de Damis sobre Tartufo fueron verdaderas, pero Orgon le responde que la tranquilidad que demostró ella durante ese momento contradice tal acusación. Ella le explica a su marido que la calma es más eficaz que la ira para enfrentar situaciones difíciles, especialmente en cuestiones que se relacionan con los hombres. Para convencerlo de la maldad de Tartufo, Elmira sugiere que Orgon se esconda y escuche a escondidas una conversación entre ella y Tartufo. Él está de acuerdo. Dorina le advierte a Elmira que tenga cuidado, ya que Tartufo es complicado y manipulador.
Orgon se esconde debajo de una mesa. Elmira le pide que disculpe su coqueteo, pero que debe actuar así para atraparlo. Le exige que se quede escondido hasta que esté absolutamente convencido de la maldad de Tartufo.
Escenas V-VIII
Cuando Tartufo entra, Elmira le muestra su felicidad por la decisión que tomó Orgon de que ahora ellos pasen más tiempo juntos, a solas. Tartufo sospecha de esta actitud de Elmira, totalmente diferente de la primera reunión que tuvieron. Ella le recuerda su actitud ante el conflicto de Damis, cómo no lo denunció, sino que le pidió a Damis que se tranquilice. Luego le sugiere que se opuso al casamiento entre él y Mariana porque no quiere que el hombre que desea se case con otra persona.
Tartufo comienza a ceder y a creerle a Elmira, pero le exige una prueba física de su afecto para terminar de convencerse. Elmira se siente incómoda y comienza a toser para advertir a Orgon. Considera que esto ya lo debe haber convencido de los oscuros deseos de Tartufo, pero Orgon no sale de su escondite. Entonces Elmira le exige a Tartufo un poco de paciencia, pero él insiste en que deben gozar su amor de inmediato. Finalmente, Elmira acepta la proposición, aunque le exige que mire fuera del cuarto para asegurarse de que Orgon no esté cerca. Tartufo, entonces, se va de la escena.
Orgon sale de su escondite, totalmente enfurecido con Tartufo. Afirma que es un hombre que proviene del infierno. Cuando Tartufo regresa, se sorprende de ver allí a Orgon, quien lo insulta, lo acusa de traidor y de haberle arruinado la vida. Tartufo intenta dar explicaciones, pero Orgon lo interrumpe y lo echa de la casa. Sin embargo, Tartufo le recuerda que ahora tiene en su poder la escritura de su casa y promete castigar a la familia por este maltrato recibido.
Después de que Tartufo se va, Elmira le pide a Orgon que explique lo que quiso decir Tartufo. Orgon, entonces, se lamenta de haberle dado a Tartufo sus bienes, como así también una caja que contiene documentos que pueden comprometerlo. Sale corriendo para ver si la caja aún está en la casa.
Análisis
En el cuarto acto, las cosas comienzan a desmoronarse. Orgon, finalmente, comprende que fue brutalmente engañado por Tartufo, y que su enorme confianza hacia él puede causarle graves problemas a la familia. Aunque hay muchos momentos cómicos en el acto (particularmente en la falsa seducción de Elmira a Tartufo), este finaliza con mucha tensión. La misteriosa caja con documentos es utilizada por Molière para mantener intrigado al público, que ya siente la tensión en relación con los papeles de la casa, pero no sabe qué puede haber en esa caja que sea peor incluso que quedarse sin vivienda.
Algo importante a destacar es, precisamente, la importancia de la casa. Muchos críticos afirman que, a diferencia de Shakespeare, Molière le dedicó muy poco esfuerzo a desarrollar los ambientes de sus obras de un modo realista; que, incluso, subestimaba la utilería y la escenografía. En realidad, lo que se propone hacer Molière es ponderar los diálogos y los conflictos humanos por sobre la ambientación. Al no armar una escenografía realista, los espectadores deben concentrar toda su atención en lo que sucede entre los personajes. En este sentido, la casa es muy importante como un símbolo de poder burgués, más allá de cómo sea dicha casa en términos materiales.
Este valor simbólico de la casa burguesa parisina aparece en la escena inicial de la obra. Allí se comprende que el poder burgués está en riesgo, ya que ha entrado alguien en la casa que rompió la armonía: Tartufo. La casa está contaminada. Tartufo es como un parásito que se alimenta de los habitantes del hogar, y de los beneficios del hogar en sí. Es el que más bebe, come y duerme. Estos excesos de Tartufo contrastan con la limpieza y el orden de la típica casa burguesa parisina. Es interesante ver el modo en que Dorina, en el segundo acto, le describe a Mariana cómo será su futuro con Tartufo: un futuro embrutecedor, rural, alejado del brillo y la elegancia de la vida parisina.
Paradójicamente, Orgon y Madame Pernelle quieren que Tartufo viva con ellos para “limpiarlos”. Tal como se muestra en la primera escena, para Madame Pernelle la casa es un lugar ruidoso, conflictivo, que da lugar a los chismes. Tartufo aparece como aquel que limpiará el hogar de todas estas malas costumbres burguesas y los pondrá en la senda hacia el cielo.
El conflicto, entonces, se establece desde el principio de la obra en torno a la casa como valor simbólico. La primera escena ya pone en el foco en quién debe controlar la casa. En este cuarto acto, ya el problema es quién se queda con la casa. Es decir, quién detenta el poder burgués. El crítico Quentin Hope afirma que cuando un burgués perdía su casa, también perdía su identidad. En este sentido, durante toda la obra vemos cómo Tartufo se va adueñando de la casa (desde el principio la controla, y luego tiene los papeles) y de la identidad de Orgon que, como hemos visto, se duplica en él constantemente. Cuando se rompe el encantamiento y Orgon se da cuenta, en este cuarto acto, de que Tartufo no es como él cree que es, ya parece ser demasiado tarde. El control de la casa está absolutamente en manos de Tartufo.