Resumen
Escena I
Toda la obra transcurre en la casa de Orgon y Elmira. Comienza cuando Madame Pernelle, la madre de Orgon, se está preparando para abandonar la casa. Llama a su sirvienta, Flipota, para que se apure con los preparativos y se marchen inmediatamente. Cuando su nuera, Elmira, le pregunta por qué tiene tanta urgencia en irse, Madame Pernelle acusa a la familia de ser inmoral, y no escucha ni a sus nietos Damis y Mariana, ni a la sirvienta Dorina, ni al hermano de Elmira, que tratan de argumentar en contra de su partida.
Luego, Damis menciona a Tartufo, y Madame Pernelle afirma que la familia debería prestarle más atención a él. Damis argumenta que Tartufo es un aguafiestas que quitó toda la alegría de la casa, además de ser un farsante que engañó a su padre. Pero Madame Pernelle insiste en que ellos deberían imitar a Tartufo para ponerse en el camino que conduce al cielo en lugar de estar acusándolo de hipócrita.
Dorina intenta argumentar que Tartufo y su criado, Lorenzo, son unos canallas. Madame Pernelle la refuta, afirmando que ella no conoce a Lorenzo, y luego dice que los vecinos comenzaron a chismosear acerca del ruido constante que hay en la casa por recibir tantas visitas. Cleante sugiere que es algo natural de los vecinos chismosear, mientras que Dorina habla en contra de una vecina llamada Dafne que, ahora que es vieja, se hace la virtuosa cuando en realidad solo lo es porque los hombres no la desean más.
Antes de irse, Madame Pernelle afirma que su hijo Orgon hizo algo muy sabio al traer a vivir a Tartufo a la casa. Luego se va junto a Flipota.
Escenas II-V
Mientras que Elmira y los hijos de Orgon acompañan a Madame Pernelle a la salida, Cleante y Dorina siguen hablando en escena. Dorina se lamenta porque Orgon, que antes era sano y mesurado, ahora está intoxicado por la charlatanería de Tartufo. Según ella, es desconcertante ver a Orgon tan embrutecido cuando hace poco tiempo sirvió al rey con coraje durante los disturbios.
Reaparece Elmira y anuncia que Orgon está llegando. Damis está preocupado porque teme que su padre no permita la boda entre Mariana y su amado Valerio, tal como lo ha prometido. Damis sabe que Tartufo se opone a tal casamiento y cree que Orgon va a hacerle caso. Le pide a Cleante que hable con su padre acerca del asunto.
Orgon entra enérgicamente al cuarto y le pregunta a Dorina cómo se encuentran todos de salud. Mientras que ella le explica que Elmira sufrió terribles dolores de cabeza, Orgon pregunta por la salud de Tartufo. Dorina continúa describiendo el sufrimiento de Elmira, pero Orgon sigue preguntando por Tartufo y lamentándose por “el pobre hombre” cuando, en realidad, todo lo que cuenta Dorina de él es que gozó de buena salud, y comió y bebió en grandes cantidades.
Escena VI
Todos salen de escena, excepto Cleante y Orgon. Cleante confronta a su cuñado en relación con la influencia que tiene Tartufo en la casa: insiste en que hay muchos hombres como Tartufo que se muestran virtuosos solamente para conseguir beneficios. Sin embargo, Orgon describe cómo Tartufo lo único que hace es inspirar amor, y le cuenta cómo lo conoció: Tartufo entró a la iglesia un día, siendo un desconocido para todos, y comenzó a regañarse a sí mismo en el altar por sus pecados, y a lamentar su pobreza. Cuando Orgon intentó darle dinero, Tartufo solo aceptó la mitad, y le pidió que el resto fuera para los pobres. Orgon entonces escuchó un llamado del cielo que le exigía que llevara a Tartufo a la casa. Allí, según Orgon, Tartufo, además de inspirar a la familia con sus valores, es muy útil porque protege a Elmira de los intentos de seducción por parte de otros hombres.
Cleante insiste en desconfiar de Tartufo, pero Orgon lo acusa de ser ateo y un peligroso libre pensador. Cleante le dice a su cuñado que está confundiendo hipocresía con verdadera devoción. Afirma que los hombres en verdad piadosos no intentan demostrar que lo son constantemente, mientras que los farsantes hacen gala todo el tiempo de su supuesta bondad. Cuando Orgon, cansado de escuchar a Cleante, está por irse, este le pregunta por la boda de Mariana. Orgon no responde a la pregunta, por lo que Cleante insiste, pero su cuñado evita responderle una y otra vez.
Análisis
La obra comienza mostrando un conflicto familiar en el que aparecen inmediatamente la religión y la moralidad, temas centrales de la obra. Ese conflicto inicial nace de la afirmación de Madame Pernelle acerca de que quienes habitan la casa de su hijo carecen de verdadera piedad y devoción. Es importante destacar que, para la sociedad francesa de la época en que Molière escribe la obra, la religiosidad y la moral no son virtudes diferentes: la moral nace de la religiosidad.
Rápidamente, ese conflicto inicial se concentra alrededor de Tartufo, a quien Madame Pernelle pone de ejemplo, convirtiéndolo en el protagonista de la obra pese a que este no entra en escena hasta el acto III. El problema de Madame Pernelle es que confía en la apariencia piadosa de Tartufo, y la contrapone con el supuesto libertinaje de la familia (que, como se ve después, no es tal). Es decir, el problema de Madame Pernelle es que se guía por las apariencias. De este modo, ya al final de la primera escena, el conflicto entre realidad versus apariencia está establecido en la obra.
Algo muy interesante de esta primera escena es que sea Dorina quien demuestra mayor carácter y capacidad argumentativa. Pese a ser la sirvienta, es el único personaje capaz de enfrentar a Madame Pernelle, mientras que el resto no llega ni siquiera a elaborar una frase cuando intentan darle sus argumentos. Esto se debe, posiblemente, a que Dorina, por ser la sirvienta, no debe responder a los mandatos morales que exige Madame Pernelle de su familia. Es decir, Dorina es un personaje que está en la familia, pero que no pertenece a ella, y eso le da mayor libertad para discutir acerca de cuestiones morales.
Apenas Orgon entra a escena, se ve inmediatamente que está bajo el hechizo de Tartufo. El ridículo intercambio con Dorina acerca de la salud de Elmira y Tartufo, en el que Orgon se preocupa por este último, quien durmió, comió y bebió en abundancia, en lugar de preocuparse por su mujer, que sufrió dolores de cabeza, tiene la función de demostrar tal hechizo.
En definitiva, a Orgon le sucede lo mismo que a Madame Pernelle: ambos ponen por encima de su familia a Tartufo. Convierten a este en una especie de Dios, en un falso ídolo. Ahora bien, Orgon, al estar totalmente ciego por su fe en Tartufo y en la religiosidad que este encarna, siente que tiene la autoridad para castigar a cualquiera que no esté de acuerdo con él. Incluso, acusa a Cleante de ateo, una acusación gravísima en la época en que Molière escribe la obra. La ironía es que Cleante es, justamente, quien más se está preocupando por el bienestar de la familia, intentando proteger a todos de Tartufo, el falso ídolo. De esta manera, Molière advierte acerca de la ceguera que puede traer consigo la religiosidad extrema y la creencia desesperada; una ceguera que bloquea la razón y que, por supuesto, no solo aleja a las personas de Dios, sino también de la verdad que tienen delante de sus narices.
La descripción de Cleante acerca de cómo son los hombres como Tartufo es fundamental. Sintetiza el tema principal de la obra. Cleante describe a Tartufo como un farsante, un hombre con falsa espiritualidad, capaz de matar en el nombre de Dios para obtener beneficios personales. La separación entre lo que un hombre es y lo que aparenta ser está en el centro del argumento de Cleante, para quien los verdaderos piadosos no hacen gala de dicha piedad, mientras que los falsos piadosos no dejan de exagerar su apariencia devota y bondadosa.
Debido a este planteo sobre la verdadera devoción en contra de las apariencias, la obra se vuelve controversial en su época, ya que la iglesia se siente atacada. En realidad, Molière no está interesado en atacar la religión, sino en demostrar cómo esta puede mezclarse con la hipocresía. En Tartufo, tanto el engañador como el engañado abusan de la religión: el primero abusa deliberadamente para disfrazar sus malvadas intenciones; el segundo abusa sin querer y termina negando la verdad que tiene frente a sí.
En este sentido, hay que detenerse para analizar cómo Cleante y Damis, cada uno a su manera, intenta enfrentarse a la hipocresía. Por un lado, Cleante representa la voz de la razón. A través de su ingenio y su capacidad retórica se enfrenta a Orgon demostrándole que está siendo engañado por un farsante. Incluso, se puede pensar que Cleante representa la voz y el pensamiento de Molière. Es interesante que la opinión de Cleante sea desacreditada radicalmente por Orgon. En definitiva, puede decirse que lo que le sucede a Cleante es lo mismo que le sucede a Molière cuando su obra es censurada por fanáticos religiosos que no escuchan sus argumentos y lo desacreditan, cegados por dicha religiosidad.
Por otro lado, Damis quiere desenmascarar la hipocresía a través de la violencia, lo que lo lleva a tomar decisiones improductivas. Tanto él como Cleante defienden la verdad, pero Cleante representa la sabiduría, mientras que Damis encarna a la persona impulsiva. De todos modos, ambos fracasan al intentar detener los planes de Tartufo. Como señala la crítica Pamela Saur: “Cleante representa un exceso de racionalidad, y Damis, un exceso de irracionalidad”. Ambos extremos, ambos excesos, son representados por Molière para demostrar que lo que se debe encontrar es el equilibrio entre un punto y el otro; un equilibrio que, como veremos más adelante, lo encuentra Dorina.