El machismo
Tanto en el Tomo 3, situado en Europa, como en el Tomo 4, situado en Irán, el machismo reinante en ambas sociedades se evidencia en repetidas y variadas ocasiones. Las diferentes reacciones de la protagonista, a la vez, demuestran una progresiva toma de conciencia respecto del tema. Podría decirse, incluso, que a través del machismo se puede trazar un arco de madurez de la protagonista quien pasa de, prácticamente, desestimar el tema a considerarlo tan importante que le hace decidir cambiar su vida.
El inicio de este arco se puede marcar en el momento en que Marjane lee El segundo sexo de Simone de Beauvoir, una obra fundamental para comprender las diferencias sociales de género y el sometimiento sufrido por las mujeres históricamente. Sin embargo, la protagonista, tras leerlo, hace referencia solamente a un fragmento del libro que “explicaba que si las mujeres hicieran pipí de pie, su concepción de la vida cambiaría” (Tomo 3, p. 24), y muestra indiferencia e incluso algo de sorna respecto a la idea. Una viñeta la muestra a ella orinando de pie y afirmando que intentó hacer pis de este modo, pero que le goteaba la pierna, y eso era algo un poco asqueroso.
El otro extremo del arco se puede marcar cuando Marjane decide irse de Teherán porque allí las leyes islamitas son esencialmente machistas. Esta partida, además, viene acompañada de su decisión de divorciarse. La protagonista comprende que nunca podrá ser una persona libre estando en un Estado que somete a las mujeres, ni tampoco casada con un hombre iraní, que forma parte (aún siendo disidente del régimen islámico) de la idiosincrasia machista y tradicionalista de ese país. Marjane sabe, por experiencia propia, que en Europa también la sociedad es machista, pero al menos allí no son las leyes las que avalan y favorecen el sometimiento a la mujer.
De un extremo al otro de este arco, suceden innumerables situaciones que van generando esa concientización de la protagonista.
En Europa, entre otras cosas, es tratada como prostituta tanto por la madre de Markus como por la Doctora Heller, solo por estar con un chico europeo (aquí, además, el machismo se mezcla con el racismo); es manoseada en un café mientras trabaja como mesera sin que esto tenga ninguna consecuencia y sea meramente “un chiste”; Markus se aprovecha de ella exponiéndola al peligro de que sea la encargada de comprar drogas.
En Irán, el machismo es aún más evidente y desmesurado. En principio, Marjane, como el resto de las mujeres, no puede mostrar el cabello ni ninguna parte de su piel, excepto su cara. Tampoco se puede maquillar. Incluso es detenida cuando está corriendo el ómnibus porque su cuerpo hace movimientos impúdicos. El régimen, además, impone que el divorcio sea potestad del hombre. El padre de Marjane le exige a Reza que firme la opción “Derecho a divorcio” al casarse para garantizarle a Marjane la libertad de que podrá tomar esa decisión (el hecho de que tenga que pedirlo el padre también es una demostración de la falta de voz y poder de la mujer). A la vez, Marjane es advertida por una amiga de que, si se divorcia, será tratada por todos los hombres como una prostituta. Y los ejemplos pueden continuar. Quizás el más terrible es el que cita la protagonista justo antes de afirmar que se va a ir de Teherán: “Si un hombre mata a 10 mujeres en presencia de otras 15, nadie puede condenarlo como asesino, porque en un caso de asesinato ¡las mujeres no podemos prestar declaración!” (Tomo 4, p. 95).
La tiranía del Estado
El Tomo 3 comienza con la llegada de Marjane a Europa. Su partida de Irán a los catorce años está motivada por el riesgo que corre una adolescente rebelde, como la protagonista, viviendo bajo la tiranía del régimen islámico.
Marjane en Europa vive con libertad, sin temor de ser arrestada por cualquier insignificancia, pero sufre un montón de otros conflictos personales que la empujan a tomar la drástica decisión de, a sus dieciocho años, regresar a Irán, junto a sus seres queridos. Antes de partir de Europa, la protagonista se pone el pañuelo (símbolo de la tiranía del régimen) y afirma: “Y se fueron a tomar por viento mis libertades individuales y sociales” (Tomo 3, p. 94). La protagonista regresa a Irán sabiendo lo que le espera: la pérdida absoluta de la libertad.
Y sus expectativas no fallan. Ya en el aeropuerto, mientras le revisan sus pertenencias en busca de “elementos occidentales”, siente la tiranía del régimen islámico. Ahora bien, Irán no es el mismo que era cuando ella partió. Durante los años en los que estuvo ausente, el régimen logró imponer un control absoluto sobre la sociedad. Antes de que ella partiera, en 1984, aún existían, por ejemplo, manifestaciones públicas en contra del régimen. Tras su regreso, Marjane afirma que ese tipo de manifestaciones no existen más: el gobierno asesinó a tanta gente que ya nadie se atreve a decir nada en contra suyo.
Incluso, el régimen ahora es aún más severo y tiene mucha más presencia en la vida cotidiana de la población. Marjane es detenida, por ejemplo, por usar unos calcetines rojos o por correr el ómnibus. La protagonista afirma que la estrategia del gobierno es imponer su tiranía hasta en los mínimos detalles para lograr que la gente esté pensando, precisamente, en cómo está vestida o en si unos calcetines rojos le traerán problemas, en lugar de pensar en las cosas importantes como la libertad de expresión.
El pueblo iraní, según Marjane, ya está totalmente resignado. Solamente quiere “vivir en paz”. Es decir, sin meterse en problemas con el Estado. En la página 81 hay una viñeta absolutamente irónica que muestra a una familia sonriente que es apuntada por numerosos fusiles. El texto que la acompaña dice: “El régimen tenía el poder absoluto. Y la mayor parte de la gente, en busca de una cierta felicidad, había olvidado su conciencia política” (Tomo 4, p. 81).
La guerra
Durante el desarrollo de la obra, se desatan dos guerras: la Guerra entre Irán e Irak, y la Guerra del Golfo (entre Irak y Kuwait). Ambas son en Oriente Medio.
La guerra entre Irán e Irak comienza en 1980. Aparece al final de la acción del primer tomo de Persépolis y está presente durante todo el segundo tomo. El conflicto dura hasta 1988. Es decir, durante todo el desarrollo de la acción del tercer tomo aún está vigente. Ahora bien, la acción del tercer tomo sitúa a Marjane en Viena lo que genera que los últimos años de la guerra sean vividos por la protagonista de manera lateral. Marjane, además, evita ver las noticias e intenta olvidarse día a día que sus padres pueden morir en un bombardeo en cualquier momento.
Recién en el cuarto tomo, cuando Marjane regresa a Irán, ya con el conflicto bélico finalizado, la guerra vuelve a estar en primer plano dentro de la obra, pero esta vez a través del relato de los hechos por parte del padre de Marjane. Este es el único gran monólogo que hay en toda la novela. El padre de la protagonista narra detalladamente cómo fueron los últimos años del conflicto y, además, da su opinión acerca de los entretelones que, en realidad, motivaron la guerra.
Este es un punto fundamental. Satrapi, la autora, entre sus motivaciones para realizar la obra tiene (como ella misma lo afirma) la de intentar mostrar la realidad iraní desde un punto de vista, precisamente, iraní, ya que considera que su país siempre es juzgado desde una perspectiva occidental que lo limita y lo encasilla como un país esencialmente bélico y fundamentalista.
Ese punto de vista iraní (en este caso sobre la guerra) es el que aparece en el monólogo de su padre, quien (además de narrar hechos históricamente comprobados) afirma, por ejemplo, que la guerra entre Irak e Irán fue impuesta por occidente, que le vendió armas a ambos ejércitos para que estos países se destruyan entre sí y no sean una amenaza económica ni militar. Si bien esto no está avalado como un hecho histórico, comprobado, sí refleja la opinión general que tiene el pueblo iraní acerca de los verdaderos motivos de la guerra. Incluso, ellos la llaman la “Guerra Impuesta”.
La Guerra del Golfo, por su parte, comienza en 1990. Aparece, por lo tanto, en la acción del cuarto tomo. Marjane ya ha regresado a Irán, pero al ser una guerra que no implica directamente a su país, también es vivida lateralmente. En ningún punto determina las acciones de la protagonista ni de su familia.
Sin embargo, aquí también la autora decide que aparezca el punto de vista iraní sobre el conflicto. En esta ocasión no lo hace a través de un monólogo, sino a través de una conversación familiar. En esta se hace hincapié, fundamentalmente, en que la intervención de Occidente en la guerra está motivada solamente por el interés en el petróleo. Por supuesto, esta afirmación contrasta con la de los países autodenominados “liberadores” que intervinieron en la guerra, liderados por Estados Unidos, que afirman que dicha intervención estuvo motivada por la defensa a los derechos humanos de los kuwaitíes ante la invasión iraquí.
El eurocentrismo
Se denomina eurocentrismo a la visión que parte desde la premisa de que lo correcto o, al menos, lo normal es, justamente, lo europeo. Marjane, durante su estadía en Viena, constantemente es percibida y juzgada desde esta óptica.
Por ejemplo, Marjane es elegida por Julie para formar parte de su grupo de amigos europeos porque ella es distinta: es de un país tercermundista y, además, vivió una guerra. En este caso, Marjane sufre discriminación positiva. No es parte de un grupo de amigos por un sentimiento verdadero o por reales afinidades, sino porque desde la mirada eurocentrista de ellos es exótica, llamativa, marginal.
Hay varias escenas en donde sus amigos le explican distintas cuestiones de la cultura europea como si esta fuera superior a la cultura iraní y ella, por ende, fuera una ignorante. Sus amigos no consideran que su falta de saber en relación con dichas cuestiones se deba a la diferencia entre sus países, sino que se sienten más cultos que ella y se lo demuestran todo el tiempo.
Por su parte, Julie también trata de ignorante a Marjane cuando le habla acerca de la sexualidad. Es cierto que Marjane prácticamente no tiene conocimientos acerca de la sexualidad adulta (en Irán, durante su infancia, era un tema tabú) y Julie sí los tiene, pero también es cierto que Julie se muestra superior a ella cuando le cuenta con cuántos hombres estuvo, que toma la píldora para no quedar embarazada, que prefiere no usar preservativo, como si su libertad sexual europea la hiciera más sofisticada que su “pobre” amiga iraní.
Marjane hace un gran esfuerzo por integrarse a las costumbres de sus amigos, por ser parte de la cultura europea como si realmente ella fuera europea. El eurocentrismo la atrapa. Esta transformación la hace sentir una farsante durante varios meses hasta que se pelea con sus amigos, afirma a los gritos que está orgullosa de ser iraní e intenta vivir a su manera, sin pretender hacerse pasar por una europea.
En el último tomo, el eurocentrismo aparece cuando la familia ve por televisión el informe acerca de la reacción europea ante el comienzo de la Guerra del Golfo. En el informe se ve a los europeos horrorizados porque creen, por ejemplo, que habrá atentados en Europa. La familia Satrapi se ríe a carcajadas al ver tal muestra de desconocimiento de la realidad que, además, deja en evidencia que los europeos se consideran el centro del mundo.
La discriminación
Este tema, en principio, tiene una estrecha relación con el tema previamente analizado, el eurocentrismo, ya que la discriminación que sufre la protagonista, sobre todo en el tercer tomo, suele estar ligada a su origen extranjero. Por ejemplo, el primer acto de discriminación que sufre Marjane es por parte de una monja de la residencia que le grita: “Es verdad lo que dicen de los iraníes. No tienen ninguna educación” (Tomo 3, p. 26).
Sin embargo, hay otro tema, previamente analizado, que también se liga a la discriminación: el machismo.
Durante el tercer tomo, varias de las frases discriminatorias que sufre la protagonista atacan tanto su condición de extranjera como su condición de mujer. Por ejemplo, la madre de Markus la acusa de que está con su hijo porque quiere conseguir un pasaporte. Es difícil de pensar que esta acusación sería hecha a un hombre iraní que está con una mujer austríaca, ya que, en su esencia, se apoya sobre la idea de que las mujeres se aprovechan de los hombres para obtener beneficios. En la misma línea aparece la escena con la Doctora Heller en la que esta, tras encontrarla con Markus en su casa, acusa a Marjane de ser una prostituta. Esto, a priori, podría leerse como una acusación que no se relaciona con la condición de extranjera de Marjane, pero la protagonista advierte que no es así, y le dice: “¿Para usted, los austríacos no salen con chicas como yo? ¿Verdad?” (Tomo 3, p. 70).
En el Tomo 4, la discriminación por ser extranjera desaparece, ya que Marjane está de vuelta en su país. Sin embargo, la discriminación por ser mujer se agudiza hasta volverse indiscernible del machismo. Como hemos visto, el régimen islámico, desde sus leyes, apoya a una sociedad que, en su idiosincrasia, es profundamente machista. Las discriminaciones que sufre Marjane (y todas las mujeres) van desde las prohibiciones legales que deben sufrir a la hora de vestirse, maquillarse, hasta la falta de derechos (por ejemplo, el derecho al divorcio). Además, como correlato de las leyes islamitas, las mujeres son discriminadas también por la población civil. Por ejemplo, Marjane es tratada como “puta” (por sus amigas y luego sus compañeras de universidad) solo por haberse acostado con diferentes hombres; y luego teme divorciarse porque si lo hace será considerada una prostituta.
El amor de pareja
Este tema es transversal en estos últimos dos tomos de Persépolis en los que se narra la adolescencia y el ingreso a la adultez de la protagonista.
Marjane tiene sus primeras experiencias amorosas en Viena, lejos de su familia. Estas no solo están marcadas por el descubrimiento de un universo nuevo (que, entre otras cosas, incluye el descubrimiento de la sexualidad junto a otra persona), sino que también están marcadas su soledad y su necesidad afectiva.
La primera relación amorosa de Marjane es con Enrique. La protagonista tiene dieciséis años y una enorme ansia por descubrir y explorar nuevos mundos. Se fascina porque Enrique tiene amigos anarquistas (aunque, al final, le parecen ridículos); se fascina porque toca el piano; quiere junto a él tener sus primeras relaciones sexuales. Es en este punto donde Marjane sufre su primer traspié: no tiene relaciones con él porque Enrique descubre que es homosexual.
Tras esta primera frustración amorosa, Marjane cambia. Bajan sus ansias y expectativas, y aflora en ella cierta apatía. Aunque se siente muy sola, comprende que no debe depender de una pareja para sentirse bien. Es entonces cuando comienza a consumir marihuana con mucha frecuencia. Y es entonces también cuando, en el momento más inesperado, conoce a Markus. Tal como lo afirma ella: “Las cosas llegan cuando menos las esperas. Aquello era la felicidad” (Tomo 3, p. 68).
Esta es la primera relación seria de Marjane. Junto a él pasa la mayor parte de su tiempo. Comparten amigos. Terminan el instituto e ingresan a la universidad. Sin embargo, esa apatía de Marjane no desaparece. Su consumo de marihuana se incrementa y va alejando cada vez más a Markus de ella. Finalmente, Marjane descubre que Markus la engaña y la relación se termina.
Si ya la frustración con Enrique había generado cambios en Marjane, la transformación que sufre el personaje tras la ruptura con Markus es brutal. Marjane entra en una decadencia absoluta. Se va a vivir a la calle y vive como una mendiga hasta llegar al punto en el que casi muere. Como vemos, las relaciones amorosas implican, para la protagonista, atravesada por la soledad de vivir en el extranjero, mucho más que lo que se esperaría. Incluso, Marjane, en retrospectiva, afirma sobre Markus: “Hoy en día, con la perspectiva, no lo culpo. Markus tenía una historia, una familia, amigos. Yo solo lo tenía a él. Quería que fuera mi novio, mi padre, mi madre, mi doble” (Tomo 3, p. 86).
La tercera y última relación de Marjane es con Reza, ya en Irán. Si la relación con Markus es su primera relación seria, esta ya es su primera relación adulta. La protagonista desde que ha vuelto a su país ha sufrido muchísimo en el proceso de readaptación. Recién cuando decide convertirse en una mujer prototípica iraní para poder sobrevivir en su país, puede conocer a alguien. Ese alguien, Reza, precisamente, se enamora de ella porque ve en Marjane a esa mujer prototípica iraní que le dedica un gran cuidado a su estética y vive sonriente, sin hacerse grandes cuestionamientos.
En definitiva, para ingresar a su adultez, Marjane debe intentar ser otra persona. Con esa “otra persona” se casa Reza. Por supuesto, los resultados de este matrimonio no son fructíferos. Marjane, luego de la boda, intenta seguir siendo ese mujer prototípica, pero no lo logra, y cuando vuelve a ser como realmente es, la relación con Reza se desmorona.
Nuevamente, el final de su relación vendrá acompañado por un cambio más drástico en la vida de la protagonista. Si el final de la relación con Markus le demostró que estaba demasiado sola y debía volver a Irán; el final de la relación con Reza le demuestra que no puede seguir viviendo allí, en donde para poder sobrevivir debe dejar de lado su esencia, limitar sus ansias de libertad y tolerar el sometimiento machista, tanto de su marido como del régimen. Tras el divorcio, Marjane vuelve a irse a Europa.
La libertad
Este es un tema que atraviesa cada uno de los tomos de Persépolis. La represión del régimen islamita en Irán convierte a la libertad en el sueño más anhelado de la protagonista.
Sin embargo, la idea de ser libre se complejiza profundamente en el tercer tomo, durante la estadía de Marjane en Viena. En primer lugar, porque la protagonista apenas llega, advierte que no por estar en suelo europeo ya es más libre. Marjane, al llegar, primero vive en la casa de Zozo en la que se siente absolutamente encerrada. Y de ahí se va a vivir a una residencia de monjas en la que también hay reglas muy estrictas que coartan su libertad. La protagonista siente una primera desilusión en relación al ideal de vivir libremente en Europa. Advierte que, en realidad, en la casa de sus padres, en Teherán, se sentía más libre que en esos primeros lugares de residencia en Viena.
Aquí es importante separar a la libertad en el ambiente privado de la libertad en el ambiente público. Marjane siente al llegar a Europa que tiene una mayor restricción en el ambiente privado de su libertad, dentro de los hogares. Sin embargo, la diferencia en términos de la libertad pública es notoria. Marjane, por ejemplo, puede salir a la calle vestida como quiere. La protagonista recién se sentirá libre en su entorno privado cuando abandone la residencia de monjas y se vaya a vivir a la casa de Julie.
Entonces, la protagonista no solo podrá tener una vida en la que no está preocupada por ser detenida por cualquier nimiedad, sino que además conocerá un aspecto de la sociedad europea que la fascinará: la libertad sexual. Incluso, puede afirmarse que la libertad sexual que tienen los jóvenes es el único punto de la cultura europea con el que Marjane está totalmente de acuerdo, y que percibe como algo realmente superador de lo que sucede en Irán.
Hay otros puntos en los que Marjane siente que el modo en que los europeos ejercen su libertad es incorrecto. Por ejemplo, la protagonista no ve con buenos ojos el hecho de que Julie pueda irse a cualquier lado sin tener que, ni siquiera, decirle a su madre a donde va. Para Marjane, los padres son sagrados y merecen más respeto por parte de sus hijos.
Otro punto en el que aparece la libertad de una manera negativa se ve en la escena en la que Marjane es manoseada por un cliente en el café en el que ella trabaja como camarera, y eso es simplemente un chiste. En Irán, a una persona que hace eso la encarcelarían. Incluso, Marjane hace encarcelar a un inocente en el Tomo 4 porque, en teoría, le dijo cosas indecentes. En este caso, la libertad plantea un dilema. El hecho de que las personas puedan vivir sin estar bajo la opresión de un régimen les permite, muchas veces, realizar cosas indebidas sin ningún tipo de penalidad. Por supuesto, Marjane no cree que la tiranía de un régimen sea la solución. Pero hay grises.
Marjane llega a Europa con el ideal de que la libertad que se vive allí debe haber generado una sociedad también ideal, culta, en la que cada uno respeta sus derechos y los del prójimo. Este ideal desaparece rápidamente.
Por otro lado, Marjane en Europa descubre que la libertad no es el equivalente de la felicidad. La protagonista, para ser libre, debe alejarse de todos sus seres queridos. Y es cierto que la libertad de vivir en un país en donde el gobierno no es tiránico le permite explorar su adolescencia de una manera en la que no podría haberlo hecho en Irán; pero también es cierto que Marjane es tan libre, que termina su estadía en Europa viviendo en la calle, como una mendiga, sin que nadie se ocupe de ella.
Incluso, en su decisión de regresar a Irán, la protagonista incluye también la decisión de sacrificar su libertad. Afirma: “Y se fueron a tomar por viento mis libertades individuales y sociales” (Tomo 3, p. 94).
Por supuesto, de vuelta en Irán, bajo el régimen islámico, Marjane vuelve a sufrir la pérdida de la libertad en el ambiente público. Y acepta esa pérdida porque necesita estar cerca de sus seres queridos. Incluso vive allí durante seis años hasta que se da cuenta de que no lo puede soportar más. La represión a la libertad es terrible para todos en Irán, pero aún más para las mujeres. Esta vez, a diferencia de su primera partida a Europa en la que solo tenía catorce años, Marjane tiene veinticuatro años, ha pasado por muchas experiencias y está lista para pagar el precio que tiene la libertad sin perder el control de su vida. Vuelve a alejarse de sus seres queridos. Incluso, la última frase del libro hace alusión al fallecimiento de su abuela mientras ella está en París. Afirma: “La libertad tenía un precio” (Tomo 4, p. 99).