Persépolis (Tomos 3-4)

Persépolis (Tomos 3-4) Resumen y Análisis Tomo 4, Capítulos El concurso - Los calcetines

Resumen

El concurso

En una fiesta, Marjane, que ya tiene diecinueve años, conoce a Reza, un muchacho que estuvo en la guerra. A partir de entonces comienzan a salir juntos, aunque sus personalidades son opuestas. Marjane afirma que gracias a eso se complementaban a la perfección.

Comienzan a hablar del futuro. Reza quiere que se vayan a Europa. Marjane quiere quedarse. Él afirma que eso es porque se siente nostálgica, que hay que irse de Irán porque no hay libertad. Marjane le responde que “En occidente puedes pudrirte en la calle y nadie te echa una mano” (Tomo 4, p. 38).

Como es muy difícil conseguir un visado, el plan de ir al extranjero debe posponerse. Marjane agradece esto en secreto. Ambos se ponen a estudiar para aprobar el concurso nacional y poder ingresar en la universidad. Marjane decide estudiar arte. Para su examen, adapta el cuadro de Miguel Ángel La pietá a la idiosincrasia islámica: le agrega un chador negro a María y a Jesús le pone un uniforme militar y dos tulipanes.

Tanto Marjane como Reza aprueban el examen lo que, a priori, era muy difícil, ya que los cupos en la facultad estaban reservados, en su mayoría, a los hijos de los mártires de la guerra. La pareja se entera de esta buena noticia en la calle. Dadas las restricciones del régimen, no pueden besarse en público ni acariciarse amistosamente ya que no están casados. El momento de celebración se limita a entrar en el auto y que Reza agarre amorosamente la mano de Marjane.

Tras aprobar el examen, sin embargo, Marjane y Reza deben aprobar el test ideológico. Para ello, la protagonista debe aprender muchísimas cosas específicas de la religión musulmana. Primero lo intenta, pero se resigna y finalmente reza para poder aprobar. En el test ideológico, Marjane responde a las preguntas del examinador con honestidad extrema. Le dice, por ejemplo, que si el pelo fuera tan problemático como para tener que cubrirlo con un pañuelo, Dios habría hecho calvas a las mujeres. Afirma que no sabe rezar en árabe porque, como la mayoría de los iraníes, no conoce esa lengua y prefiere hablar con Dios en una lengua que sí conoce, el persa.

Sorpresivamente, Marjane es aprobada. El examinador apreció mucho su honestidad. Dijo que Marjane fue la única que no había intentado mentirle.

El maquillaje

Marjane comienza este capítulo afirmando que el ingreso a la universidad de ella y Reza le dio solidez a la pareja, ya que garantizó que ninguno de los dos dejaría el país. Esa solidez trajo consigo constantes roces entre ambos: Marjane le reprocha a Reza no ser “suficientemente activo”; mientras que Reza se centra en el aspecto físico de la protagonista. Le reprocha que se maquille poco y que no se vista de manera elegante.

Una tarde, Marjane se maquilla mucho para sorprender a Reza. Van a ir de paseo a un centro comercial. Ella llega antes que él al lugar de la cita. Mientras lo espera, aparece un autobús de los Guardianes de la revolución. La protagonista afirma que si la encuentran con los labios pintados la van a detener.

Para salvarse decide llamar a un Guardián de la revolución y denunciar falsamente a un hombre, que está sentado allí, por haberle hecho propuestas indecentes. Pese a que el hombre le suplica a Marjane que rectifique su acusación, ella no lo hace, y el hombre es detenido.

Cuando se encuentra con Reza, lo primero que hace este es criticar el color que utilizó para pintarse los labios dado que no le queda bien. Luego, Marjane le cuenta lo que acaba de hacer, y él se ríe muchísimo, aunque le dice que vayan a otro lugar, ya que cuando los Guardianes de la revolución salen a hacer redadas vuelven varias veces al mismo sitio. Marjane explica que, en aquella época, las parejas jóvenes que se mostraban en público, si no estaban casadas, eran detenidas.

Reza afirma que tienen suerte de tener padres que aceptan su relación y poder verse en las casas de ambos. Afirma que la mayoría de las familias tradicionalistas son tan tiránicas como el Estado. Recién entonces, Marjane se preocupa por el hombre que se llevaron detenido y le pregunta a Reza qué le van a hacer. Él le responde que solamente lo van a golpear un poco. Y cita una historia de unos amigos que, para bromear, se hicieron pasar por homosexuales frente a Guardias de la revolución y, pese a que la homosexualidad está penada con la muerte, solamente recibieron unos golpes y los soltaron.

En la siguiente escena, Marjane y Reza están entrelazados en un sillón. La protagonista afirma: “El exterior era peligroso, así que a menudo nos quedábamos en el interior, en su casa o en la mía. Aquella situación me asfixiaba” (Tomo 4, p. 48).

El capítulo termina cuando Marjane le cuenta a su abuela, entre risas, lo que hizo para salvarse de los Guardias de la revolución. La abuela se indigna, le recuerda que su abuelo y su tío Anouche estuvieron presos por defender a inocentes y ella hizo todo lo contrario. Marjane se queda muy angustiada. Es la primera vez que su abuela le grita en toda su vida.

La convocatoria

Marjane y Reza comienzan la universidad. Hombres y mujeres estudian en el mismo edificio, pero separados. Sin embargo, se cruzan constantemente en espacios comunes. Marjane y Reza no pueden decir públicamente que son pareja, ya que eso es ilegal.

La protagonista se hace un grupo de nuevas amigas. Ellas le enseñan a Marjane una estrategia para utilizar el velo mostrando un poco más de cabello. Marjane afirma: “Al menos, las cosas evolucionaban… Año a año, las mujeres ganaban un centímetro de pelo y perdían uno de velo” (Tomo 4, p. 52).

Con el paso de los días, las amigas de Marjane comienzan a darse cuenta de que entre ella y Reza algo sucede, ya que se miran todo el tiempo. Marjane les confiesa la verdad. Justo cuando está sucediendo esto, los estudiantes son convocados a la universidad central, el lugar donde se enseñan las materias comunes.

Al llegar allí, descubren que el motivo de la convocatoria es que la dirección organizó una charla sobre “La conducta moral y religiosa”. Un grupo de islamitas les dan un discurso moral acerca de la importancia de cumplir los mandatos religiosos para mantener el respeto a los mártires que dieron su vida por el país. Hacen especial hincapié en que las mujeres no deben maquillarse ni mostrar su cabello.

Marjane, entonces, decide cuestionar el discurso. Primero afirma que con el uniforme que deben utilizar es muy difícil trabajar en el taller de arte. Luego dice que los hombres pueden utilizar ropas ceñidas y todo tipo de peinados, y finalmente pregunta: “¿Cómo es posible que yo, como mujer, no pueda sentir nada viendo a estos fornidos señores de arriba abajo, pero que ellos, como hombres, puedan excitarse por cinco centímetros menos de velo?” (Tomo 4, p. 55).

A la salida de la conferencia, sus compañeras la felicitan por su valentía, pero se entera de que fue convocada (de allí el título del capítulo) por la comisión islámica. Marjane está muy asustada, pero tiene suerte debido a que le toca hablar con el examinador que valoró su sinceridad en el test ideológico que hizo para entrar a la universidad. Este solamente le da una reprimenda y le advierte que es la última vez que puede hacer algo así.

Los calcetines

Marjane se encuentra, junto a sus compañeras, en el taller de pintura. Tienen que retratar a una mujer. Como está cubierta por el velo y la cogulla no distinguen sus formas y se les hace imposible. La directora aprueba, entonces, que retraten a un hombre. Sin embargo, Marjane una tarde, mientras está pintando, recibe la visita de un vigilante que le dice que es inmoral que mire al hombre. La protagonista le pregunta si debería retratarlo mirando a la pared, y el vigilante le responde que sí.

A continuación, Marjane afirma que este tipo de situaciones ridículas sucedían todo el tiempo. Da otro ejemplo en el que debe correr el ómnibus para no perder su cita con el dentista, pero es detenida por los vigilantes que le dicen que no puede correr porque al hacerlo sus movimientos son impúdicos.

Luego, la protagonista afirma que se enfrentan al régimen como pueden: “En 1990, la época de los grandes ideales revolucionarios y de las manifestaciones ya se había acabado. Entre 1980 y 1983, el gobierno había encarcelado y ejecutado a tantos bachilleres y universitarios que ya no nos atrevíamos a hablar de política” (Tomo 4, p. 60).

Marjane afirma que la lucha es más discreta y está en los pequeños detalles como mostrar las muñecas, usar un walkman o reírse fuerte. Recuerda entonces que, en una ocasión, se pasó el día entero en el comité por haber usado unos calcetines rojos (de ahí el título del capítulo). Según la protagonista, el régimen había comprendido que si las personas pensaban en detalles nimios que les podían acarrear problemas, entonces, no pensaban en los verdaderos problemas que estaban viviendo como, por ejemplo, no tener libertad de expresión.

Marjane dice que muchas de las mujeres eran rebeldes solamente en apariencia. A continuación narra cómo gran parte de sus compañeras de universidad se indignaron al enterarse de que tomaba píldoras anticonceptivas porque se acostaba con su novio.

Sin embargo, gran parte de sus compañeras sí piensa como ella. Se forma un grupo (tanto de mujeres como de hombres) que se reúne clandestinamente a pintar sin restricciones en diferentes casas. Marjane afirma entonces: “Nuestro comportamiento en público y en privado estaba en las antípodas” (Tomo 4, p. 63).

Este mismo grupo comienza a organizar fiestas todas las noches en distintas casas, aunque de vez en cuando entran los Guardianes de la revolución y se llevan a alguien detenido. Marjane afirma que esto se convierte en un hábito, y que simplemente lo que había que hacer era soportar un discurso en el comité, luego llamar a los padres para que pagaran la fianza y así recuperar la libertad.

Una noche, sin embargo, pasa algo terrible. Cuando los Guardianes de la revolución irrumpen en una fiesta, todos comienzan a huir por los techos. Uno de los chicos del grupo cae por un precipicio y muere. Pese a que luego de este hecho, piensan en dejar de hacer fiestas, el grupo concuerda en que eso es lo que quiere el régimen y no dejan de hacerlo.

Análisis

Esta segunda etapa de Marjane en su regreso a Irán está marcada por dos temas fundamentales: la represión del régimen islamita y el amor. Estos dos temas aparecen, necesariamente, entrelazados, ya que muchas de las restricciones del régimen dictaminan cómo deben ser las relaciones amorosas.

Marjane, como hemos visto, ya superó su crisis de readaptación, dejó de sentirse una extranjera en su propia tierra y, por ende, está lista para llevar adelante su vida adulta en Irán con normalidad (la normalidad restrictiva de su país). En una fiesta conoce a Reza e, inmediatamente, empieza con él una relación formal. Aunque su relación con Markus fue muy seria e importante, con Reza Marjane tiene su primera relación adulta. A diferencia de lo que sucedía con Markus, con él tiene proyectos a futuro. Estos proyectos están, por supuesto, condicionados por el régimen.

Reza desea que ambos se vayan a Europa dado que en Irán no hay libertad, pero Marjane, que recién acaba de reinsertarse en la vida de su país, se niega. El proyecto de ingresar a la universidad también es compartido, aunque no cursen juntos. Es el paso previo que ambos necesitan para poder trabajar, casarse y vivir juntos (lo que, efectivamente, sucederá en los siguientes capítulos).

El régimen islámico, como hemos dicho, determina el cauce de la relación. Una de sus tantas prohibiciones es que un hombre y una mujer no pueden estar juntos en público si no están casados. Esto genera que Marjane y Reza pasen la mayor parte de su tiempo encerrados, ya sea en la casa de él o en la casa de ella. Y esto, a su vez, genera una sensación de asfixia en la protagonista.

Ahora bien, Reza no parece sufrir esto como ella. He aquí un punto clave: Marjane está adaptada a vivir en Irán, pero sus relaciones amorosas previas fueron en Europa. Su concepción acerca de cómo debe desarrollarse una pareja es opuesta a la que impone el régimen islámico. En Irán, las leyes prohíben la instancia de conocer al otro sin asumir un compromiso legal. Para conocer a la otra persona y tener una relación hay que casarse (o estar encerrados, a escondidas). El amor adulto, que debería favorecer el crecimiento y el aprendizaje emocional de la protagonista, aparece en la vida de Marjane como algo que limita brutalmente su independencia.

Lo mismo sucede con la universidad. Los estudios de Marjane, que también deberían contribuir a dicho crecimiento, están atravesados por las prohibiciones del régimen. La protagonista, además, ingresa en la universidad para estudiar arte, una carrera que, a priori, debería fomentar su libertad creativa. Sin embargo, ya en la instancia de aprobar el examen de ingreso, Marjane debe restringir esa libertad y adaptarse a las exigencias del régimen. Lo que hace la protagonista para aprobar es, precisamente, una adaptación: toma La pietá de Miguel Ángel y, con el agregado de un par de elementos, lo convierte en una pintura islámica.

Ese cuadro no solamente es una adaptación literal, sino que funciona como un símbolo de la adaptación de la protagonista. Marjane, tras haber intentado suicidarse por su imposibilidad de pertenecer (y sobrevivir de milagro), lo único que desea es tener una vida normal en Irán, como si nunca se hubiese ido de allí, como si realmente perteneciera. Esto la lleva a cometer un acto extremo que aparece en el capítulo “El maquillaje”, en donde ella denuncia a un inocente para no ser apresada por los Guardianes de la revolución. Marjane ya no solamente dejó de ser rebelde, sino que, con tal de mantenerse a salvo, se vuelve cómplice del régimen generando el encarcelamiento de una persona que no hizo nada. Lo peor de todo es que, en principio, Marjane ni siquiera le da importancia al hecho, e incluso le parece gracioso.

La conciencia acerca de que, en realidad, hizo algo terrible que la convierte en aquello que siempre detestó aparece cuando Reza afirma: “La mayoría de las familias son tradicionalistas. Tan tiránicas como el Estado” (Tomo 4, p. 47). Marjane advierte, entonces, que ella acaba de hacer algo tiránico como lo que hace el Estado. Sin embargo, rápidamente, deja atrás esa incomodidad consigo misma. Incluso cuando llega a su casa y se encuentra con su abuela le cuenta, entre risas, lo sucedido. Es su abuela, entonces, quien la hace tomar definitiva conciencia de lo que hizo, citando el pasado familiar en el que hubo personas inocentes asesinadas por el régimen islámico (entre ellos, el tío Anouche, muy querido por Marjane). La abuela es, en cada uno de los tomos, un personaje fundamental para Marjane. Puede afirmarse, incluso, que es el único personaje que nunca es cuestionado por la protagonista. Todo lo que ella dice atraviesa a Marjane como una verdad reveladora. En este caso, lo que le revela su abuela es que ella ha perdido el rumbo y dejó de ser una rebelde para convertirse en una cómplice.

Precisamente, en relación a la complicidad de la población civil con el régimen hay una escena fundamental en el capítulo “Los calcetines”. La frase de Reza, citada en el párrafo anterior, se ve reflejada en los hechos cuando las compañeras de la universidad de Marjane se horrorizan y le piden decencia a la protagonista al enterarse de que ella tiene relaciones sexuales con su novio. Tal como dice Reza, se muestran tan tiránicas como el Estado. Esta escena, además, tiene una relación estrecha con la escena del capítulo “El esquí” en el que las amigas de Marjane se horrorizan del mismo modo al enterarse de que tuvo relaciones sexuales con distintas personas en Europa.

Retomando el punto anterior, Marjane, tras la intervención de su abuela, vuelve a centrarse y retoma esa rebeldía característica de ella. Esto se ve, claramente, cuando se atreve a cuestionar los mandatos morales que les dictan los islamitas en la universidad. El costo de la rebeldía, sin embargo, ahora que es una adulta, puede ser demasiado grande. En esta ocasión es convocada a hablar con un representante del comité y se salva porque tiene suerte: aquel con el que le toca hablar es el mismo que le tomó su test ideológico. Un islamita comprensivo y profundamente religioso que le vuelve a dar otra oportunidad porque Dios lo quiere así.

Marjane comprende que ahora no puede ser rebelde como cuando era una chica de catorce años. Incluso es importante recordar que sus padres la enviaron a Viena porque su rebeldía podía costarle muy caro. Entonces, la protagonista afirma que hay un nuevo modo de rebelarse ante el Estado. El régimen asesinó a demasiados estudiantes como para continuar protestando en las calles. La rebeldía, entonces, deja de ser a los gritos, en manifestaciones, y aparece de forma silenciosa, a través de detalles sutiles o, directamente, en privado.

Por ejemplo, ante la exigencia de usar el velo, Marjane aprende junto a sus amigas un modo sutil de utilizarlo, pero mostrando un poco más de cabello. Ante la prohibición absurda de hacer retratos de hombres en la universidad, se forma un grupo que se reúne a realizar dichos retratos en diferentes casas. Ante la prohibición de que hombres y mujeres estén juntos en la misma facultad, comienzan a hacer fiestas todas las noches.

La protagonista comprende que, en definitiva, el régimen ha vencido a quienes se rebelaban ante él. La ridícula cantidad de cuestiones por las que éste tiene el derecho de detener a una persona (usar calcetines rojos, pintarse los labios, o estar en pareja en la calle) ha generado que todos piensen en pequeños detalles (ya sea para no ser detenido o para rebelarse) y hayan dejado de preguntarse en lo importante: la libertad.

Un último tema que es importante destacar en relación con estos capítulos es el machismo. Como ya hemos visto, Marjane, en Europa, ya había sufrido varios atropellos e injusticias por ser mujer. En Irán, sin embargo, hay una diferencia radical en relación a Europa: es el Estado quien, desde sus leyes, impone el machismo. Entre otras cosas, en estos capítulos vemos que el uso de maquillaje está prohibido; Marjane es detenida cuando intenta alcanzar el ómnibus porque, según los Guardianes de la revolución, al correr la parte de atrás de su cuerpo hace movimientos impúdicos; y en la universidad les dan una charla acerca de la importancia que tiene que las mujeres no muestren ni una parte de su cuerpo (ante esto, precisamente, se rebela Marjane cuestionando por qué los hombres sí pueden vestirse como quieren y ellas no pueden ni siquiera mostrar dos centímetros de cabello).

Ahora bien, el machismo, lamentablemente, va más allá del Estado, y aparece reflejado, sobre todo, en Reza. Tal como lo dice la protagonista, su novio le exige que esté todo el tiempo maquillada y vestida de manera elegante. El maquillaje, incluso, como acabamos de mencionar, puede costarle la cárcel a Marjane, pero a él no le importa. Aún más, cuando ella decide correr el riesgo y maquillarse para sorprender a Reza en una cita en público, este le dice que le queda muy feo el color de pintalabios que eligió, y ella ni siquiera se atreve a discutir con él. En los capítulos finales de este último tomo veremos cómo el machismo se incrementa, y la protagonista termina generando una profunda conciencia de género, radicalmente opuesta a ese silencio sumiso.