La guerra no solo es un tema fundamental en Persépolis, sino inevitable. La vida de la protagonista, como la vida de todos los iraníes y de gran parte de la población de Medio Oriente estuvo (y sigue estando) atravesada por sucesivas guerras.
Durante el desarrollo de la obra, aparecen dos: la guerra entre Irán e Irak, y la Guerra del Golfo (entre Irak y Kuwait). En ambos casos, la autora intenta dar cuenta del punto de vista iraní en relación a los motivos y los entretelones de estas guerras, ya que cree que ambas son consideras históricamente solo desde el punto de vista occidental. Es por esto que es importante realizar una revisión acerca de los datos fácticos, aceptados como verídicos, tanto por occidente como por oriente, y analizar esos otros puntos en los que la visión de Persépolis disiente de la versión occidental.
La guerra entre Irán e Irak comienza en 1980 y finaliza en 1988. Entre sus motivos se encuentra una disputa preexistente entre ambos países por la posesión del río Chat el Arab y sus pequeñas islas aledañas. En 1971, Irak se había visto obligado a firmar un acuerdo en el que otorgaba esas tierras a Irán, aunque no había quedado satisfecho con tal acuerdo. Además, entre los países existía una gran rivalidad cultural, ya que Irak es un país árabe, mientras que Irán, históricamente, es un país persa (pese a que hace desde 1979, la Revolución Iraní impuso allí la cultura árabe).
Aprovechando un incidente menor en las inmediaciones del río Chat el Arab (un incidente que solo Irak registró), Saddam Hussein, presidente de Irak, decide, finalmente, invadir Irán. Este acto además lo utiliza como una estrategia para lograr apoyo popular, aprovechando la enemistad de su pueblo con el pueblo iraní.
El enfrentamiento dura ocho años y ninguno de los países realmente obtiene verdaderos beneficios o reivindicaciones tras el combate. Por eso, se considera que la guerra no tuvo un ganador. Las víctimas rondan entre los 500.000 y 1.00.000 de personas. Tal como lo afirma el padre de Marjane, fue una guerra que se sostuvo durante años sin comprenderse sus objetivos, tanto de un lado como del otro.
Y he aquí el punto clave en el que Satrapi, a través de la voz del padre de Marjane, da el punto de vista iraní, que disiente radicalmente del punto de vista occidental. El padre de Marjane afirma que, en realidad, la guerra fue impulsada y sostenida por las potencias occidentales con dos finalidades: por un lado, desgastar a ambos ejércitos, potencialmente peligrosos, sobre todo para Israel (aliado de las potencias occidentales); y, por otro lado, occidente le vendía armas a ambos ejércitos de modo que la continuidad de la guerra le reportaba una gran ganancia económica.
Estos argumentos están absolutamente aceptados y considerados como verdades indiscutibles en Irán, tanto que allí este conflicto bélico es denominado “La Guerra Impuesta”.
Ahora bien, es difícil encontrar documentación sólida que respalde estos argumentos. Por supuesto, es al menos lógico que, si son ciertos, no estén aceptados por las potencias occidentales (la obra no nombra a ningún país occidental en particular), y que, por ende, no haya información de fácil acceso. La única información que ha salido a la luz, con el paso de los años y que respalda, de algún modo, estos argumentos, es que, efectivamente, la administración de Reagan (presidente de Estados Unidos durante el conflicto) les otorgaba armas a ambos bandos (aunque no necesariamente se las vendía). Irak recibía armas de manera “legítima” porque Estados Unidos apoyaba su causa en contra del régimen islamita iraní. Pero Irán, por su parte, también recibía armas estadounidenses a cambio de, por un lado, su colaboración para liberar rehenes en Líbano; y, por otro lado, a cambio de que parte de estas armas sean traficadas de forma encubierta a Nicaragua para el uso de los militantes que se enfrentaban a Sandino. Esta información salió a la luz en 1985 generando un escándalo en Estados Unidos. Fue denominado "Irangate".
La Guerra del Golfo, por su parte, enfrenta a Irak con Kuwait. Comienza en agosto de 1990 y finaliza en febrero de 1991. Entre sus motivos, aparece el conflicto económico que atravesaba Irak y lo impelía a incrementar su producción y su venta petrolífera. Kuwait era un país que competía directamente con Irak en este rubro. Con los argumentos de que, por un lado, Kuwait estaba excediendo el límite de las ventas de petróleo y quitándole mercado a Irak; y, por otro lado, de que Kuwait estaba robando petróleo de territorio iraquí, Saddam Hussein decide invadir al país vecino.
La invasión iraquí recibe un gran repudio internacional. De inmediato, 34 países (liderados por Estados Unidos) conforman la Coalición internacional que, con el argumento de defender los derechos humanos de los kuwaitíes, salen en defensa de dicho país. Por supuesto, Irak no tiene capacidad militar para enfrentarse a tantos enemigos. La guerra se resuelve, dentro de todo, rápidamente (sobre todo si se la compara con la guerra entre Irán e Irak) y a favor de Kuwait y sus aliados. El número de víctimas resultantes del conflicto da cuenta de la disparidad entre ambos bandos: Kuwait y la Coalición reportan solamente 378 muertes; mientras que las víctimas iraquíes se calculan entre las 25.000 y 30.000 personas.
Con relación a esta guerra, en Persépolis hay una conversación familiar en la que se pone en tela de juicio los verdaderos motivos de la intervención de la Coalición. Según el padre de Marjane, la intervención no fue motivada por la defensa de los derechos humanos, sino para extraer ganancias relacionadas con el petróleo. Sostiene su posición afirmando que, en Afganistán, por ejemplo, ninguna potencia intervino en las sucesivas guerras que este país atravesó porque Afganistán es pobre. Por supuesto, la acción de Persépolis es previa al 2001, al ataque de las Torres Gemelas, que desencadenó la guerra entre Estados Unidos y Afganistán.
Si bien resulta imposible encontrar información que pueda respaldar el argumento de que a los países de la Coalición no les importaban los derechos humanos, sí es un hecho que, tras la guerra, Estados Unidos sintió un gran impulso económico. Su victoria militar generó que el precio del petróleo baje rotundamente. Además, Estados Unidos consolidó su presencia militar en Medio Oriente, y se garantizó tener a Kuwait de aliado estratégico.