Resumen
Capítulo XXIII
Katniss decide sabiamente comer en pequeñas porciones, para que su desnutrición previa no los haga vomitar, desperdiciando la comida. Charlan más sobre el enamoramiento temprano de Peeta, y Katniss sueña un poco sobre lo que significaría convertirse en vencedora y así vivir en la "Aldea de los Vencedores", en una bonita casa provista por el Capitolio. Se burlan un poco de Haymitch, y Katniss se pregunta si en realidad Peeta y ella se parecen más de lo que había imaginado.
Suena el himno, y Peeta ve en el cielo que Thresh ha muerto. Katniss está dividida entre el alivio de tener un tributo menos que enfrentar y su decepción por la muerte de otra persona con quien ha llegado a tener cierto lazo. Por primera vez, se encuentra usando la palabra "asesinato" en sus pensamientos.
Otro efecto de la muerte de Thresh es que Cato volverá a estar tras de ellos. Entonces, Peeta se queda despierto en la primera guardia, después de lo cual Katniss se despide silenciosamente de Thresh antes de irse a dormir. A la mañana siguiente, comen un poco de pan y Katniss se entera de que la familia de Peeta, aunque forma parte de la clase de comerciantes como panaderos, solo come el pan más duro de sus tiendas, lo que constituye todo un descubrimiento para Katniss sobre las clases.
La lluvia se detiene y Katniss evalúa su situación. Ella ha estado en el estadio por lo que supone que son dos semanas, ha visto el campo reducido a cuatro tributos, y piensa en quién es ella debajo de su personaje de cazadora. A la mañana siguiente, después de un desayuno completo y un espectáculo de romance para las cámaras (de nuevo, ella está impresionada con el compromiso de Peeta con la ilusión), se dirigen al bosque y se sienten nuevamente en los Juegos, después de cierto respiro en la cueva.
La tormenta ha inundado el río. La pierna coja de Peeta lo convierte en un compañero ruidoso, lo que dificulta la caza. Para cuando llegan al antiguo coto de caza de Katniss (alrededor del área donde conoció a Rue), Peeta adivina la intención detrás de las eufemísticas sugerencias de silencio y exige que se le diga qué raíces reunir para no sabotear la cacería. Ella lo hace, y también le enseña un silbido de pájaro. Su caza es exitosa y su intercambio de silbidos la mantiene segura de que él está bien. Pero cuando uno de sus silbidos no es correspondido, se apresura a regresar al lugar de encuentro, donde ve algunas bayas reunidas en una pila pero no a Peeta. Cuando él llega de reunir más raíces, ella se desmorona un poco por su miedo de haberlo perdido, y se da cuenta de que alguien ha estado comiendo un poco del queso que estaba en el paquete de provisiones enviado por Haymitch. Se preguntan quién podría haber sido cuando el cañón dispara y el aerodeslizador recoge un cuerpo cercano. Ven cómo alzan a la Comadreja, y Katniss deduce que las bayas que recogió Peeta son venenosas, y que ella debe haber comido algunas.
Capítulo XXIV
A pesar de la conmoción, consideran usar las bayas como una trampa para Cato, y encienden un fuego para ver si lo atrae. No es así. Peeta confiesa que se siente un poco inseguro sobre dormir en un árbol, y que no sabe si su pierna podría aguantar la subida. Aunque están a varias horas de la cueva, Katniss se siente culpable por cómo ha tratado a Peeta por hacer ruido, por lo que acepta su imprudente solicitud de regresar.
Para cuando regresan, sienten los efectos de la desnutrición y el cansancio. Pero el fuerte viento hace que la cueva parezca un buen lugar para estar, y después de que él se duerme, Katniss le besa la frente, "no para el público, sino para [ella]". Mientras monta guardia, reflexiona sobre el fallecimiento de la Comadreja, admite que admira a la niña y piensa si podrá usar el temperamento de Cato contra él. Peeta se despierta cerca del amanecer y ella duerme hasta la tarde. Deciden que, dado que los Vigilantes probablemente los empujarán a reunirse con su enemigo pronto, comerán un gran banquete para estar listos.
Abandonan la cueva más tarde, sabiendo que será por última vez. En este punto, los ríos han sido completamente secados por los Vigilantes, lo que significa que tendrán que ir hacia el lago. Se dirigen a través del bosque mientras Katniss recuerda los horrores que ha visto en las últimas semanas. Llegan a la llanura, pero no se ve a Cato por ningún lado. Purifican un poco de agua y descansan, y Katniss silba la canción de Rue, que luego cobra vida por todo el campo a través de los sinsajos.
De repente, Cato viene chocándose a través de los árboles hacia ellos. Katniss lanza rápidamente una flecha, que rebota en su pecho. Se dan cuenta de que tiene algún tipo de armadura corporal, pero cuando los alcanza, solo los arroja a un lado y continúa corriendo. Su actitud no parece tener sentido, hasta que Katniss mira hacia el bosque y ve varias criaturas dirigiéndose hacia ellos.
CAPÍTULO XXV
Los animales, obvias mutaciones, son criaturas-lobo corriendo sobre sus patas traseras. Instintivamente, Katniss corre detrás de Cato, quien se dirige hacia la Cornucopia. No es hasta que casi llega allí que recuerda a Peeta, y se da vuelta para verlo cojear unos quince metros más atrás, con las criaturas a punto de alcanzarlo rápidamente. No puede hacer nada, así que sigue a Cato nuevamente, esta vez escalando la Cornucopia y esperando que las criaturas no puedan hacerlo también.
Mientras Cato intenta recuperar el aliento y cesar sus calambres en la cima de la estructura, Katniss sube parte del camino y luego dispara a las mutaciones para evitar que suban detrás de Peeta. Es obvio que sus garras les prohíben escalar tras los humanos, pero uno de ellos da un salto y cae sobre la Cornucopia. A medida que se desliza hacia abajo, Katniss se da cuenta de algo terrible: no solo los ojos de la criatura revelan que son en parte humana, sino que, de hecho, reconoce a Glimmer, quien obviamente ha sido mutada por los Vigilantes. Le dispara en la garganta, dándole una muerte piadosa. Se dan cuenta de que todas las criaturas parecen ser los cadáveres reanimados de los tributos.
Las criaturas comienzan a saltar a los lados, y una agarra el muslo de Peeta con los dientes, casi arrastrándolo fuera de la Cornucopia. Él usa su cuchillo para liberarse, pero poco después es abordado por Cato, quien lo paraliza en una llave de cabeza. Katniss tiene una flecha lista rápidamente, pero dispararle a Cato indudablemente también provocaría que Peeta cayera. Usando parte de la sangre de su herida, Peeta dibuja una "X" en la mano de Cato, que Katniss interpreta correctamente como que las manos de Cato no están protegidas. Ella dispara una flecha a la mano y Cato cae.
La armadura corporal demuestra ser un lastre en este momento, ya que prolonga la tortura de Cato, a merced de las criaturas. Aunque intenta abrirse paso, finalmente es arrastrado dentro de la Cornucopia. Esa noche, no hay ni un disparo de cañón ni la imagen de Cato en el cielo, lo que significa que se desvanece lentamente bajo la tortura de las mutaciones. Mientras tanto, la herida en la pierna de Peeta es intensa, y el frío es progresivamente más extremo. Katniss hace lo mejor que puede con un torniquete, usando su última flecha, y a ambos solo les queda esperar que Cato muera, tratando de no perecer primero. A la mañana siguiente, no tienen muchas opciones. Katniss se inclina precariamente sobre el borde de la Cornucopia y, con la flecha que quita del torniquete, le dispara a Cato, por "compasión, y no venganza". El cañón dispara. Poco después, se abre un agujero en la llanura y las criaturas escapan. Sin embargo, no aparece ningún aerodeslizador hasta que se alejan de la estructura en la que se encuentra el cuerpo de Cato.
Se preguntan por qué nadie está terminando el juego cuando la voz de Claudius Templesmith resuena sobre la llanura, anunciando que la regla del doble vencedor queda anulada. Peeta insiste en que Katniss lo mate, pero ella no acepta la idea. De repente, un comentario suelto de Peeta sobre cómo el juego debe tener un vencedor le da una idea. Ella se da cuenta de que el público se rebelaría si su juego no tuviera vencedor, y tal vez el Capitolio mataría a los Vigilantes. Entonces ella y Peeta toman un puñado de bayas venenosas y se preparan para comerlas en un doble suicidio. La táctica funciona, y Claudius Templesmith de repente grita en el cielo que se detengan, anunciando que ambos son los vencedores de los Septuagésimo cuartos Juegos del Hambre.
Análisis
Hacia el final de esta sección, la identidad de Katniss ya ha sido moldeada, incluso si a ella todavía le cuesta expresarlo. Primero está su conexión con Peeta. No hay duda de que su estratagema suicida no tiene ningún valor funcional. Es decir, un estoico puro podría no sentirse obligado a salvarle la vida a su compañero. Pero su romance ha crecido y está lleno de afecto genuino, incluso si ella insiste en que todo está impulsado por las demandas del espectáculo. A esta intimidad contribuye que vea a Peeta cada vez más como un individuo único. Incluso se da cuenta de que la familia de él, aunque aparentemente de clase media en el Distrito 12, ni siquiera puede comer su propio pan fresco. El mundo es más complicado de lo que ella pensaba. Otro elemento que tematiza la clase en estos capítulos es la descripción de la "Aldea de los Vencedores", una promesa de riqueza para el tributo ganador. La crítica social en esto es que la promesa de riqueza es otra forma de mantener a la población a raya, lo que remite, nuevamente, a la sociedad capitalista contemporánea.
Su comprensión de la situación se expresa aún más en su creciente fervor revolucionario, el cual manifiesta tanto públicamente como a nivel personal . En privado, Katniss llora en silencio a Thresh, porque comprende que están vinculados tanto por una amabilidad compartida como por su posición como antagonistas del Capitolio. Por primera vez, ella usa la palabra "asesinato" para sí misma, reconociendo que el concepto de "juego" es una construcción a la que ya no se suscribirá. Disgustada por la crueldad de reanimar tributos muertos, su fervor revolucionario se manifiesta también públicamente cuando declara al Capitolio como su antagonista al negarse a jugar y privarlo potencialmente de un vencedor. Habiendo aprendido que estos actos de virtud y bondad dan frutos, no se sorprende del todo cuando la estratagema funciona y ambos son nombrados vencedores.
El símbolo del Sinsajo alcanza su apogeo en esta sección. Cuando Katniss tararea la melodía de Rue, mientras ella y Peeta esperan a Cato, nota cuán maravillosamente suena cuando la comunidad más grande de pájaros la repite. Esto sirve para ilustrar que ahora está pensando en sí misma en términos de su lugar en el mundo, y no solo en relación a sí misma. Es el despertar de una niña que podría ser una líder.
Por último, ella ha decidido firmemente su identidad en términos de valores. Le dispara a Cato, quien ha sido su antagonista más directo, explícitamente por compasión y no por venganza. El éxito final de Katniss como vencedora se debe a haber llegado a conocerse y aceptar sus contradicciones. Al equilibrar su sentido de supervivencia estoico y su empatía por los demás, ha alcanzado un grado de autoconocimiento que ha demostrado ser clave para llevarla a este punto.