Resumen
Capítulo II
Cuando Katniss ve a su hermana dirigiéndose aterrorizada hacia el escenario, se zambulle entre la multitud y se ofrece como voluntaria para reemplazarla. Si bien los voluntarios son escasos, están permitidos, por lo que Katniss es conducida al escenario, donde se pregunta si el alcalde recuerda el triste día, hace mucho tiempo, cuando le regaló una medalla para honrar la muerte de su padre. Gale da un paso adelante para alejar a Prim.
Aunque está angustiada, Katniss evita estoicamente llorar, sabiendo que hacerlo sería demostrar debilidad ante los televidentes y, lo que es peor, ante los enemigos que enfrentará en los Juegos del Hambre. Su conciencia de la audiencia será una preocupación recurrente a lo largo de su historia.
Katniss se enorgullece de ver que nadie en la multitud aplauda lo sucedido, y lo considera una pequeña muestra de valentía contra un Capitolio que espera que actúen como una audiencia entusiasmada. Además, se unen en un gesto tradicional de apoyo, tocando sus dedos con sus labios. Casi la hacen llorar, pero la ridiculez de Haymitch la mantiene íntegra cuando, en su camino para felicitarla, se tropieza con el escenario y cae inconsciente.
Mientras se lo llevan, Effie lee el nombre del tributo masculino: Peeta Mellark, el hijo del panadero. Este nombre entristece a Katniss, ya que Peeta tuvo con ella una vez un gran acto de bondad que nunca ha olvidado. Ella explica cómo, en el período posterior a la muerte de su padre, cuando su madre estaba incapacitada y ella aún no había aprendido a cazar, la cruel madre de Peeta la había descubierto intentando robar algunos restos del cubo de basura de la panadería. Estaba parada bajo la lluvia, todavía conmocionada por la reprimenda, cuando escuchó a la madre de Peeta maldecir y azotar a su hijo por quemar dos hogazas de pan. Cuando Peeta salió a tirar el pan arruinado, en vez de arrojarlo a los cerdos se lo dio a Kaniss, que no solo pudo alimentar a su familia por el día, sino que vio crecer en ella una esperanza que la sostuvo durante muchos años. Cuando lo vio al día siguiente en la escuela, su ojo ennegrecido por los golpes de su madre, su presencia la llevó a mirar un diente de león, lo que le recordó que su padre le había enseñado las habilidades necesarias para sobrevivir. Aunque nunca hablaron en la escuela después de eso, Kaniss cree que Peeta quemó el pan a propósito para poder dárselo, y sigue agradecida. La idea de tener que matar a este chico, a quien le debe tanto, la enferma, y su único alivio es esperar que uno de los otros veintidós tributos lo mate primero.
Capítulo III
Después de que suena el himno de Panem, los tributos entran al Edificio de Justicia y se quedan en una habitación, que Katniss describe como el "sitio más lujoso en el que he estado" debido a su elegancia. Continúa luchando contra sus lágrimas para mantener su imagen.
Antes de partir rumbo al Capitolio le permiten despedirse de su madre y su hermana, y rápidamente les da un sermón sobre todas las responsabilidades que deben cumplir para poder sobrevivir sin que Prim tenga que pedir teselas. Es particularmente severa con su madre, exigiéndole que no caiga en la autocompasión que la paralizó después de la muerte de su esposo. Aunque le promete a Prim que ganará, Katniss está segura de que es imposible, considerando que se enfrentará a los jóvenes más grandes, mejor alimentados y mejor entrenados de los distritos más ricos.
El agente de la paz le ordena a su familia que salga y luego deja entrar al padre de Peeta, el panadero. Ella lo conoce principalmente a través del trueque, y parece no entender por qué está allí. Él le da una bolsa con galletas, después de lo cual se sientan en silencio por un rato. Antes de retirarse, le asegura que mantendrá bien alimentada a Prim. El siguiente es otro invitado inesperado: Madge. Ella insiste en que Katniss use su insignia circular de oro que ella notó antes; de cerca, Katniss puede ver que representa un pájaro en vuelo (y la imagen de la portada del libro).
Finalmente llega Gale. Ella insiste nuevamente en que no hay nada romántico entre ellos, pero se da cuenta de lo estrecha de su relación. Él le recuerda que trate de obtener o hacer su propio arco si es posible, y que ella es una cazadora experta que sabe cómo matar, incluso si nunca ha matado personas.
Gale es obligado a irse, y Katniss es llevada en automóvil (¡por primera vez en su vida!) a la estación de tren, que rebosa de periodistas. Su entrenado estoicismo la ayuda a mantener una fachada, mientras que la cara de Peeta está salpicada de lágrimas. Como los viajes entre distritos están prohibidos, obviamente nunca ha estado en un tren antes, y la nueva experiencia la lleva a recordar lo que aprendió sobre la geografía de Panem. Recuerda que el Capitolio se construyó en lo que una vez fueron las Montañas Rocosas, y que el Distrito 12 se encuentra en lo que una vez fueron los Apalaches.
Su compartimento de tren aumenta el lujo para ella; cuenta con ropa bonita y una ducha de agua caliente a su disposición. Echa un vistazo más de cerca a la insignia que Madge le dio, y se da cuenta de que el pájaro es un "sinsajo", una especie de ave genéticamente modificada que el Capitolio ideó durante la rebelión. Aunque fueron criadas para memorizar y repetir el habla humana (para actuar como espías), las aves mutadas se volvieron en contra del Capitolio gracias a la estrategia de los rebeldes y fueron dejadas en libertad, donde se aparearon con sinsontes comunes y mantuvieron la capacidad de replicar melodías humanas. La imagen la lleva a recordar a su padre, que cantaba maravillosamente y apreciaba los sinsajos.
Effie conduce a Katniss a una suculenta cena con ella y Peeta. Katniss está sorprendida de recibir una cena tan buena, y el exquisito detalle con que describe sus comidas se convierte en un motivo repetido a lo largo de la novela. Cuando Effie expresa su placer por el manejo de los utensilios de la joven, criticando a tributos anteriores del Distrito 12 por sus modales "salvajes" en la mesa, Katniss comienza a comer con las manos para expresar su desaprobación de su actitud.
Tras la cena son llevados a ver la recapitulación de las cosechas en todos los distritos, y obtienen su primer vistazo de aquellos que serán sus oponentes. Katniss se ve particularmente afectada al ver a una niña de 12 años del Distrito 11, cuya aparente fragilidad le recuerda a Prim. Después de ver repetidas sus propias cosechas, Effie les recuerda que la sobriedad de Haymitch es primordial, ya que, como mentor de su distrito, es responsable de conseguir patrocinadores que puedan pagar para que se les envíen regalos durante los juegos, una ayuda importante para su supervivencia. Haymitch entra al final de este discurso, tan borracho que vomita por todas partes.
Capítulo IV
Peeta se ofrece a ayudar a Haymitch para limpiarse. La oferta hace que Katniss esté agradecida, pero también le recuerda que no debe dejarse conmover por su amabilidad, ya que pronto serán oponentes. Ella recuerda nuevamente sus primeros días aprendiendo a cazar y a mantener a su familia. Una habilidad que dominó fue la de identificar qué hierbas, raíces y plantas eran seguras para comer o usar. Recuerda cómo su padre una vez le presentó a su homónima, la raíz comestible llamada "saeta de agua", y cómo él le dijo: "Mientras puedas encontrarte, no te morirás de hambre". Sus recuerdos la hacen sentir culpable por haber sido demasiado severa con su madre, y triste por su hogar. Se va a la cama sin usar ninguna de las prendas elegantes que le han ofrecido; sabe que su aspecto pronto estará fuera de su control, determinado por un estilista de los Juegos.
Effie la despierta y la acompaña a un desayuno desbordante. Mirando al borracho Haymitch en el desayuno, se da cuenta de que lo detesta y se pregunta si los tributos anteriores del Distrito 12 perdieron en parte porque su mentor era demasiado patético como para conseguir patrocinadores decentes. Cuando Haymitch se burla de su situación, Peeta responde sarcásticamente y Haymitch lo golpea. Antes de que pueda volver a su petaca, Katniss clava su cuchillo en la mesa cerca de su mano, y él se da cuenta de que podría tener peleadores a su cargo este año. Después de discutir verbalmente sus habilidades, acepta mantenerse lo suficientemente sobrio como para ayudarlos.
Les da su primera instrucción cuando llegan a la estación. Les hace prometer que aceptarán las exigencias de sus estilistas, sin importar lo que piensen. Mientras tanto, Katniss está abrumada por la grandeza del Capitolio, que es mucho más fantástico a la vista que en la televisión. Se sorprende al ver a Peeta siguiéndole el juego a la multitud reunida, hasta que él le recuerda que, al atraer fanáticos, atraen patrocinadores y mejoran sus posibilidades de supervivencia. Ella se da cuenta nuevamente de que debe mantenerse cautelosa, ya que "el chico del pan" también está jugando un juego astuto que, en última instancia, significa que tendrá que matarla.
Análisis
El estoicismo de Katniss le proporciona un gran beneficio casi de inmediato. Aunque está indudablemente abrumada por la emoción, se obliga a concentrarse de inmediato en los Juegos, al negarse a llorar y, por lo tanto, confesar una debilidad que podría perjudicarla más tarde. El conflicto entre pasión y razón (reflejado en su estoicismo) entra en vigencia ahora que la historia ha comenzado.
A lo largo de estos capítulos, exhibe un gran dominio sobre sus emociones. Primero, continúa conteniendo sus lágrimas, en marcado contraste con Peeta, cuyos ojos están rojos e hinchados cuando sale del Edificio de Justicia. Incluso cuando su familia la visita, Katniss se niega a dejarse llevar por la emoción, arremetiendo en cambio contra su madre, exigiéndole que proteja a la familia y que no vuelva a caer en la autocompasión que Katniss tanto desprecia. La elección de darle un sermón racional a su madre en lugar de consolarla emocionalmente será cuestionada posteriormente por la misma Katniss.
Este conflicto entre razón y pasión establece otro tema profundo, el de la identidad personal. Esto es más evidente a través de su reacción ante Peeta, que proporciona un marcado contraste a su comportamiento estoico. Peeta una vez le demostró a Katniss su gran amabilidad al darle pan cuando lo necesitaba, y su recuerdo del suceso ilustra cuán profundamente se vio afectada por él. Pero Katniss solo puede confrontar conscientemente estos recuerdos como una deuda. La idea de una bondad incondicional no solo es difícil de comprender para ella, sino que también siente que pensar en términos emocionales tan amplios sobre Peeta podría ser una carga. Después de todo, ella tendrá que matarlo si quiere ganar los Juegos. Solamente confronta sus sentimientos por Peeta en términos de su valor funcional, lo que demuestra que no puede aceptar plenamente su identidad como un ser humano completo y con sentimientos complejos. Tendrá que lidiar con esto mientras la aventura continúa.
Hay tres elementos adicionales que ilustran este conflicto. El primero es la visita de Gale a Katniss en el Edificio de Justicia. Ella se permite mostrar mucha más emoción por él que incluso por su familia, lo que sugiere que él simboliza un mundo diferente. Mientras que su familia requiere que se concentre en el orden (supervivencia, civilización, reputación, clase), Gale es un símbolo para ella de una humanidad salvaje y sin restricciones. A través de él puede comenzar a acercarse a su verdadera naturaleza como una chica con emociones profundas y poderosas. Las emociones aún están reprimidas en la escena con Gale, pero de todos modos están presentes. El segundo elemento es la introducción de Rue a través de las repeticiones televisivas de las diversas cosechas. Al asociar inmediatamente a Rue con Prim, que el lector sabe que es la personificación de la inocencia de Katniss, se está abriendo a un posible conflicto que luego la obligará a cuestionarse su identidad como cazadora estoica. El tercer elemento es una de las metáforas más duraderas de la novela: el emblema del sinsajo. Aunque su significado solo se aclarará más adelante, establece que Katniss asocia la música (que repiten los sinsajos) con su padre. Ya se plantea la sensación de que este sinsajo servirá como símbolo de la maduración emocional de Katniss.
La insignia del sinsajo también simbolizará otro arco argumental de la novela: el despertar revolucionario de Katniss. Desde el Capítulo I, el lector ve que toda la sociedad es cómplice, a través de su silencio, de los horrores perpetrados por el Capitolio. El sistema del Capitolio (los Juegos del Hambre, la pobreza perpetua, etc.) está destinado a separar a las personas y desalentar cualquier revolución. En estos capítulos, Katniss percibe por primera vez cómo la comunidad puede mantenerse unida cuando la multitud se niega a aplaudir su selección como tributo, y de hecho comparte un pequeño acto rebelde al indicar su apoyo. Esto introduce otros dos temas: comunidad y rebelión. Acostumbrada a depender exclusivamente de sí misma, Katniss tendrá que aprender a trabajar dentro de una comunidad, y su naciente rebeldía contra Effie y Haymitch nos muestra que no será una transición fácil para ella.
Por último, estos capítulos indican que las privaciones de la pobreza hacen que Katniss sea inmediatamente susceptible a los encantos que fortalecen el espectáculo. Sus descripciones apasionadas de la comida que recibe, tan lujosa para una niña tan pobre, comienzan en estos capítulos y continuarán apareciendo. La deliciosa comida y el lujoso alojamiento son como la carnada para que siga avanzando, sin darse cuenta de que, al aceptar estos regalos, ella cae en sus juegos. Esto también se asocia con el tema desarrollado a lo largo de la serie del poder de los regalos y las deudas, y quién está dispuesto a aceptar regalos de quién.