La batalla entre don Carnal y doña Cuaresma (Alegoría)
El episodio de la batalla entre don Carnal y doña Cuaresma puede ser entendido como una alegoría del conflicto entre la satisfacción de deseos carnales y la abstinencia. Este combate toma la forma de una lid caballeresca, un conflicto bélico en el que participaban, en ejércitos enfrentados, los caballeros medievales, y que constituye uno de los temas centrales de los libros de caballería. El episodio presenta numerosos elementos paródicos de la literatura caballeresca, como las cartas de desafío y la representación de los ejércitos. La batalla y el triunfo inicial de doña Cuaresma coinciden precisamente con el inicio del tiempo de la Cuaresma, un periodo de tiempo en el año litúrgico cristiano que abarca los cuarenta días previos a Pascua y en el que los fieles guardan abstinencia. Por su parte, el peregrinaje de doña Cuaresma hacia Jerusalén, tras la victoria de don Carnal, se inicia el Sábado de Gloria por la noche, en la vigilia de Pascua, y, por lo tanto, coincide con el final del tiempo de Cuaresma. Por otro lado, la hueste de don Carnal está formada por toda suerte de carnes y grasas, alimentos relacionados con una mesa abundante y festiva, mientras que la de doña Cuaresma está constituida por pescados y hortalizas, lo que la vincula con la vida ascética.
La cruz de ceniza en la frente (Símbolo)
La ceniza es un símbolo de penitencia y purificación. Además, por ser un residuo frío que resulta del fuego que se extingue, se relaciona simbólicamente con la muerte y constituye un símbolo de la vanidad de las cosas. El cristianismo utiliza este símbolo en el rito de imposición de ceniza el día Miércoles de Ceniza (llamado también "Miércoles Corvillo"), con el que se inicia el tiempo de Cuaresma. El rito consiste en marcar la frente de los creyentes con una cruz de ceniza. En el poema, el fin de la batalla alegórica entre don Carnal y doña Cuaresma, y la victoria de la última, ocurren precisamente el Miércoles de Ceniza. En esta ocasión, el poeta se refiere a los creyentes que asisten a la iglesia ese día, alude al rito cristiano y recuerda el sentido simbólico que este posee. La ceniza recuerda, en este caso, la muerte y el paso efímero de las personas por el mundo:
A los que allá van con el su buen talante
con çeniza los cruza de ramos en la frente:
dízeles que se conoscan e que les venga emiente ("que se conozcan a sí mismos y que recuerden")que son çeniza e tal tornarán çiertamente", 1178)
Más tarde, el poeta alude a la cruz de ceniza como "el santo signo" (1179 a). En este caso, el símbolo se asocia a un elemento purificador y a un tiempo de penitencia:
Al christiano cathólico dale el santo signo
porque en la cuaresma biva linpio e digno;
da mansa penitençia al pecador indigno (1179 abc).
El fuego (Símbolo)
El fuego es un símbolo de la pasión amorosa de larga tradición literaria. El arcipreste, dirigiéndose a don Amor, lo llama "padre del fuego" (197 a) y lo asocia a este elemento a causa de su poder destructivo:
Eres padre del fuego, pariente de la llama,
más arde e más se quema qualquier que te más ama;
Amor, quien te más sigue, quémasle cuerpo e alma,
destrúyeslo del todo, como el fuego a la rama. (197)
Posteriormente, don Melón de la Uerta utiliza este símbolo para explicarle a doña Venus que ya no puede mantener en secreto su sentimiento amoroso, porque ese ocultamiento le causa sufrimiento: "El fuego más fuerte quexa ("aqueja") ascondido e encobierto / que non cuando se derrama esparzido e descobierto.(595 ab). Asimismo, poco después, la anciana alcahueta emplea el mismo símbolo cuando se dirige a doña Endrina, para sugerirle que don Melón de la Uerta ya no puede ocultar los sentimientos amorosos que ella le despierta: "El grand fuego non puede encobrir la su llama / nin el grande amor non puede encobrir lo que ama" (830 ab).
La flor (Símbolo)
La flor es un símbolo de la Virgen María. El arcipreste alude a ella llamándola "blanca flor" (42) en los Gozos a Santa María que introduce al inicio del libro. Más tarde, se refiere a ella como "flor de las flores" (1678) en una de las cánticas de loores de Santa María que incluye entre las piezas finales de la obra. Además, se refiere a ella como "linpia rosa" (1663) en una de estas piezas.
La palma (Símbolo)
La palma es el símbolo de Jerusalén. En el poema, cuando doña Cuaresma inicia el viaje a Jerusalén vestida con el traje de romero o peregrino, observamos este símbolo en su bordón: "Bordón lleno de imágenes, en él la palma fina" (1205 c).