La leyenda del Grial
Según los registros literarios, durante la Edad Media tuvieron lugar intrincadas aventuras protagonizadas por caballeros heroicos. En aquellos momentos, la literatura bretona del siglo XII transformó los relatos propios de las Cruzadas, guerras religiosas impulsadas por la iglesia católica, en literatura heroica. Estas historias, reelaboradas por los bretones, se convirtieron en símbolos de la perfección cristiana. Sin embargo, a pesar de que estas narraciones abrazaban tanto el amor terrenal como el ideal de un honor exaltado, carecían de un auténtico espíritu religioso, de virtudes verdaderamente cristianas. Finalmente, la Leyenda del Santo Grial, iniciada por Chrétien de Troyes, se erigió como la obra que logró incorporar completamente este espíritu cristiano.
La búsqueda del Grial, reflejada en esta leyenda, no era simplemente una aventura más, sino la hazaña suprema. Era una suerte de peregrinación apoteósica, peligrosa y compleja, cuyo objetivo era alcanzar la corona de la vida, aquella que se le entregaba a quienes habían amado verdaderamente a Jesús. El Santo Grial se vinculaba a la gracia eucarística, a la comunión con Dios a través de la sangre y el cuerpo de Cristo bajo las formas del pan y el vino. En última instancia, esta comunión constituía el ideal de toda la humanidad, y es por ello que estas novelas despertaban un profundo interés, incluso entre santos como Santa Teresa.
Cinco partes componen la historia de la Mesa Redonda, conocidas como el Ciclo de la Vulgata o el Ciclo de Lanzarote-Grial, y perteneciente a las leyendas artúricas, que se inspiraban en estos relatos bretones: Historia del Santo Grial, Merlín en prosa, Lanzarote, Demanda del Santo Grial y Muerte de Arturo. Las últimas tres son conocidas, también, como el Lanzarote en prosa. El trasfondo religioso está presente de manera inquebrantable en el ciclo, y fusiona los aspectos guerreros con los espirituales. De todas estas partes, La Historia del Santo Grial es aquella que desarrolla más exhaustivamente la leyenda medieval, por lo que es de especial importancia para comprender su relación intertextual con La tierra baldía. Las fuentes de estas historias se remontan al Evangelio de Nicodemo, una invención del siglo IV que forma parte de los Evangelios Apócrifos, aquellos que quedaron fuera de la versión oficial de la Biblia compilada por la institución eclesiástica. La leyenda también eleva a José de Arimatea como el patrón de la caballería y el santo patrón de los británicos. La resumimos aquí de manera concisa:
José de Arimatea, amigo de Jesús, obtiene de Pilatos el cuerpo y el cáliz utilizado por Jesucristo en la Última Cena. Reducido a prisión durante la persecución de los cristianos o encarcelado por los judíos, es milagrosamente sustentado por el cáliz, y Cristo se le aparece, instruyéndolo en el rito de la misa y revelándole la mística y el poder del mismo.
Finalmente liberado, funda una hermandad dedicada a conmemorar la Última Cena y emprende un viaje al lejano Occidente en espera de un descendiente que se convertirá en el guardián eterno del Grial. Los hermanos, como caballeros misioneros, llegan a Inglaterra por mandato celestial para evangelizar y bautizar a sus habitantes. En su peregrinación, son alimentados por el Santo Grial. Sin embargo, aquel que intente contemplarlo o se siente a la mesa sin ser digno o puro es herido o cegado por una espada celestial. En el camino hacia Inglaterra, el Grial deja una huella de milagros.
Al fin, los hermanos llegan a un misterioso castillo donde se resguarda el cáliz sagrado por temor a que caiga en manos de los impíos. En este castillo, un rey enfermo (el rey Tullido) custodia el cáliz, pero no puede morir ni sanar hasta que llegue un caballero totalmente puro que le haga las preguntas rituales sobre el Grial. El famoso mago Merlín, enviado desde el inframundo como una figura antagónica a Cristo, funda la Orden de los Caballeros de la Mesa Redonda con la intención inicial de encontrar y, posiblemente, destruir el Grial, pero su naturaleza diabólica es transformada por la bondad suprema.
Finalmente, solo Perceval o, según algunas versiones, Galaad, hijo de Lanzarote y del mismo linaje que José de Arimatea, alcanza el Castillo de Cobernic. Allí realizan las preguntas rituales y se convierten en los guardianes eternos del Grial. El obispo Josefes, sucesor de José de Arimatea, celebra una misa en el salón del castillo, y Cristo crucificado emerge del Grial para administrar la comunión a la Hermandad y al caballero.
Esta magnífica leyenda tiene como tema fundamental la total y perfecta unión entre la religión y el ser humano, representando la búsqueda del conocimiento, el gran secreto y la clave de la pervivencia y el poder supremo de los Templarios, una de las órdenes monásticas militares católicas más poderosas de la Edad Media.
Apropiaciones de la leyenda del Grial en La tierra baldía
Como dijimos, la leyenda del Santo Grial desempeña un papel central en La tierra baldía de T. S. Eliot. En el contexto de la obra, el Grial simboliza una búsqueda espiritual, una búsqueda que implica encontrarse con una tierra baldía, que parece condenada a la esterilidad.
En sus notas, Eliot reconoce su deuda con From Ritual to Romance de J. L. Weston, libro que aborda detalles sobre el episodio del Rey Pescador, la tierra baldía que gobierna y la importancia del tarot, que Eliot también emplea en el poema en manos de Madame Sosostris. El Grial, la copa utilizada en la Última Cena y con la que, como vimos en la leyenda, se recogió la sangre de Jesús tras ser crucificado, se vincula en el libro de Weston con ritos paganos. En su obra, la folclorista conecta las historias medievales del Grial con tradiciones anteriores, rituales romanos que involucran la sangre y, por lo tanto, recuerdan los poderes de la sangre del Grial para resucitar. También relaciona a la leyenda con los rituales paganos específicos para la fertilidad, la restauración y el renacimiento.
En su poema, Eliot reproduce la historia del Rey Pescador, perteneciente a La historia del Grial, que narra la historia de un que se torna impotente y, en consonancia, sus tierras se vuelven infértiles. Un valiente caballero se embarca en la búsqueda del Grial para restaurar la vida y la fecundidad al territorio. Sin embargo, debe superar obstáculos, como atravesar la temible Capilla Peligrosa -motivo que también figura en el poema de Eliot en la última sección- antes de encontrar el Grial y devolverle la prosperidad al reino. Esta última situación no se hace presente en La tierra baldía: el poema no alcanza la restauración o el renacimiento de la tierra, no hay solución en el final. En su lugar, la acción se detiene, luego de la crucifixión y la peregrinación, en la formulación de una plegaria.
Por último, cabe señalar que Eliot se inspira, también, en la versión de Wagner de esta leyenda, así como en la versión artúrica que Weston relata en su obra. La voz poética en La tierra baldía, incluso, asume el papel del Rey Pescador promediando el final. A pesar de las pocas referencias explícitas al Grial en sí mismo en el poema, Eliot evoca elementos y figuras asociados con el cáliz sagrado en varias instancias y puede ser considerada, dentro del gran abanico de referencias que utiliza, la más presente y significativa en el texto.