Resumen
Tras producirse el aborto de Lola, transcurre un año en el que Pascual está como ido. En ese lapso le cambia el carácter, se vuelve huraño, distante, y cuando su esposa queda embarazada nuevamente, siente pánico de que pueda volver a abortar. Sin embargo, el embarazo sigue su curso, acompañado por los cuidados de Engracia, y el día de San Eduardo nace en un parto sin problemas el pequeño Pascualillo. Lola se repone fácilmente. Son los mejores días de la vida de Pascual y su esposa.
Comienza una etapa feliz. Juntos pasan mucho tiempo haciendo planes para el futuro del niño: mandarlo a la escuela, vacunarlo para evitarle enfermedades, hacer de él un hombre de bien. Viven alertas para alejar al pequeño de cualquier mal. Sin embargo, a los once meses Pascualillo enferma de un mal aire y muere.
Análisis
Como sucede en todo el relato, la felicidad está condenada a ser efímera, y la familia de Pascual Duarte está sentenciada a extinguirse sin descendencia. Con Esteban muerto, Mario ahogado, el primer embarazo de Lola malogrado y la tragedia de Pascualillo, la muerte ya es, como el odio, una presencia permanente en la familia.
A pesar de no haberse perfilado como un ser particularmente religioso, Pascual vive la muerte de su hijo con resignación cristiana. No reclama a Dios con odio, sino que parece resignado a sus designios. “¡Qué ajenos estábamos los dos a que Dios -que todo lo dispone para la buena marcha de los universos- nos lo había de quitar! Nuestra ilusión, todo nuestro bien, nuestra fortuna entera, que era nuestro hijo, habíamos de acabar perdiéndolo aun antes de poder probar a encarrilarlo. ¡Misterios de los afectos, que se nos van cuando más falta nos hacen!” (p. 92)
Esta religiosidad sin excesivo fervor a la que acude para explicar el determinismo que se ha ensañado con él, tiene relación estrecha con el ambiente rural al que pertenece. De hecho, muchas de las fechas nombradas se relacionan directamente con el Santoral: Pascualillo nace el día de San Eduardo, Pascual y Lola se casan el día de la Virgen de Guadalupe, Mario había nacido el día de Reyes. Dios, por otra parte, es mencionado como quien dirige los destinos de los hombres.
En este capítulo se condensan el momento más feliz y el más triste de la vida de Pascual. Nuevamente, la felicidad extrema anuncia una tristeza acorde. Y si bien la boda era, hasta ese momento, el cúlmine de la felicidad, la llegada del hijo la supera. No habrá, a partir de este momento, un momento más feliz ni uno más triste, para Pascual, que aquellos relacionados con la breve vida de su hijo.