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¿Por qué Cela utiliza la ironía como recurso sostenido en toda la novela?
Para Cela, el humor tiene una fórmula: "Escepticismo, siempre. Y crueldad y caridad a teclas alternas". La familia de Pascual Duarte es un relato determinista, pesimista. Es, por empezar, la historia de vida de un condenado a muerte. Como producto de su tiempo, además, es la denuncia ante una realidad de posguerra y desolación, que ha sumido al país en una profunda desigualdad, y la sensación de un futuro completamente incierto. Semejante estado de cosas resulta intolerable.
La ironía y el humor se presentan, entonces, como opciones necesarias para hacer más llevadera la lectura y proveer mojones emocionales que permitan avanzar sin desistir. Sin los fragmentos irónicos, Pascual hubiese sido incapaz de proseguir su relato desde la cárcel.
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¿Qué función tiene el refranero en la obra?
El refranero es el compendio popular del saber intuitivo, traspasado de generación en generación por vía oral. Encarna la identidad de un pueblo y es lo suficientemente democrático como para encontrarse tanto en boca de quienes han podido educarse como de quienes no pudieron.
Ya desde el Quijote, a través de Sancho, el refranero tiene un lugar preponderante y permite decir verdades poco adecuadas, amparadas en el saber atávico y colectivo. A través de los refranes, Pascual, cuya oralidad y capacidad de diálogo resultan bastante menos floridos que su escritura, amplía su mensaje y lo hace universal.
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¿Qué personaje encarna la resiliencia?
Una respuesta impulsiva podría llegar a determinar que el personaje más resiliente de la novela es Pascual, que ha atravesado un sinfín de desgracias y debe pagarlas con su vida. Sin embargo, una segunda reflexión podría nominar nuevos postulantes a esa categoría.
Mario, por ejemplo, a cuya discapacidad se suman el absoluto desprecio de su madre, la violencia perpetrada por Rafael, las torturas físicas y una muerte infame, podría ser un candidato. Esperanza, quien es la imagen de la novia paciente, que espera a Pascual desde tiempo atrás y le perdona hasta el presidio, da cuenta, también de una fuerte resiliencia.
Sin embargo, la más resiliente seguramente es Rosario. Ella ha sido rebelde desde la infancia, compasiva con Pascual y Mario; ha tolerado la violencia de Paco y de sus padres y ha vuelto a apostar a la vida con Sebastián. Rosario no es ingenua, como Esperanza o Mario: ella ha vivido a conciencia las desgracias, y aún así decide mirar hacia el futuro.
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¿Por qué Pascual dedica su obra a don Jesús?
Pascual, a lo largo de su relato, enumera las muertes que ha causado: la de Chispa, la de la yegua, la de Paco, la de su propia madre… nada cuenta de cómo mató a don Jesús. Y sin embargo, así consta en las cartas, y probablemente sea esa muerte la causante de su última condena.
La muerte de don Jesús parece haber ocurrido al salir Pascual de una supuesta segunda estadía en Chinchilla, y al comenzar la guerra civil, pero no hay de esto ninguna certeza.
Pascual se arrepiente de poco: de haber abandonado a Lola al irse a Madrid, y de haber matado a don Jesús. Su muerte parece ser la única inocente, la única que no surgió de una provocación personal a Pascual. Por eso, Pascual le dedica sus escritos y le pide disculpas en la persona de don Joaquín.
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¿Por qué Pascual no se arrepiente de haber asesinado a su propia madre?
El matricidio es un crimen atroz y contrario a lo más básico de la civilización humana. Sin embargo, Cela apunta a que el lector se quede con la sensación de que Pascual no es un despiadado asesino.
La madre de Pascual encarna todos los defectos y no tiene ni una sola virtud a los ojos de su hijo. Pero no es la violencia contra él lo que le genera ese odio, sino el destrato con su hermano necesitado. Pascual ha matado animales y a personas, ha sido provocado -según él lo ve- y ha respondido. Pero de la muerte de su madre decididamente no está arrepentido, porque no hay materia de que lamentarse. El grado de maldad de la madre de Pascual es tan inmenso que no ha querido su hijo ponerle nombre en su relato, para no darle entidad.
Toda la obra está orientada a ese preciso momento. El odio nacido en la infancia va creciendo y apoderándose de la voluntad de Pascual. Rosario logra vencerlo, yéndose de la casa materna en repetidas ocasiones. Pascual también intenta alejarse, pero el destino lo vuelve una y otra vez al lado de su futura víctima. Pascual parece haber nacido para matar a su madre. Y solo cuando lo hace siente que finalmente puede respirar.