El amor
El amor es uno de los temas principales de esta obra y aparece ya mencionado en el título. La relación romántica entre Fermina y Florentino constituye el corazón de la novela, pero hay otros vínculos amorosos muy importantes: el de Fermina y Juvenal, el de Florentino y sus amantes, el de Urbino y Bárbara Lynch, el de Hildebranda y su hombre casado.
El amor entre Florentino y Fermina puede ser caracterizado como lo que se conoce como "amor romántico". Este incluye un deseo emotivo muy fuerte pero también un impulso sexual entre los protagonistas. También supone un vínculo incondicional, leal y exclusivo. En este sentido, para el crítico Cabello Pino, la novela puede ser explicada en función de tres tópicos fundamentales: la fidelidad y el “pacto de amor”, “la enseñanza del amor” y, por último, “la enfermedad de amor” (2010: 27). Ahora nos enfocaremos en el "pacto de amor", mientras que los últimos dos van a ser analizados en el tema del aprendizaje y en el de la enfermedad, respectivamente (Ver "El aprendizaje" y "La enfermedad", más abajo).
El pacto de amor que le realiza Florentino a Fermina guía toda su historia y explica el accionar de Florentino durante cincuenta años de su vida. La promesa de fidelidad y amor eternos se corresponden con las ideas románticas del amor. Aunque Florentino sabe que no puede estar con su amada -porque su padre no se lo permite y porque luego ella se casa con otro hombre- nunca abandona su promesa.
El vínculo entre los protagonistas pasa por tres etapas. La primera se desarrolla en su adolescencia, con un intercambio secreto de cartas de amor y planes de casamiento, y termina con la intervención de Lorenzo, padre de Fermina, que se lleva a su hija de viaje para que se olvide de su enamorado. En este momento, Florentino le promete lealtad y amor eterno. Luego, la segunda etapa consiste en los cincuenta años que dura el matrimonio de Fermina con Juvenal, en los que Florentino tiene relaciones sexuales con varias mujeres pero nunca vuelve a enamorarse. Toda su vida gira en torno a su pacto con Fermina y la espera por la muerte de su esposo. Finalmente, la tercer etapa comienza en el final del primer capítulo, cuando Florentino busca a Fermina en el velorio de Juvenal. Aunque al comienzo se relacionan de manera amistosa, terminan enamorados y viajando en un barco para toda la vida.
Durante las tres etapas de su historia de amor, los sentimientos de Florentino rozan la obsesión: afirma que “no le era posible imaginarse el mundo sin ella” (1985:167), y agrega: “Siempre era así: cualquier acontecimiento, bueno o malo, tenía alguna relación con ella” (1985:171). Las emocionen en el amor romántico son explosivas y exageradas, tal como sucede en el caso de Florentino. Hay una cuota de imaginación y fantasía en torno a Fermina que tiene que ver con el hechizo del amor: “Poco a poco fue idealizándola, atribuyéndole virtudes improbables, sentimientos imaginarios, y al cabo de dos semanas ya no pensaba más que en ella” (1985:83).
El deseo sexual también es valorizado en esta novela, aunque se disocia del amor romántico. La primera experiencia sexual de Fermina con Juvenal es relatada con mucho detalle y el modo en el que Florentino usa las relaciones sexuales para reemplazar el amor de Fermina guía su vida durante el matrimonio de su amada. Es interesante cómo las relaciones sexuales que mantiene no ponen en juego su promesa de lealtad y amor eterno con Fermina. De alguna manera, lo sexual y lo amoroso se disocian: Florentino considera que las relaciones físicas con otras mujeres no obstaculizan su lealtad romántica con Fermina.
Finalmente, un tópico reiterado en la obra es la idea del amor como espejismo. Cuando Lorenzo Daza, padre de Fermina, se entera de la relación epistolar de su hija con Florentino, “Trató de hacerle entender que el amor a su edad era un espejismo” (1985:114). Se sugiere la idea de que su amor genera una realidad engañosa, distorsionada o distante de lo real. Este tópico es productivo para pensar las ilusiones exageradas de Florentino, las dudas de Fermina sobre su amor y sobre cuánto conoce a su amado y las distancias entre la relación de Juvenal y Fermina y la imagen pública creada en torno al matrimonio.
La enfermedad
La enfermedad más importante en esta novela es la epidemia del cólera. Varias veces se rememora la pandemia que ha matado a mucha población en el Caribe, incluyendo al padre de Juvenal Urbino, que es un héroe civil por su trabajo para luchar contra la enfermedad. Juvenal luego se convierte en un médico especialista en la misma enfermedad.
Siguiendo con lo expuesto sobre “la enfermedad de amor” (Cabello Pino, 2010: 27) como un tópico fundamental de la novela, entendemos que los síntomas del cólera son comparados con los síntomas del amor o del desamor. En el barco en el que Florentino escapa para olvidarse de Fermina, lo aíslan en cuarentena porque piensan que tiene síntomas del cólera, cuando en realidad está triste por amor. Los síntomas que se asemejan al cólera pero son causados por males amorosos son: “el pulso tenue, la respiración arenosa y los sudores pálidos de los moribundos” (1985:94). También se mencionan la falta de apetito, el insomnio y el silencio durante largos períodos de tiempo. Es el tío de Florentino el primero en vincular los malestares físicos de su sobrino con la posibilidad de que tenga cólera.
Lo mismo sucede con Fermina, cuando se separa forzosamente de Florentino. Juvenal Urbino va a revisarla para descartar un posible brote de cólera y así se conocen. Incluso Juvenal tiene síntomas físicos por el sufrimiento emocional que experimenta por la relación con Bárbara Lynch, su amante: “la amarga letanía de sus insomnios matinales, las punzadas súbitas, las ganas de llorar al atardecer, los síntomas cifrados del amor escondido que él le contaba entonces como si fueran las miserias de la vejez” (1985:340).
Además, aparecen otros pesares físicos en la novela que tienen que ver con el paso del tiempo: la enfermedad de Tránsito Daza y el retiro de Don León de Loayza, tío de Florentino, de la Compañía Fluvial del Caribe por su enfermedad.
El paso del tiempo
La historia transcurre durante medio siglo y, en este período, asistimos a los efectos del tiempo en los personajes y sus relaciones. Vemos a los protagonistas envejecer: las facultades cognitivas de Urbino comienzan a declinar, Florentino Ariza pierde el pelo y los dientes, Fermina Daza empieza a oler mal.
Los tres protagonistas están obsesionados con el envejecimiento y el paso del tiempo, aunque por distintas razones. Florentino se desespera por la posibilidad de quedarse sin tiempo para disfrutar de su relación con Fermina luego de la muerte de Juvenal. En cambio, el miedo al paso del tiempo de Juvenal tiene que ver con su resistencia a dejar la profesión y a perder facultades cognitivas. Fermina, por su parte, no se preocupa por los cambios físicos producto del tiempo sino por el modo de construir su autonomía luego de quedar viuda. Como pasa la primera parte de su vida respondiendo a su padre y la segunda parte de su vida respondiendo a su marido, al quedar viuda reflexiona sobre el poco tiempo que tiene para "recuperar todo cuanto había tenido que ceder en medio siglo de una servidumbre que la había hecho feliz, sin duda, pero que una vez muerto el esposo no le dejaba a ella ni los vestigios de su identidad” (1985:365).
El terreno que parece dar cuenta del paso del tiempo es el río. El primer viaje por el río es el que realiza Florentino para olvidarse de Fermina, aunque termina volviendo a su casa. Durante su recorrido, describe una jungla fresca y viva, llena de animales y plantas. El segundo es el que emprende la pareja en el final de la historia. García Márquez explica en una entrevista en 1988 que aquel primer viaje
Fue un viaje sin sentido, porque al llegar Ariza lamenta haber venido y regresa, pero yo tenía que inventarlo para poder describir el río y su paisaje. De lo contrario, toda esa descripción tendría que haber venido al final del libro, cuando los dos ancianos hacen su viaje, y habría eclipsado la relación entre ambos, que era lo que interesaba en ese momento. Ese ardid me ayudó también a mostrar cómo había cambiado y caído en decadencia aquel río de aguas limpias, florecientes de vida. (1988:2)
En la descripción de ese segundo viaje, entonces, la pareja no encuentra flora ni fauna silvestre sino costas secas, arenosas y gastadas. Con el paso del tiempo, la naturaleza parece haberse deteriorado.
El envejecimiento
El envejecimiento es un tema central en la novela y está ligado al tópico del paso del tiempo. Hay varios personajes seniles que se debilitan y mueren. Los tres protagonistas desprecian los efectos del tiempo en sus cuerpos hasta que alcanzan la vejez. Juvenal se enfrenta a la certeza de que su vida está acabándose luego de que su amigo Jeremiah Saint-Amour se suicida, y comienza a preguntarse si la vida en la vejez vale la pena. Tiene poca consciencia del paso del tiempo hasta que dos cartas lo confrontan con la muerte: la carta suicida de Jeremíah y la carta final de su padre en cuarentena.
En el caso de Florentino, el paso del tiempo implica siempre la espera por Fermina y el cumplimiento de su promesa romántica de fidelidad y amor eternos. La “cuenta pendiente” que tienen les permite afrontar sus últimos años con esperanza. La edad parece ser un factor importante en sus primeros encuentros durante esta última parte de sus vidas: Florentino "se sintió viejo, triste, inútil" (1985:381), e incluso necesita de ayuda para bañarse y cambiarse porque tiene un yeso desde el pie hasta la pantorilla. Además, en el barco que toman en el final de la novela, Fermina lo rechaza cuando intenta darle un beso porque tiene olor a vieja. Con el correr de los días, este inconveniente se diluye y los enamorados se muestran sus cuerpos envejecidos con orgullo: "se desnudó frente a ella con una cierta ostentación" (391).
Florentino sabe que es difícil de comprender su relación en la vejez: “Un hombre que no fuera Florentino Ariza se hubiera preguntado qué podía depararles el porvenir a un anciano como él, cojo y con la espalda abrasada por peladuras de burro, y a una mujer que ya no ansiaba otra felicidad que la de la muerte” (1985:405). Sin embargo, logran conformar una pareja y utilizar la experiencia y sabiduría de la vejez para relacionarse espiritualmente con más fuerza.
El vínculo entre dos personas de la tercera edad es mal visto por la sociedad y los hijos de Fermina parecen ser los representantes de este modo de ver la relación del amor y la edad. El doctor Urbino Daza propone que "los seres humanos fueran aislados en ciudades marginales desde las que no pudieran valerse de sí mismos, para evitarles la vergüenza, los sufrimientos, la soledad espantosa de la vejez" (1985:387). Su hermana Ofelia lo lleva más lejos: “El amor es ridículo a nuestra edad -le gritó. pero a la edad de ellos es una cochinada” (404). Incluso Fermina se resiste en un primer momento a la relación romántica con Florentino por su edad, por su cuerpo envejecido y por el peso del juicio de los demás. Finalmente, termina concluyendo: “Hace un siglo me cagaron la vida con ese pobre hombre porque éramos demasiado jóvenes y ahora nos lo quieren repetir porque somos demasiado viejos” (433). Para vivir su historia de amor lejos del juicio ajeno se embarcan en el río para no volver nunca más a un puerto y vivir el resto de sus vidas juntos.
Las clases sociales
La clase social es un tema que influye mucho en varias relaciones de la novela. Por ejemplo, la unión entre Florentino y Fermina es desaprobada por Lorenzo Daza por un tema de clase. La única meta de la vida de Lorenzo es hacer de su hija una gran dama, lo que implica casarla con un hombre respetable, con fortuna y de una familia reconocida. Florentino, en cambio, es un hijo bastardo, que tiene el apellido de la madre. Aunque con el correr de los años Florentino empieza a gozar de una buena posición económica, algunos espacios, como el Club Social, le son negados por ser bastardo.
Significativamente, Florentino se promete a sí mismo, al ver a Fermina embarazada de seis meses del hijo de Juvenal, escalar socialmente para merecerla. En la vejez, cuando va a buscarla luego de la muerte de su marido, ya cuenta con una importante fortuna y se desempeña como Director General de la Compañía Fluvial del Caribe. Como Florentino no proviene de una familia de renombre, debe compensar con dinero y poder para alcanzar la clase social de Fermina y poder aspirar a ser su pareja.
Pero Juvenal y Fermina también pertenecen a distintas clases sociales. Juvenal Urbino es un médico de una familia patricia y renombrada mientras que Fermina es una joven sin un apellido importante y un padre poco respetable. Las cartas que recibe antes de aceptar el pedido de matrimonio de Juvenal también responden a un factor de clase. Son cartas anónimas, intimidatorias y amenazantes que desincentivan su unión con el Dr. Urbino. En este sentido, las clases altas muestran cierta resistencia a incluir a Fermina en su círculo social.
Luego del casamiento, la diferencia de clase entre Juvenal y Fermina también ocasiona problemas domésticos en el palacio en el que habitan sus primeros años de matrimonio con Doña Blanca, madre de Juvenal. Ella le impone a Fermina determinadas actividades que considera que son necesarias para una mujer en su posición (como aprender a tocar el arpa). Juvenal reflexiona, desde la vejez, sobre los problemas que había tenido Fermina en el comienzo de su matrimonio: “sobre todo al principio, cuando ella era la advenediza en un ambiente predispuesto en contra suya desde hacía trescientos años” (1985:311). Su marido da cuenta de las dificultades que había tenido que atravesar Fermina para adaptarse a su estilo de vida.
La escritura
La escritura es un tema central en El amor en los tiempos del cólera. Primero, es el medio que tienen Florentino y Fermina de mantener su vínculo romántico en secreto durante su adolescencia. Esta primera etapa de su relación se basa casi enteramente en el intercambio epistolar. Fermina consigue la ayuda de su tía Escolástica -responsable de su crianza- para escribir cartas de amor y mantener en secreto la correspondencia con su amado.
De alguna manera, estos primeros años de intercambios escritos parecen alejarse de la realidad, ya que cuando Fermina realmente ve a Florentino, luego de años de intercambios epistolares, se da cuenta de que no lo ama y de que las cartas habían creado una ficción. Cuando se encuentran en la Plaza de la Catedral, luego del retorno de Fermina de un viaje organizado por su padre para separarla de Florentino, mira a su enamorado y siente “el abismo del desencanto” (1985:139). Luego le envía una carta explicándoselo. Esto se vincula con el tópico del amor romántico como un espejismo, en tanto el rechazo de Fermina da cuenta de cómo las cartas pueden crear una ilusión distorsionada de lo real. Hay un juego constante en la novela respecto de dónde reside lo “verdadero” de los sentimientos de los personajes: si en las cartas -lo escrito- o en las acciones.
Que los lectores no tengamos acceso a las cartas que efectivamente intercambian Florentino y Fermina es un factor de intriga que mantiene un velo de sospechas sobre ese vínculo romántico. En la tercera etapa de su relación, durante la vejez, las cartas también cumplen un papel importante. Para que Fermina se enamore de Florentino luego de quedar viuda, y reciba con agrado su correspondencia, su estilo de escritura debe modificarse. En la adolescencia, el estilo de Fermina es concreto y relajado y Florentino es extremadamente romántico, barroco y florido. En la vejez, Florentino escribe de una manera menos efusiva y más racional -"meditaciones escritas" (1985:372)- y Fermina logra un estilo más profundo y verdadero. Los cambios en sus estilos muestran los cambios en su personalidad, la escritura da cuenta de sus procesos de aprendizaje. Florentino exhibe su madurez y Fermina reconoce, al leer su primera carta, que “se le revelaba un Florentino Ariza desconocido, con una clarividencia que no correspondía a las esquelas febriles de su juventud ni a su conducta sombría de toda la vida” (383). Nuevamente, no queda claro si la madurez y templanza del nuevo estilo de escritura de Florentino es un reflejo de su crecimiento personal o una manera de reconquistar a Fermina a través de un engaño.
Por otra parte, el amor por la escritura y la lectura es un rasgo determinante de la personalidad de Florentino. En la adolescencia pasa varios meses en el hotel de Lotario Thugut -un amigo suyo que le consigue el trabajo en la oficina del telégrafo- leyendo libros de manera voraz y obsesiva mientras espera la respuesta de Fermina ante su pedido de matrimonio. La literatura le sirve como un lugar de escape y refugio. Luego, tiene dificultades cuando tiene que escribir cartas profesionales para la Compañía Fluvial del Caribe, ya que no logra esconder el sentimentalismo en la escritura. Solo sabe escribir cartas de amor, pensando en Fermina. Por eso se dirige al Portal de los Escribanos y redacta cartas de amor para otras personas. Utiliza su talento para ayudar a los enamorados a escribir buenas cartas. De este entrenamiento surge la escritura de un libro didáctico que llama Secretario de los enamorados.
Finalmente, Juvenal recibe dos cartas que son de vital importancia. Ambas lo hacen reflexionar sobre el tópico de la vejez. Primero recibe la carta suicida de Jeremiah Saint-Amour, que cambia totalmente la percepción que tiene sobre su amigo. Juvenal descubre con esas palabras escritas que su amigo no es un veterano de guerra sino un fugitivo de la ley. De alguna manera, se sugiere nuevamente que habría más “verdad” en lo escrito que en la vida real. Esta carta motiva la reflexión sobre la propia muerte, ya que su amigo le explica su decisión de no vivir después de los 60 años. Del mismo modo, la última carta que recibe de su padre confronta al personaje con su propia mortalidad. Es una carta que aquel escribe aislado en cuarentena y enfermo del cólera para despedirse de su familia.
El aprendizaje
La novela muestra los procesos de crecimiento y aprendizaje de Florentino y Fermina. En el caso de Fermina, la encargada de su crianza y educación es su tía Escolástica, quien le enseña a escribir “previendo que las cartas son un arma fundamental de los amores prohibidos” (1985:89). La incita a ser valiente y a casarse con Florentino. Como se mencionó antes, “la enseñanza del amor” es un tópico fundamental para el crítico Cabello Pino (2010).
Quien guía a Florentino en las cuestiones amorosas es su madre, Tránsito Ariza, la única persona a la que él le cuenta sobre su amor por Fermina. Cuando Florentino le muestra la primera esquela escrita de sesenta páginas que piensa entregarle a Fermina, la madre le recomienda escribir algo más breve para no asustarla y comenzar la seducción consiguiendo la aprobación de la tía, Escolástica. Lo ayuda a pensar estrategias para acercarse a Fermina. Según el crítico Parrilla Sotomayor, la sabiduría moral que Tránsito enseña a su hijo parte de El arte de amar de Ovidio, “posiblemente el clásico de mayor relevancia sobre la didáctica del amor en la Antigüedad” (2018:4).
El crítico argentino también rastrea en las enseñanzas de la madre de Florentino el carpe diem. Tránsito Ariza le dice: “Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas, que estas cosas no duran toda la vida” (73). En este argumento, el narrador pone en boca de la madre una alusión al carpe diem, conocido tópico de Horacio: "No fíes crédula en día venidero, goza este que se va. (Horacio, 1939: 29). El carpe diem sugiere aprovechar el momento presente porque la vida se termina. En el caso de Tránsito Ariza, su recomendación tiene que ver con el disfrute: "disfruta los síntomas del amor de juventud, pues luego en la edad adulta no se vuelven a repetir" (2018:4). Su madre le recomienda vivir intensamente todas las emociones vinculadas al amor, siguiendo de este modo las ideas del amor romántico antes mencionadas: el amor implica pulsiones emocionales explosivas.