“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados” (1985:11)
Esta imagen olfativa inaugura la novela y anticipa uno de los temas fundamentales de la obra. El narrador relaciona un aroma con la inevitabilidad del sufrimiento por amor, anticipando un tópico que va a repetirse en la novela. La idea del amor como algo que contiene tanto lo dulce como lo amargo es un oxímoron que se vincula al olor de las almendras.
“Se había ido a errar por las escolleras, y estuvo recitando versos de amor contra el viento, llorando de júbilo, hasta que acabó de amanecer” (1985:90).
Esta imagen visual reconstruye una de las expresiones exageradas y desproporcionadas del amor romántico de Florentino por Fermina. Este paseo por las escolleras sucede en el segundo capítulo, es decir, en la primera etapa de la historia de amor entre Florentino y Fermina. Son dos adolescentes con emociones explosivas, pasionales y exageradas.
En esta imagen se mezclan componentes naturales, como la escollera, el viento y el atardecer, con el llanto de Florentino y el recitado de poemas. También se incluye la paradoja del "llanto por júbilo", que es común en el modo exacerbado de experimentar el amor en Florentino.
“A medida que cabeceaba sobre el libro iba hundiéndose poco a poco en el manglar inevitable de la señorita Lynch, en su vaho de floresta yacente, su cama de morir, y entonces no lograba pensar en nada más que en las cinco menos cinco de la tarde de mañana y ella esperándolo en la cama sin nada más que su monte de estropajo oscuro bajo la falda de loca de Jamaica” (1985:315).
Esta descripción visual del cuerpo de Bárbara Lynch, amante de Juvenal Urbino, da cuenta de un paisaje salvaje, enloquecido y natural. Se compara su cuerpo con el vapor de las flores -imagen olfativa- y con un manglar, es decir, un terreno en una zona tropical cubierto de esteros y mareas de agua salada -imagen visual-. La descripción está cargada del deseo que siente Juvenal por su amante; por eso utiliza imágenes visuales y olfativas seductoras. Probablemente el factor de que Bárbara sea mulata despierta en Juvenal, un miembro de la clase blanca y patricia de la ciudad, ciertas fantasías vinculadas a la naturaleza.
“Más gordo y áspero a medida que sucumbía en las arenas movedizas de una mala vejez” (1985:297)
La imagen visual y dinámica de las arenas movedizas remite a un barro que traga a una persona hacia abajo, hasta la muerte. La persona pierde estabilidad y cae lentamente hacia lo profundo. Esta imagen se vincula con el proceso de envejecimiento, en este caso, de Lorenzo Daza, el padre de Fermina, que debe huir de la ciudad por los negocios ilegales que desarrolla. La gordura y la aspereza se presentan como síntomas de su vejez.