La trenza de Fermina (Símbolo)
Antes de que Lorenzo Daza se embarque con su hija en un viaje para separarla de Florentino y evitar ese matrimonio, Fermina se corta la larga trenza y se la regala a su amado. Esta gesto simboliza su pacto de amor. La entrega de Fermina de una posesión muy valiosa e identitaria significa que su relación no va a terminarse por el viaje planeado por su padre. De alguna manera, le dice a su enamorado que, a pesar de la distancia, su relación romántica sigue en pie.
Cuando Florentino se entera del matrimonio de Fermina con Juvenal, descuelga del muro de su dormitorio la trenza de Fermina, que tenía exhibida como una reliquia sagrada. Este gesto expresa cierta desilusión de Florentino sobre la promesa de su amada, simbolizada en ese objeto.
París (Símbolo)
París es el espacio idílico, casi paradisíaco, para el matrimonio de Juvenal y Fermina. Ella vuelve siempre embarazada de París y ve allí otros modos de vida con los que se siente más cómoda.
En su primer viaje, en la luna de miel, Juvenal menciona que los enamorados “se besaban en la calle, en el ómnibus, en las terrazas floridas de los cafés abiertos al aliento del fuego y los acordeones lánguidos del verano, y hacían el amor de pie en los muelles del Sena sin que nadie los molestara" (1985:157). Como entiende el crítico Parrilla Sotomayor: “Este tono entusiasta que el narrador adopta al referirse a la conducta erótica de los parisinos entraña una apreciación de la libertad que se opone a un espacio en el que prevalece la opresión de los impulsos eróticos.” (2018:11). Este espacio parece brindarle a la pareja una cuota de libertad que se opone a las convenciones sociales tan invasivas de Cartagena.
La bandera amarilla (Símbolo)
En la novela se narran dos viajes en barco. En el primero, Florentino se traslada para olvidarse de Fermina y allí se cruza con un barco con una bandera amarrilla, que significa que lleva pasajeros enfermos del cólera. Nadie puede acercarse, por lo que el barco debe moverse aislado por el río.
En el viaje final, cuando Florentino huye con Fermina a vivir su historia de amor, le piden al capitán que ponga la bandera amarilla para viajar solos toda la eternidad. La bandera logra que no entren nuevos pasajeros al barco y que no tengan que tocar ningún puerto. Esta bandera en este segundo viaje es el símbolo del amor, que, tal como entiende el crítico José Luis Méndez, “navega de un lado al otro del río porque no encuentran un puerto seguro donde desembarcar” (1989:202). Los enamorados convierten un símbolo de enfermedad en uno de amor e inmortalidad: "el Nueva Fidelidad zarpó al amanecer del día siguiente, sin carga ni pasajeros, y con la bandera amarilla del cólera flotando de júbilo en el asta mayor" (1985:485).
El viaje por el río (Símbolo)
El río es un símbolo universal del tránsito por la vida, del cambio constante, de lo fluido. En este caso, el viaje de los enamorados es definitivo, para siempre. Cuando el amor de Florentino y Fermina es finalmente posible y recíproco, la muerte pasa a un espacio secundario y los personajes alcanzan cierta inmortalidad. Su vejez y envejecimiento deja de importar, porque los personajes se enamoran. Además, navegando para siempre se alejan de las convenciones sociales del continente que reprenden el amor entre ancianos, y de los hijos de Fermina, que no aprueban de esta relación amorosa. En resumen, el viaje final por el río simboliza el triunfo del amor y la llegada de la inmortalidad para los amantes: el amor los hace eternos.