París (Símbolo)
Muchas crónicas de Rubén Darío exploran la ciudad de París desde diversos abordajes. Entre ellas destacan "Hombres y pájaros", "Los miserables" y "París nocturna". Para el autor, esta ciudad simboliza la modernidad, y lo hace con todas sus contradicciones y complejidades. París es para Darío la ciudad de las luces, la cuna de la cultura y el ideal de ciudad para el ciudadano cosmopolita. Sin embargo, así como en ella viven las personas más nobles y desinteresadas, las calles de París son habitadas, al mismo tiempo, por los seres más ruines y degradados moralmente. En el espacio complejo y lleno de claroscuros de la ciudad, el caballero y la dama de la alta sociedad se cruzan con el trotamundos, el bohemio cosmopolita y con los vagabundos, las prostitutas y los criminales.
La complejidad de la modernidad que el autor analiza a través de la vida parisina se condensa en la siguiente cita: “Sí, porque París tiene un vasto cuerpo; (...) tiene una cabeza, unos brazos, un corazón, un vientre y un sexo; tiene sus grandes pensamientos, sus grandes sentimientos, y sus buenas y sus malas acciones, y sus bellos gestos” (p. 90). Con esta personificación, queda claro que, para Darío, la modernidad es una época compleja que multiplica las pasiones humanas más mezquinas y las convierte en algo cotidiano.
La serpiente (Símbolo)
En Cuentos y crónicas de Rubén Darío, la serpiente representa el pecado y la tentación. El autor lo utiliza como símbolo para retratar la lucha de la fe contra la racionalidad y el pensamiento científico. Un ejemplo de este símbolo se encuentra en "La extraña muerte de Fray Pedro". En este cuento, Fray Pedro se introduce en el camino del pecado por su creciente curiosidad y afinidad con las ciencias. En una clara referencia a la simbología judeo cristiana, el narrador expresa: "...la ciencia constituye, en el principio, el alma de la Serpiente..." (p. 42). Esta serpiente es la que tienta a Adan a tomar el fruto prohibido del árbol de la ciencia e introduce el pecado en la humanidad.
Las palmas (Símbolo)
La palma es una planta que se utiliza en la celebración del Domingo de Ramos, festividad que conmemora la llegada triunfante de Jesúcristo a Jerusalén. Según la tradición cristiana, el domingo de Ramos la gente acompañó a Cristo desde el Monte de los Olivos hasta Jerusalén, abanicando hojas de palma a su paso, como si se tratase de la llegada triunfal de un emperador. Así, la palmas se constituyen como el símbolo del triunfo de Cristo y son utilizadas por Rubén Darío en el cuento "Mi Domingo de Ramos". En el siguiente pasaje, el autor recupera la simbología cristiana de la palma: "Más tarde, las palmas del domingo guárdanse en las casas de los creyentes, como poderosos e invencibles talismanes. Queda junto a los retablos antiguos, junto a los santocristos que guardaban los lechos familiares..." (p. 79). Como elemento asociado al triunfo de Cristo, las palmas representan también la inmortalidad del alma y su victoria sobre la fragilidad de la carne.
La luz (Símbolo)
La luz, utilizada como símbolo, representa el encuentro del hombre con la verdad y el conocimiento. En el cuento "El caso de la señorita Amelia", para expresar la ignorancia de la especie humana el Doctor Z dice que los sabios no han visto "ni un solo rayo de la luz suprema" (p. 11). A su vez, el Doctor Z se refiere a la ciencia como una ciega, que apenas logra divisar un tenue reflejo de luz, expresando nuevamente la insuficiencia del paradigma científico para llegar a la verdad de las cosas. Por otro lado, el narrador, cuando describe al Doctor Z como un sabio, destaca su reflejo en un espejo, donde la superposición de su rostro con las llamas de las velas generan una imagen aureolada que connota sabiduría.
El color blanco (Símbolo)
Rubén Darío, inspirado en el simbolismo francés, utiliza los colores para representar ideas o sentimientos. En "Mi Domingo de Ramos", el color blanco es el símbolo de la pureza, la inocencia y la bondad. Por tal motivo, cuando describe el alma del niño que llora y reza frente a la imagen de Jesus, el narrador dice: "Id al Himalaya, y entre las más blancas nieves de la más alta cumbre, buscad el copo que en sí contenga la blancura misma: esa es su alma." (p. 75)
En otra crónica, "Día de primavera", el color blanco es utilizado nuevamente con la misma connotación positiva. El narrador describe a su interlocutora valiéndose del color: "señorita, con vuestro sombrero blanco, vuestro vestido blanco, y vuestra alma blanca." (p. 173). Cargada de cualidades positivas, la mujer funciona como el opuesto del narrador que, en un momento triste de su vida, anuncia: "Yo tendría mi negro dolor" (p. 173). De esta forma, el negro contiene lo triste, doloroso y contaminado, mientras que el blanco, por oposición, representa lo bueno, lo bello y lo puro.