Cuentos y crónicas

Cuentos y crónicas Resumen y Análisis "Poemas de arte. Böcklin", "Curiosidades literarias"

Resumen

Poemas de arte. Böcklin

I. La isla de los muertos

El narrador describe el famoso cuadro del pintor Arnold Böcklin, “La isla de los muertos”. Se trata de una isla que se encuentra en un lugar aislado y silencioso; posee árboles negros, antiguas criptas cavadas en la piedra y cipreses mortuorios que parecen monjes fantasmagóricos. Por el agua, a lo lejos, se acerca una barca de duelo ¿A quién lleva?, se pregunta el narrador, y luego se contesta: lleva a la virgen María, la reina Bestabé, la esposa de Mausoleo, Hécuba y Venus.

II. Idilio marino

El narrador describe otro cuadro de Böcklin, en el que la diosa Venus figura en primer plano, erguida sobre una roca en medio del agua; un tritón velludo y escamoso en el agua hace sonar un caracol, mientras que se deja acariciar por la diosa.

III. Sirenas y tritones

El narrador menciona una serie de criaturas coexistiendo: en primer plano, un tritón que ríe y flirtea con una ninfa que se muestra angustiada por la situación. Detrás de ellos, otra ninfa se sumerge en el agua y un centauro acuático aparece en la cresta de una ola.

IV. Día de primavera

El narrador, triste, dirige sus palabras a la mujer representada en este cuadro de Blöckin. Se trata de una mujer vestida de blanco, cuya alma, para el narrador, también es blanca. A esta blancura el narrador le contrapone su dolor negro. Luego, le parece que los árboles forman un recinto de duelo y que el agua murmura sobre amores ya marchitos. En verdad, todo para el narrador resulta triste, e indica que, a veces, el estado de ánimo de un alma contagia el alma de las cosas que lo rodean.

V. Los pescadores de sirenas

El narrador le pide a uno de los faunos pescadores del cuadro que le pesque una sirena que tenga características excepcionales. Sin embargo, pronto determina que aquellos a quienes les hizo el pedido son malos pescadores. Uno, viejo y fornido, mira divertido a la sirena común y corriente que su compañero pescó. Su compañero saca la red del agua y contempla insatisfecho a su presa.

Curiosidades literarias

En una tertulia, varios hombres de letras hablan sobre las curiosidades del mundo de la escritura. El narrador -presumiblemente Rubén Darío- cuenta que una vez insertó en una revista de Nicaragua un cuento cuyo autor había utilizado una sola vocal en todo el texto. Como el autor del cuento resulta desconocido inclusive para él, invita al resto a que adivine quién lo escribió. Luego, se incluye el cuento:

Amar hasta fracasar (Trazado por la A)

En la Habana, Ana y Blas se aman, pero la madre de Ana, Marta Albar, no consiente su amor. De todas formas, Ana y Blas prometen amarse hasta la muerte. Un año más tarde, Marta va a buscar un prometido para Ana, y descubre a Ana abrazada a Blas. La situación deriva en una lucha cargada de golpes e insultos; Blas escapa, pero es perseguido con armas hasta que lo atrapan y lo encarcelan. Mientras tanto, Marta envía a Ana al convento de Santa Clara para que permanezca allí hasta que ella le encuentre un prometido. Un día, Blas le paga al guardia para escapar y va en busca de Ana. En el convento, posicionado cerca de su ventana, canta en voz baja para que solo Ana lo descubra. Al reconocerlo, ella escapa y se van juntos en un barco. Trágicamente, durante el viaje se desata una tormenta que hunde el barco y mata a Ana. Blas, que la descubre muerta, decide morir en el agua con ella.

Análisis

En esta sección abordaremos las cinco crónicas reunidas bajo el título "Poemas de arte. Böcklin", así como la crónica "Curiosidades literarias". Como ya hemos mencionado en las secciones anteriores, Rubén Darío se propone modificar los parámetros estéticos y los criterios vigentes en el arte y en la literatura de fines del siglo XIX. Este proyecto implica, necesariamente, la resignificación de ciertos hábitos culturales, entre los que destacan la lectura en voz alta, la creación de revistas literarias, la producción de libros de poesía de jóvenes escritores y la reunión en tertulias literarias. Así, se hace evidente el proyecto de los modernistas de instaurar el arte como una dimensión fundamental de la vida cotidiana. En este sentido, las crónicas periodísticas se convierten también en un espacio de experimentación artística, y Darío publica en diarios (Como La Nación, mientras vive en Buenos Aires) numerosos textos que se alejan de la crónica tradicional y que se presentan como una exploración del lenguaje poético por sobre el lenguaje referencial propio del ámbito del periodismo. Este tipo de textos fue llamado “poema en prosa”, puesto que, si bien está escrito en prosa, el uso del lenguaje que se hace en ellos se corresponde más a la poesía.

En verdad, puede considerarse que el poema en prosa es el género modernista por excelencia, en el sentido de que es la culminación lógica del concepto de la prosa como arte. Dicho género es la manifestación de la reacción de los modernistas contra las normas clásicas vigentes en los siglos XVIII y XIX, según las cuales la poesía y la prosa son modalidades expresivas distintas e irreconciliables. Esa reacción constituye, precisamente, uno de los caracteres esenciales y valederos del modernismo en su aspecto formal.

Los poemas en prosa pueden ser pasajes colocados dentro de obras más extensas o textos cortos -principalmente crónicas- en los que la prosa está impregnada del lirismo propio de la poesía. Al respecto, el famoso crítico argentino, Enrique Anderson-Imbert, señala:

Páginas de prosa poética aparecieron cada vez que al escritor se le ponía el ánimo en tensión lírica... Lo que él quiere es recogerse hacia el fondo último de su alma..., libertarse de las cosas que lo circundan. Por eso tira al poema en prosa, a la miniatura preciosa, a momentos de suma belleza, a antologías de imágenes que valen por sí mismas... Regula sus ritmos, su selección de palabras, su sintaxis, sus metáforas, no por el uso lingüístico de la comunidad, sino por el ímpetu lírico-individual (Anderson Imbert, en Gale, 1975: 93-94).

Como se desprende de la cita anterior, el poema en prosa se destaca ante todo por la unidad de su tema y, en segundo lugar, por su brevedad. Todas las crónicas reunidas bajo los títulos “Poemas de arte” y “Curiosidades literarias” pueden comprenderse, en este sentido, como poemas en prosa.

“Poemas de arte” presenta un segundo título, “Böcklin”, y reúne en su interior cinco textos que hacen referencias a las obras de dicho pintor. Arnold Böcklin fue un artista suizo encuadrado dentro del movimiento simbolista, aunque tuvo muchísima influencia sobre el surrealismo. Sus obras presentan figuras fantásticas y mitológicas enmarcadas en mundos extraños y en paisajes provenientes de la antigüedad clásica que revelan, a menudo, la obsesión del artista con la muerte. Su obra más conocida es “La isla de los muertos”, de la que realizó, entre 1880 y 1886, cinco versiones. Estas, a su vez, inspiraron a numerosos artistas durante todo el siglo XX, desde el compositor Rajmáninov al poeta Max Reger, e incluso al artista gráfico H.R. Giger (quien diseñó el arte visual de la saga Alien). Rubén Darío también se sintió atraído y fascinado por los cuadros de Böcklin, por lo que no es nada raro que les haya dedicado estos textos.

En todos estos textos destaca el uso del lenguaje poético, cargado de imágenes sensoriales y de figuraciones, como puede observarse en el siguiente pasaje, perteneciente a “La isla de los muertos”: “¿En qué país de ensueño, en qué fúnebre país de ensueño está la isla sombría? Es en un lejano lugar donde reina el silencio. El agua no tiene una sola voz en su cristal ni el viento en sus leves soplos, ni los negros árboles mortuorios en sus hojas: los negros cipreses mortuorios, que semejan, agrupados y silenciosos, monjes fantasmas” (p. 167).

A su vez, en estos textos Darío despliega toda una imaginería cargada de alusiones a la cultura clásica, por lo que pueden resultar difíciles para un lector no versado en la mitología greco-romana y en toda la historia de Occidente. En el siguiente pasaje, correspondiente a “Idilio Marino”, las alusiones a la cultura letrada se suceden con total naturalidad:

Más allá de las solitarias islas en donde descansan los pájaros viajeros, en el reino en que Leviatán domina, sobre una roca, está entronizada la Vencedora, en la irresistible omnipotencia de su desnudez. En su blanca piel está la sal, el perfume marino de Anadiómena, y la serpiente de las olas hace hace ver una vez más, amorosa y humillada, el soberano triunfo del encanto femenino (p. 169).

Para poder interpretar este pasaje es importante comprender la referencia a los dominios de Leviatán, una bestia marina bíblica que, para el cristianismo, muchas veces se asocia a la figura de Satán; luego, es necesario saber que la Vencedora es la diosa Venus (Afrodita, para la mitología griega), a quien también se hace referencia bajo el título “Anadiómena”, puesto que así se la llama desde la Antigüedad, a partir de la representación que el pintor Apeles hizo de ella saliendo del mar. Este tipo de alusiones cultas abunda en toda la obra de Rubén Darío y es un claro ejemplo del estatus aristocrático que el poeta le otorgaba al arte.

En contraposición con el carácter elevado y culto de los poemas en prosa, cabe mencionar que el humor también se hace presente, aunque de forma sutil, mediante el uso de ciertas imágenes que tienden al grotesco y a la parodia. Por ejemplo, en “Sirenas y tritones”, se hace referencia a un personaje mitológico como “un Sancho centauro acuático braceando” (p. 171) que en la redondez de su barriga “muestra su honda mancha, como la señal de un golpe de espátula, el ombligo” (p. 172). Este tipo de pasajes ayuda a quitar solemnidad a las imágenes que conjura Darío y aproxima el texto a sus lectores, proponiéndolo como un juego entre el pasado y el presente, la alta cultura y la cultura popular.

Finalmente, otro factor que vale la pena destacar es la expresión directa de la sensualidad en la naturaleza. En los poemas en prosa se puede detectar un erotismo transversal a todas las representaciones de personajes y escenarios fantásticos. La siguiente descripción de la sirena es un claro ejemplo de ello:

Péscame una, cuya cola bifurcada pueda hacer soñar en el pavo real marino, y cuyos costados finos y relucientes tengan aletas semejantes a orientales abanicos de pedrería (...), cuya boca salada bese y muerda, cuando no cante las canciones que pudieran triunfar de la astucia de Ulises, cuyos senos marmóreos culminen florecidos de rosa y cuyos brazos, como dos albos y divinos pithones, me aten para llevarme a un abismo de ardientes placeres, en el país recóndito en donde los palacios son hechos de perlas, de coral y de concha de nácar (pp. 175-176).

La fusión de temas míticos con escenas fantásticas y ensoñaciones como las analizadas en las secciones anteriores demuestran hasta qué punto el arte del modernismo hace convivir una pluralidad de tiempos históricos, mezcla lo más nuevo con lo más antiguo y despliega una multiplicidad de presencias que se plasman en el momento único al que se accede solo mediante la experiencia estética de la obra de arte.

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