Franny y Zooey

Franny y Zooey Resumen y Análisis Zooey (Primera parte)

Resumen

Un narrador en primera persona que se presenta como el autor anuncia que no ofrecerá un relato, sino "una película doméstica en prosa" (42) con tres actores principales que reprueban su producción. Franny, la protagonista femenina, se queja de aparecer llorando todo el rato; Bessie, de que se la muestre en bata. No obstante, ninguna pone graves reparos porque saben que él, quien narra, es muy sensible a las críticas. Zooey, el protagonista masculino, sí que se ha manifestado en contra de la historia, porque el argumento se basa en el misticismo.

El narrador cuenta que ha estado produciendo sus películas domésticas en prosa desde que tenía quince años, y piensa que esta no es mística, sino una historia de amor. Explica que el material lo tomó de conversaciones que tuvo con sus protagonistas (sus dos hermanos menores y su madre) a lo largo del tiempo. Concluye revelando que su apellido es Glass, y que la historia comenzará cuando el más joven de los Glass lea una carta de su hermano mayor vivo, Buddy, que es quien narra, y quien quedará referido, en adelante, en tercera persona.

Una mañana de noviembre de 1955, Zooey Glass, de veinticinco años, vuelve a leer en la bañera una carta escrita hace cuatro años. Zooey es "un ser complejo, contradictorio y polifacético" (45). Delgado e increíblemente guapo, se ha salvado de ser excesivamente bello por tener una oreja más prominente que otra. Zooey ha sido un actor de televisión muy exitoso durante tres años, pero sus apariciones públicas comenzaron a sus siete años, cuando participó del programa radial "Es un niño sabio", por el que pasaron, en diferentes momentos, todos sus hermanos. El público los despreciaba o los adoraba. La mayoría, hoy en día, considera que Seymour fue el mejor, seguido por Zooey. Todos llamaron la atención de psicólogos como niños superprecoces, pero Zooey fue el más ávidamente examinado y entrevistado.

En una nota al pie en primera persona, Buddy repasa la situación de los hermanos de Franny en el presente del relato. Seymour, el mayor, se suicidó en 1948 en Florida. El segundo, Buddy, es un escritor residente en una escuela superior femenina en el estado de Nueva York, y vive solo, sin calefacción ni electricidad. Boo Boo está casada y es madre de tres hijos. Walt, uno de los gemelos, murió en la Segunda Guerra Mundial; Waker, el otro gemelo, es sacerdote católico.

Buddy describe la carta que Zooey lee como hiperbólica en muchos aspectos, como su longitud, y la transcribe. En la carta, fechada el 18 de marzo de 1951, Buddy le dice a Zooey que acaba de terminar de leer una carta de su madre, Bessie, instándolo a quitar su teléfono en Nueva York e instalar uno en su casa de campo. A él le gusta el teléfono porque le recuerda a Seymour. Buddy le pide a Zooey que sea más amable con Bessie, y admite que la carta que ella le escribió estaba destinada a pedirle que convenciera a su hermano menor de seguir sus estudios de doctorado (en matemáticas más que en griego) antes de sumergirse de lleno en la actuación. Aunque esto le parezca sensato, Buddy relativiza la perspectiva de Bessie aludiendo a su ingrato trabajo como profesor universitario primero, y admitiendo que, de todos modos, él ni siquiera obtuvo su licenciatura en Artes. Se lo adjudica a dos razones: era un snob y sabía que nunca alcanzaría a Seymour, quien obtuvo su doctorado muy joven.

Por otro lado, Buddy cree que Zooey es diferente, y admite que piensa que sería "un actor mucho mejor adaptado" (51) si él y Seymour no hubieran incluido sus amores literarios más pesados en sus lecturas recomendadas cuando era niño: "Un actor debería viajar ligero de equipaje" (52), admite. También le confiesa a su hermano que le intriga saber cómo será su futuro como actor, y añade que sabe que él nació para eso. No obstante, le da pánico pensar si se conformará con ser una frívola estrella de Hollywood, o soñará "con algo más cósmico" (ídem). Zooey le preocupa, dice, porque sabe cuánto le exige a las cosas.

Buddy escribe que hace exactamente tres años se suicidó Seymour, y recuerda aquel momento. Luego le cuenta a Zooey que está dando una conferencia semanal sobre budismo zen a los profesores y estudiantes de su universidad. También le dice que, más que las súplicas de su madre, dos hechos lo instaron a escribirle: el encuentro fortuito con una niña en una carnicería y un haiku que encontró en la habitación del hotel donde Seymour se mató: "La niñita del avión / que volvió la cabeza de su muñeca / para que me mirase" (54).

Buddy admite que quiere contarle a Zooey por qué él y Seymour se hicieron cargo de su educación y la de Franny. Más allá de la diferencia de edad que los separaba, los hermanos mayores no querían que los pequeños se adentraran en la búsqueda del conocimiento antes de lo que el Zen llama el no-conocimiento. Es decir, querían que aprendieran sobre aquellos hombres que habían buscado "la fuente de toda luz" (55), como los santos, los arhats; como Jesús, Gautama o Lao-tse, antes de indagar en las ciencias y las artes.

Finalmente, Buddy admite que, después de la muerte de Seymour, y aunque estaba preocupado por Franny y Zooey, no pudo volver a la casa durante más de un año por miedo a las preguntas que le harían. Esa tarde, en la carnicería, escribe, recordó a Seymour diciéndole una vez que el propósito del estudio religioso era olvidar las diferencias entre opuestos como niños y niñas, o día y noche. Y entonces sintió la necesidad de escribirle. Por último, dice que cree que Zooey fue el único que sintió ofendido con Seymour tras el suicidio, y el único que realmente lo perdonó. Antes de despedirse, insta a su hermano a dedicarse a la actuación si cree que debe hacerlo y, si es así, le pide que lo haga con todas sus fuerzas.

Análisis

Este segundo relato que compone la obra de Salinger comienza con una suerte de ruptura de la cuarta pared. Hablamos de este concepto cuando en un producto audiovisual o en una obra de teatro uno de los personajes se dirige a los espectadores, rompiendo la división entre el mundo ficcional y el no ficcional y quebrando así, por un momento, el pacto ficcional que nos permite "creer" en lo que está siendo representado. En este caso, el narrador en tercera persona utiliza por un momento la primera para identificarse como Buddy Glass, hermano mayor de Franny y Zooey y autor de las páginas que siguen. Asimismo, revela la opinión de los protagonistas sobre el relato mismo.

El narrador también hará uso, poco más adelante, del pie de página para reponer cierta información sobre la familia Glass, en un recurso ambiguo que hace alusión a sí mismo al mismo tiempo que refiere a los personajes como si fueran personas reales. Lo que se crea con estos recursos es una instancia ficcional de enunciación que complejiza el relato al sumarle un nuevo plano espacio-temporal a modo de marco: el relato cuenta lo que Buddy cuenta sobre algo que le sucede a sus hermanos.

En todo caso, es curioso que, al referirse a su propio relato, Buddy lo describa como una película en prosa. Ya hemos destacado anteriormente que la asociación entre este relato y una película u obra de teatro es adecuada, al mismo tiempo que resulta irónica, dado el rechazo que tanto Salinger como muchos de sus personajes manifiestan a estas formas artísticas.

No es casualidad que sea Buddy quien se identifique como narrador de este relato, ya que este constituye una suerte de alter ego del autor. Como Buddy, Salinger empezó a escribir ficción cuando tenía quince años, se recluyó en una casa rústica y fue un estudiante devoto del budismo zen. Aún más, en Seymour: una introducción se sugiere que Buddy es el autor de El guardián entre el centeno, el texto más célebre de J. D. Salinger. Así, al introducirse a sí mismo en su propia novela a través de este alter ego, Salinger convierte su crítica del ego en una gran ironía.

Pero el ego, en "Zooey", es un asunto complejo. Buddy anuncia que se referirá a sí mismo en tercera persona durante el resto de la historia (pero luego transcribe una larga carta que él le envía a su hermano), y sostiene que la misma se extrae de las conversaciones entre sus hermanos menores y su madre. Así, una suerte de ego colectivo suplantará el suyo, y ninguno dominará el relato. Aunque el narrador haga referencia a su relato como una película en prosa, los filmes generalmente favorecen a las grandes estrellas y se enfocan en un único protagonista. Franny y Zooey, que ya muestra un desdoblamiento del protagonismo desde su título, tiene en realidad cinco autores con voz propia que comparten el crédito: Franny, Bessie, Zooey, Buddy y el propio Salinger.

Lo que observamos desde el principio de esta sección es que la unidad de la obra es parcial: entre "Franny" y "Zooey" hay cierta continuidad temporal, pero el narrador y el escenario cambian, y el protagonismo hasta recién exclusivo de Franny se diluye. Por otro lado, como dice Buddy en su nota al pie, la casa de los Glass parece habitada por fantasmas y, en cuanto nos ubicamos aquí, el pasado también se pone en primer plano: se hace alusión a la infancia de los hermanos Glass -y, particularmente, a su educación-, y Seymour, quien se suicidó en 1948, cobra gran relevancia, tanto por su cercanía con Buddy como por su participación en la educación de Franny y Zooey. Nadie parece haber superado esa muerte, y la ausencia de Seymour es una presencia contundente en la casa de los Glass y en la vida de cada uno de sus miembros.

Introduciéndonos en la carta de Buddy, nos encontramos nuevamente con un texto en buena medida argumentativo. En este caso, el personaje se explaya sobre la búsqueda del "no-conocimiento", cuya explicación sin duda beneficia más al lector de la novela que a Zooey. Este concepto, asociado, nuevamente, al budismo, describe un estado ideal para la trascendencia: desde este estado vacío, solo se puede crear y agregar belleza al mundo, y es fácil asociarlo al desapego del yo que tiene lugar en la oración incesante. Este concepto de "no-conocimiento" agrega una capa simbólica al apellido Glass ("vidrio", en español): la transparencia del vidrio, su presencia invisible, alude a una nada que, para el zen, también lo es todo.