Franny y Zooey

Franny y Zooey Resumen y Análisis Franny (Segunda parte)

Resumen

En el baño vacío, Franny, sudorosa y pálida, entra en el cubículo más alejado y le echa el cerrojo. Se sienta en posición casi fetal, se aprieta los ojos con fuerza y se echa a llorar sin contener sonido alguno. Luego de cinco minutos, se detiene repentinamente. Ya sin expresión en el rostro, saca su libro encuadernado en tela verde, lo pone en su regazo, después lo presiona contra su pecho y finalmente lo devuelve a su bolso. Sale del cubículo, se lava la cara, se retoca el maquillaje y se dirige nuevamente al comedor.

Franny se disculpa con Lane por su retraso. Él le pregunta si está bien; ella responde que sí. Mira el menú y dice que no tiene hambre; solo quiere un sándwich de pollo y un vaso de leche. Eso molesta a Lane, quien pide caracoles, ancas de rana y una ensalada para él. Luego le cuenta los planes para ir al partido en el coche de su amigo Wally Campbell. Ella dice que no sabe quién es él. Lane, molesto, le recuerda que lo ha visto varias veces. Ella se disculpa por no recordarlo, "Sobre todo cuando es alguien que se parece a todo el mundo" (26). Inmediatamente se arrepiente de sus críticas, pero continúa describiendo lo predecibles que pueden ser los Wally Campbell del mundo. Aclara que no se trata solo de él, sino de todo el mundo: todo lo que hace la gente le resulta minúsculo e insignificante. Volverse loco o bohemio, agrega, es igual de conformista, solo que de un modo diferente. Franny se pregunta si no se está volviendo loca, y Lane la mira con preocupación; la ve pálida.

Llega la comida. Ella mira su sándwich de pollo y le da náuseas. Lane le pregunta por la obra, pero ella dice que ya no participa en ella; ha dejado la asignatura. Actuar, cuenta, la hacía sentir una "egomaníaca" y odiarse a sí misma. Además, algunos papeles la avergonzaban. No así el que tenía en la obra Playboy, pero ella acusa al protagonista de la misma de ser demasiado lírico. Lane le recuerda que la obra recibió excelentes críticas, así como la actuación de él. Quizás, dice, si todos los críticos opinan que era bueno, quizás ella esté equivocada. "Estuvo magnífico para alguien que sólo tiene talento. Para interpretar bien al playboy, has de ser un genio" (29), afirma ella. Agrega que siente que está perdiendo el juicio y que está cansada de los egos, incluso del propio, del deseo de ser alguien interesante. Lane le pregunta si tiene miedo de competir. Ella responde que, al contrario, se retiró del teatro porque sabía que acabaría compitiendo, porque le importa qué dicen los demás, y le gusta que la admiren. "Me asquea no tener el valor de no ser nadie en absoluto" (30), agrega. Ella se ve sudorosa y Lane le ofrece su pañuelo. Ella revuelve su bolso en busca de un kleenex.

Lane ve el libro verde entre las cosas que Franny dejó sobre la mesa y le pregunta qué es. Ella parece no escucharlo y vuelve a meter todo en la cartera. Lane insiste con el libro, y ella replica que se llama El camino del peregrino; su profesor de religión lo mencionó, ella lo sacó de la biblioteca y se olvida hace semanas de devolverlo. Él pregunta quién es el autor, y ella le cuenta que solo se sabe que es un campesino ruso anónimo de treinta y tres años, que escribió el texto en el siglo XIX. Empieza con el deseo de este peregrino de comprender qué significa el mandato de la Biblia que llama a rezar incesantemente. Recorre Rusia a pie buscando una respuesta, y en un momento se encuentra con un staretz ("un religioso terriblemente avanzado", 33) que le habla de un libro llamado Philokalia, escrito por unos monjes que abogan por este tipo de oración. El peregrino aprende este método de oración, y luego continúa recorriendo Rusia y difundiendo lo aprendido.

Lane, distraído, replica que quiere mostrarle a Franny su artículo sobre Flaubert, e ignora la recomendación de Franny de que lea el libro del que le habló. Él le presta atención a la comida mientras ella continúa hablando del libro. Cuenta que, según el saretz, la Oración de Jesús ("Jesucristo Nuestro Señor, ten piedad de mí") contiene las mejores palabras para rezar, y destaca la importancia de la palabra "piedad". El saretz también explica que, tan solo repetir la frase, esta se vuelve activa, y en eso consiste el rezo incesante, que tiene un gran efecto místico.

A medida que Franny se adentra en el libro, se vuelve cada vez menos consciente de la presencia de Lane. Continúa explicando la oración; uno no necesita tener fe al principio, porque la oración se cuida a sí misma a través de la pura repetición. Ella relaciona esta característica con las sectas nembutsu del budismo y con otras religiones cuyos practicantes repiten su palabra para "Dios". Lane es escéptico y pregunta si Franny realmente cree en eso. Ella ignora la pregunta y afirma que, simplemente, encuentra una coincidencia fascinante que todas estas religiones prediquen la repetición de un mantra. Lane pregunta cuál es el resultado de la oración, y Franny responde que uno llega a ver a Dios.

El mesero se lleva el sándwich de Franny, intacto. Lane pide café y critica las experiencias religiosas que describe Franny porque no dan lugar a la psicología. Luego le recuerda que la quiere. Ella se disculpa para ir al baño. Cuando se dirige allí, se desmaya junto al bar. Se despierta cinco minutos más tarde en el despacho del gerente, aturdida. Lane está preocupado y, cuando ella se muestra preocupada por llegar a tiempo al partido, él le responde que no se preocupe por eso, que descanse en la casa de huéspedes. Él, luego, intentará visitarla accediendo por una escalera trasera. Él le pregunta cuánto tiempo ha pasado desde "aquel viernes por la noche" (40), y enseguida se da cuenta de que fue el mes anterior. Le dice a Franny que le pedirá a alguien que le traiga agua y que llamará a un taxi. Cuando Lane sale de la habitación, Franny sigue moviendo los labios en silencio.

Análisis

Ya en esta segunda parte de la obra de Salinger podemos observar cómo la narración se reduce drásticamente para dar lugar a un texto más bien argumentativo: Franny desarrolla en esta sección del texto una serie de ideas alrededor del conformismo, el egoísmo y la espiritualidad.

La protagonista femenina de Franny y Zooey parece haber llegado a un punto de ruptura con el mundo egoísta en el que está inmersa: la universidad y el teatro. En este sentido, está claro por qué la oración del peregrino le atrae: se trata de un medio para desprenderse, para diluir el ego. Al repetir el mantra, el peregrino se enfoca solo en Dios, y ya no en sí mismo.

Es importante destacar que el interés de Franny en la Oración de Jesús es espiritual antes que religioso. De hecho, ella misma destaca la similitud entre la relación que el peregrino establece con la Oración y la que los practicantes de las sectas nembutsu del budismo y otras religiones tienen con sus propios mantras, en los que es frecuente la repetición de la palabra "Dios". En este punto, cabe destacar que Salinger fue un profundo estudioso del budismo, y que ya aparecen rasgos del principio central de esta religión -el desapego de las preocupaciones personales- en El guardián entre el centeno, obra de 1951, y en sus cuentos anteriores.

En esta obra, el acercamiento de Franny a la espiritualidad viene de la mano de una diatriba contra el conformismo y el egoísmo del mundillo que habita. Para comprender más profundamente su discurso contra los predecibles Wally Campbell, es importante contextualizar la obra de Salinger: como su amigo Wally, Lane pertenece a la burguesía ascendente de Estados Unidos durante la década de 1950. Su generación es caracterizada como la generación silenciosa: aquella que creció inmersa en las experiencias traumáticas de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, y entró a la edad adulta en un orden social devastado. Así, a diferencia de la generación que la precede, esta no pretende cambiar el sistema, sino amoldarse a él, con la cabeza baja y trabajando duro, yendo a lo seguro, sin correr riesgos. La generación silenciosa valora la propiedad privada y la acumulación de capitales, tiende a formar familia muy temprano y nunca se organiza alrededor de reclamos colectivos. En definitiva, Franny reacciona ante una sociedad particularmente conformista.

No solo la pertenencia, sino también la adaptación conformista de Lane a esta burguesía ascendente podía deducirse de la descripción de su vestimenta y de la elección del restaurante en la sección anterior, y aquí se refuerza en la comida y la bebida que elige, y que intenta dar cuenta de un gusto refinado. La elección de Franny (un sándwich de pollo y un vaso de leche), que molesta a Lane, destaca nuevamente el contraste entre ellos: Franny opta por alimentos que destacan su preferencia por lo simple, e incluso su asociación a la infancia y la inocencia. En todo caso, Lane es acaso el peor tipo de conformista: el que cree que se distingue y al mismo tiempo anhela identificarse con el grupo. No obstante, Franny es lo suficientemente inteligente y sensible como para reconocer que aquellos que se rebelan contra el statu quo -ella menciona a los locos y los bohemios- son conformistas a su manera.

Cuando confiesa haber abandonado la asignatura de teatro en la universidad, el desencanto de Franny se concentra en el mundo de la actuación y su particular relación con los egos. Salinger siente un gran desprecio por la interpretación y los actores, como se evidencia en El guardián entre el centeno. En este sentido, resulta una gran ironía que Franny y Zooey esté escrita prácticamente como una obra de teatro: largos diálogos introducidos mediante el discurso directo que tienen lugar en escasos escenarios, que son descritos a la manera de largas y desarrolladas didascalias. En todo caso, es en esta parte de su discurso que Franny asume: "Me asquea no tener el valor de no ser nadie en absoluto" (30), frase que alude directamente al budismo que Salinger profesa.

Así, vemos que la crisis que está sufriendo Franny se asocia tanto a una búsqueda espiritual como a una crítica social. Una tercera pata, que no podemos soslayar, y que se hará más evidente en "Zooey", es el aspecto psicológico: Franny parece estar atravesando una depresión, que puede explicar, parcialmente, su desencanto general, su irritabilidad, la falta de conexión emocional con su novio y su falta de apetito, entre otros síntomas. Lo que queremos destacar con esto es la complejidad y la verosimilitud del personaje: su crisis, su búsqueda, sus ideas, muchas veces cercanas a las del autor de la obra, componen un personaje tridimensional e impiden una interpretación unívoca.

Por último, una breve alusión al desmayo de la muchacha: cuando "Franny" se publicó originalmente como un cuento en The New Yorker, en enero de 1955, muchos lectores asumieron que su desmayo fue resultado de su embarazo. Esto parece reforzado porque Lane, ante el desmayo, le pregunta a la chica cuánto tiempo ha pasado desde "aquel viernes por la noche" (40), aludiendo, presumiblemente, a relaciones sexuales, que también son referidas por Franny en la carta que Lane lee al principio del relato. Este punto no se aclara en la obra, y el embarazo podría, en efecto, tener relación con el desmayo de la chica, pero este hecho no invalida su crisis espiritual. Por el contrario, en concordancia con la complejidad del personaje que mencionamos en el párrafo anterior, el eventual embarazo de Franny suma una capa interpretativa al momento de abordar el personaje y la obra en general.