Los niños y los fantasmas (alegoría)
Tanto la personificación de los pequeños, Miles y Flora, como la de los espectros, Quint y la señorita Jessel, son alegorías de un orden moral victoriano que encuentra sus fundamentos en la religión cristiana. El relato, en este sentido, alegoriza sobre la eterna lucha entre el Bien, personalizado en los niños, y el Mal, en los difuntos sirvientes. Ello se revela con mayor precisión en el hecho de que la institutriz aparezca como una heroína defensora de los niños quien, más allá de la enfermedad de Flora y la muerte de Miles, encuentre su victoria en evitar que los espectros se apropien de sus almas.
El sombrero (símbolo)
En la época que se representa en la nouvelle, el hecho de no usar sombrero fuera de la casa simboliza una falta de clase. En el capítulo 3, cuando la institutriz ve por primera vez a Peter Quint, le genera una sensación de libertad o familiaridad que el hombre esté sin sombrero. Algo similar sucede cuando le describe su imagen a Grose: en ese momento, le informa que el hombre no era un caballero debido a que no llevaba la prenda puesta. Con la señorita Jessel sucede casi lo mismo: en el capítulo en que Flora se esconde en el lago, la señora Grose no quiere salir de la casa a buscarla sin ponerse antes su sombrero. Sin embargo, la institutriz la apura y le dice que ese no es un impedimento para el fantasma de la antigua institutriz.
Peter Quint (alegoría)
Si se observa en detalle las descripciones que realiza la institutriz sobre Peter Quint, es posible afirmar que la caracterización del espectro opera como una alegoría de los deseos sexuales hacia el tío de los niños reprimidos por la joven mujer. En los instantes previos a la primera aparición del fantasma, la institutriz está paseando por los caminos de Bly mientras fantasea con la posibilidad de que el amo se le aparezca para felicitarla por su trabajo. En la segunda, llega a la conclusión de que la ropa que el espectro lleva puesta es en realidad la ropa del amo. A su vez, la institutriz presiona a la señora Grose hasta que la mujer le cuenta que Quint y la antigua institutriz tenían una aventura, lo que puede interpretarse como un paralelismo con su propia persona.
La correspondencia (motivo)
La mención a la falta de correspondencia es un motivo común a lo largo de Otra vuelta de tuerca, y suele asociársele a la figura ausente del amo. Cuando tiene la primera entrevista con el tío de los niños, el hombre le impone la prohibición de comunicarse con él mediante correos. Más adelante, a los primeros días de su llegada a Bly, la institutriz recibe una carta del hombre que contiene, a su vez, la noticia de que Miles ha sido expulsado del colegio. Sin embargo, el amo le envía el correo a ella para que se encargue, sin haber leído el contenido de la carta previamente. En esa ocasión, también le prohíbe que acuda a él para solucionar el conflicto. Hacia el final de la historia, la institutriz decide de una vez por todas romper la promesa con el tío de los niños. En ese momento, le escribe para tener una entrevista con él y contarle sobre las cosas que suceden en Bly. Sin embargo, Miles le roba la carta, la lee y luego la destruye, por lo que esta comunicación tampoco es llevada a cabo.
Por este motivo, el tema de la correspondencia se puede vincular con el problema de la incomunicación y de lo no dicho. Si se tiene en cuenta que la mansión se encuentra alejada la ciudad, la no correspondencia opera también como una forma de aislamiento frente a la civilización.
La torre y el lago (símbolos)
En la nouvelle, la torre y el lago son dos símbolos complementarios que poseen, a su vez, importantes connotaciones sexuales. La mayoría de la veces, la figura de Peter Quint se aparece en la torre de la mansión, símbolo del sexo masculino. La primera vez, de hecho, la institutriz estaba deseando ver al tío de los niños cuando se le aparece el espectro en la torre. Por otro lado, la señorita Jessel se presenta en el lago, espacio que posee connotaciones sexuales femeninas. También es es lugar hacia donde Flora intenta dirigirse cada vez que sale de paseo junto a la institutriz y donde escapa en el capítulo 18. Para más información sobre estos simbolismos y su vínculo con el psicoanálisis, visitar la sección “El trasfondo psicológico de Otra vuelta de tuerca”.