Tal como fue mencionado en la sección Temas, la nouvelle de Henry James se caracteriza por una ambigüedad indisoluble de sentido, que imposibilita definir el relato como una narración de fantasmas o una que tematiza la locura. Aunque el carácter extraño -es decir, la explicación psicoanalítica- de la obra es una de las interpretaciones mayoritarias de la crítica en la actualidad, esto no siempre fue así.
En el año 1924, la crítica Edna Kenton es la primera en poner en duda la credibilidad de la institutriz en un estudio publicado en la revista The Arts. Allí, la crítica señala que el lector no tiene en la historia más que el punto de vista de la institutriz, sin que su versión pueda ser respaldada o contrariada por nadie en la historia.
Luego, en el año 1934, el distinguido crítico Edmund Wilson realiza una relectura freudiana de la nouvelle a partir de una interpretación de la institutriz, al patologizarla como una mujer histérica. Según su mirada, los espectros no existen en la novela, sino que son proyecciones de los deseos sexuales frustrados de la mujer hacia el tío de los niños. Bajo su perspectiva, es la propia institutriz quien, en su obsesión, termina siendo la culpable de la muerte de Miles y la fiebre nerviosa de Flora.
Otro elemento en el que esta suposición se apoya es el carácter ambiguo de la relación entre el pequeño Miles y la institutriz. A lo largo de la nouvelle, pueden rastrearse insinuaciones de carácter sexual entre la mujer y su alumno. En el capítulo 22, por ejemplo, la institutriz asocia la tensión que siente junto a Miles como la de “una pareja joven que, durante su viaje de bodas, siente timidez en presencia del mozo de la taberna” (165).
En 1885, la hermana de Henry, Alice James, de quien él era muy cercano, viaja a Inglaterra. Ella era depresiva y estaba diagnosticada con histeria, y James se hace cargo de su cuidado con bastante esmero. Este hecho biográfico, sumado al creciente auge del psicoanálisis en el siglo XIX, abonan a una interpretación de la nouvelle en un sentido psicoanalítico.
Pese a todos estos elementos, lo cierto es que el sentido final de la Otra vuelta de tuerca aún permanece ambiguo, y es justamente debido esa ambigüedad intrínseca a la obra que la misma es valorada en su actualidad y excelencia.