La familia
"La gallina degollada" es un relato sobre los avatares que sufre una familia de clase media en la periferia de Buenos Aires. La focalización narrativa se mueve entre el matrimonio Mazzini-Ferraz y sus hijos, los cuatro niños idiotas y Bertita, la hija menor.
Al inicio del relato, el narrador aprovecha una escena típica de la familia —los cuatro hijos idiotas sentados en el banco del patio, abandonados de todo contacto con sus padres—, y de allí viaja al pasado para contar la historia de la familia. Berta y el señor Mazzini conforman una pareja feliz que, tras casarse, se concentran en tener hijos. Sin embargo, tras el ataque que sufre el primogénito al año y medio, la felicidad de la pareja se hace añicos de forma casi irremediable: todos los hijos varones de la pareja presentan la misma afección. Así, la unidad familiar entra en crisis y la propia idea de familia se desmorona. Los padres comienzan a descuidar a los hijos hasta que estos quedan sumidos en un total abandono.
Con el nacimiento de Bertita, la única hija saludable, la pareja parece recomponer su felicidad y la unidad familiar establece una nueva dinámica: los padres ocupan todo su tiempo y sus energías en la niña, y los cuatro hijos idiotas son relegados al cuidado de una criada. Así, dentro del propio núcleo familiar se crea una división que exacerba el valor de la hija saludable, mientras que invisibiliza a los miembros enfermos hasta eliminarlos por completo de la ecuación familiar.
La muerte de Bertita en el trágico final pone fin a la fantasía de la familia perfecta que el matrimonio se había esmerado en construir.
La herencia
La herencia es uno de los temas fundamentales de "La gallina degollada", como puede comprobarse en el argumento del cuento: los cuatro hijos varones de la familia Mazzini-Ferraz sufren de cierta afección genética que se manifiesta al año y medio, momento en el cual cada niño sufre convulsiones y pierde todas sus facultades intelectuales.
Cuando el matrimonio consulta con el médico, la posibilidad de que se trate de una enfermedad hereditaria se ve reforzada por el diagnóstico profesional, que representa el discurso científico de la época: el médico especula que podría tratarse de un mal producido por el soplo al pulmón de la madre —quien padece tuberculosis— o por la historia de afecciones mentales de la familia del padre. De esta manera, entre la pareja se crea un resentimiento mutuo, ya que cada uno le achaca al otro la afección de los hijos.
El tema de la herencia como un mal que se transmite por medio de la sangre es muy común en la literatura naturalista argentina de la época, y representa un vínculo entre los cuentos de Quiroga y dicho movimiento literario.
La obsesión
Después de la enfermedad que aqueja al primer hijo del matrimonio Mazzini-Ferraz, la pareja se propone tener otro, con la esperanza de que esta vez crezca sano y saludable. Como el segundo niño presenta la misma dolencia que el primero, el matrimonio deja pasar un tiempo y vuelve a insistir, esta vez con más ahínco, desesperados ambos por obtener una descendencia que los redima de lo que consideran un fracaso. Tras el nacimiento y la afección de los gemelos, el matrimonio deja pasar un tiempo sin intentar volver a tener hijos. Sin embargo, al cabo de unos años, la necesidad de producir un vástago saludable se instala de forma obsesiva y la pareja lo busca activa, frenética y desesperadamente.
De esa obsesión nace una hija, Bertita, que supera el año y medio sin manifestar ninguna dolencia y se convierte en el orgullo de sus padres. El matrimonio, entonces, se entrega a la crianza de la niña con una intensidad que también raya lo obsesivo.
De esta manera, la obsesión de la pareja con la perpetuación de la sangre, muy ligada al tema de la herencia, conforma también una de las temáticas vinculadas al naturalismo en la Argentina.
Las relaciones de pareja
Aunque "La gallina degollada" es un cuento breve, y su narrador se limita a ofrecer al lector la información concreta que se necesita para comprender el argumento, un tema importante es la relación de pareja del matrimonio Mazzini-Ferraz.
El matrimonio está conformado por dos jóvenes que, en un principio, parecen amarse y buscan conformar una familia. En esta etapa, el narrador se concentra en las relaciones sexuales que sostiene la pareja, y que se orientan a la procreación. Sin embargo, tras el nacimiento de los dos primeros hijos y de la enfermedad que ambos padecen, el matrimonio comienza a deteriorarse, y la relación de la pareja se vuelve hostil y cargada de resentimientos. Ambos están obsesionados con la idea de tener un hijo saludable, y esta desesperación genera una dinámica de pareja basada en la culpabilización y el escarnio mutuos.
La hostilidad creciente en la pareja se suspende periódicamente cuando ambos se entregan a una sexualidad arrebatada, también marcada por la obsesión, que sirve como elemento para una reconciliación. Así, la pareja logra salir adelante por doce años y mantenerse unida, aunque la culpa y el resentimiento nunca dejan de estar presentes en los discursos de cada uno de ellos.
Lo monstruoso
Los cuatro hijos idiotas de la familia Mazzini-Ferraz introducen en el relato una concepción de lo monstruoso que se asocia a la alteridad y a la animalización. En primer lugar, los hijos se presentan sumidos en una animalidad absoluta: comen como bestias, mugen en vez de llorar y solo imitan algunas conductas que observan. En diversos momentos del cuento, el narrador se refiere a ellos denominándolos directamente "bestias" (p. 47).
Esta bestialización es llevada al extremo de lo monstruoso cuando los cuatro hijos degüellan a su hermana al imitar la acción realizada por la criada sobre la gallina, escena melodramática sobre la que se cierra el cuento.
Además de la dimensión animal, lo monstruoso introduce en el relato la noción de alteridad: los cuatro hijos conforman lo "otro", lo extraño que se aleja de los parámetros concebidos como normales por sus padres y, por eso, es visto como una amenaza y un problema. La unidad familiar se ve subvertida por esta alteridad que el matrimonio es incapaz de procesar, y lo único que consigue es excluirla de sus dinámicas. Finalmente, esta exclusión es la que termina sobredimensionando la afección de los hijos y desencadena el trágico final del cuento.
El abandono
Otro de los temas fundamentales, ligados con la herencia de la enfermedad, la obsesión y lo monstruoso es la cuestión del abandono. Para la familia Mazzini-Ferraz, los hijos idiotas no son sino un recuerdo de su constante fracaso, y por ello tanto la madre como el padre hacen todo lo posible por olvidarlos, como si no existieran dentro de la unidad familiar. Tal es el nivel de despersonalización que estos personajes no reciben ningún nombre a lo largo de todo el cuento, y el narrador se refiere a ellos como “los cuatro hijos idiotas del matrimonio” (p. 45), o incluso como “las cuatro bestias” (p. 47). De esta forma, el abandono se manifiesta incluso en el plano lingüístico, no solo cuando el narrador se refiere a los niños, sino durante las discusiones del matrimonio, momentos en los cuales cada uno de ellos usa el "tus" antes que el "nuestros" para referirse a los niños. De esta forma, los progenitores parecen desvincularse completamente de sus responsabilidades paternal y maternal sobre los niños.
En el plano de lo material, el abandono también es evidente: después de que nace Bertita, la pareja deja de propiciar cualquier tipo de cuidado a los cuatro hijos idiotas, y estos quedan a cargo de una sirvienta que apenas les da de comer. Así, los niños siempre están extremadamente sucios y totalmente descuidados.