La gallina degollada

La gallina degollada Resumen y Análisis Parte 1

Resumen

Los cuatro hijos del matrimonio Mazzini-Ferraz se encuentran sentados en un banco, en el patio de su casa, contemplando el cerco de ladrillos. Tal como los llama el narrador, se trata de cuatro hijos “idiotas” (p. 45), que están sumidos en un letargo absoluto.

A continuación, el narrador regresa a los inicios del matrimonio entre Berta y el señor Mazzini: al poco tiempo de casarse, la pareja comienza a buscar un hijo y a los catorce meses de matrimonio llega el primogénito, un hermoso y radiante niño que crece saludable hasta el año y medio de vida. Sin embargo, al cumplir los veinte meses, tiene una serie de convulsiones tras las cuales queda prácticamente en estado vegetativo. Con el tiempo, el niño puede recuperar la movilidad de sus miembros, pero no su inteligencia. Horrorizado, su padre habla con el médico, quien le indica que debe perder la esperanza en una posible recuperación. Además, el médico explica que Berta, la madre, tiene un soplo en el pulmón, algo que podría causar problemas, mientras que, por el lado paterno, podría haber influido que el abuelo haya terminado su vida en medio de terribles delirios.

El matrimonio Mazzini-Ferraz se ve profundamente afectado por la situación de su primogénito. Sin embargo, al pasar un tiempo deciden tener otro hijo con la esperanza de que este no sufra de tan extraña dolencia. Al igual que el primero, el segundo hijo goza de excelente salud cumplidos sus dieciocho meses, momento en el que sufre un ataque de convulsiones y termina en el mismo estado que su hermano mayor. Ante este fracaso, el matrimonio busca la descendencia nuevamente y tiene mellizos, quienes sufren la misma suerte que sus predecesores.

Los cuatro niños no aprenden a comer, ni a sentarse, ni siquiera a moverse hasta cambiar de sitio, y solo parecen animarse cuando comen, ven colores brillantes o escuchan truenos. En este último caso, se ríen con la lengua afuera y echando saliva por la boca. Más allá de eso, lo único que los niños demuestran es poseer cierta facultad imitativa, aunque no suficiente como para que se les pueda enseñar a desarrollar una conducta.

Análisis

La gallina degollada” ha sido considerada por la crítica una obra maestra del horror familiar enfocada en la niñez. Como muchos otros relatos de Quiroga, este cuento parece encontrarse en una encrucijada genérica: se apoya en el realismo literario y, más específicamente, en el naturalismo, pero no se apega a sus convenciones, sino que las renueva y las sacude al agregar una gran cuota de melodrama y efectismo, propios del horror gótico sensacionalista.

La primera parte del relato desarrolla el marco para el argumento: la acción transcurre en una casa de las afueras de la ciudad de Buenos Aires y en una familia de clase media trabajadora. Gracias a los detalles que se entrevén a lo largo del relato, como el paseo que la familia da por la zona de quintas, el médico que los visita en la casa y la criada que trabaja para la pareja, el lector puede comprender el trasfondo socioeconómico de la familia. Es decir, aunque no haya alusiones directas a su posición social, la presencia de la criada en la casa y la visita del médico a domicilio indican que la familia pertenece a la clase media. Por otro lado, el patio de tierra de la casa, en el que solo destaca un banco, y el cerco de ladrillos sin revocar, especifican esta pertenencia: la familia no parece pertenecer a la alta burguesía, sino a la clase media trabajadora propia del cordón urbano que rodea a la Ciudad de Buenos Aires, y que a principios de siglo XX había comenzado a crecer rápidamente.

El estilo de Quiroga es directo, depurado de ornamentos estéticos excesivos y vinculado al realismo literario. Como movimiento literario, el realismo se propone utilizar la escritura como un método para analizar e interpretar la realidad. Su principal rasgo es la abundancia de descripciones de elementos de la vida cotidiana desde una focalización objetiva, es decir, reduciendo al máximo posible la mirada subjetiva de un narrador para presentar la realidad tal cual se la observa. Esto puede comprobarse en el abordaje que realiza el narrador del argumento, su observación del detalle y la descripción minuciosa de las escenas que encarnan los personajes. Sin embargo, Quiroga no pretende retratar o interpretar la realidad, ni busca hacer una crítica social o develar los mecanismos que subyacen a la vida en sociedad y al funcionamiento de las instituciones, sino que utiliza una estética vinculada al realismo literario con el objetivo de construir rápidamente un marco concreto para la acción melodramática y excesiva con la que desea conmocionar al lector.

La primera escena describe a los cuatro hijos idiotas en una situación que se retoma al final del relato: los niños se encuentran sentados en un banco, en el patio de tierra de la casa, mirando fijo el cerco de ladrillos. El texto dedica los siguientes párrafos a la descripción de estos personajes mediante una semblanza descarnada y brutal: “… casi siempre estaban apagados en un sombrío letargo de idiotismo, y pasaban el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas, empapando de glutinosa saliva el pantalón. El mayor tenía doce años y el menor ocho. En todo su aspecto sucio y desvalido se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal” (p. 45).

A partir de esa imagen, el narrador se vuelca al pasado y construye la historia familiar del matrimonio Mazzini-Ferraz: la feliz unión de la pareja primero y los obsesivos e infructuosos intentos de generar una descendencia saludable después.

Todos los hijos varones del matrimonio sufren el mismo destino: alrededor del año y medio son atacados por fuertes convulsiones que los privan irremediablemente de toda facultad intelectual. El padre se refiere a esta dolencia como una meningitis, aunque en el relato se comprende que se trata de una enfermedad genética, hereditaria, y no de una dolencia causada por un virus o una bacteria que se aloja en los niños. Tras el episodio que deja postrado al primogénito, la consulta con el médico refuerza la idea de que se trata de una enfermedad hereditaria. De esta forma, la herencia se desarrolla como uno de los temas principales del relato, y está directamente vinculada con la culpa: tras los sucesivos fracasos en el empeño que la pareja le pone a concebir un hijo saludable, Berta y su marido comienzan a culparse mutuamente de haberle transmitido a los hijos sus propios defectos. Berta responsabiliza al padre de su marido, quien sufría de trastornos mentales, mientras el señor Mazzini culpa a la tisis de su esposa —una enfermedad muy común de la época—.

Lejos de resolver el problema, el médico deja planteado el enigma: en una conversación no exenta de ambigüedad, el discurso de la medicina solo puede dejar en claro que es la sangre familiar la que transmite el mal. Esta misma sangre, “defectuosa” a ojos de la familia, se convierte en un hilo conductor en todo el cuento, hasta derramarse en un mar profuso donde se ahogan las esperanzas y los sueños del matrimonio Mazzini-Ferraz.

Si bien “La gallina degollada” no puede considerarse un cuento naturalista, tal como se ha indicado anteriormente, sí presenta algunas características propias de este género literario. El naturalismo surge como una versión tardía del realismo que busca documentar de la forma más objetiva posible la realidad social que interesa al escritor. Para Émile Zola, el escritor naturalista por antonomasia, la novela naturalista busca la interpretación exacta de la vida, privada de todo elemento novelesco; la aceptación de la existencia común, sin necesidad de recargar la escritura de elementos novelescos; y la desaparición del autor detrás de su narración. La aplicación de estos tres elementos como pilares del proyecto estético del naturalismo convierten a este movimiento en una verdadera estética de la observación, extremadamente ligada a los avances científicos.

Más allá del estilo narrativo, ya mencionado, la presencia del médico y el abordaje de la enfermedad son rasgos muy ligados al naturalismo, y más aún a las obras naturalistas argentinas. El mal hereditario que se aloja en la sangre —símbolo por excelencia de la herencia— pone en evidencia la naturaleza nociva de ciertas uniones sexuales o combinaciones genéticas y la incompatibilidad irremediable de ciertos sujetos. En otras obras famosas de la literatura argentina, como En la sangre o Sin Rumbo, de Eugenio Cambaceres, el mal hereditario aparece como un castigo a la violencia sexual y a la mezcla social de clase. En “La gallina degollada”, sin embargo, no existen transgresiones, ya sea por violencia o por pertenencia social, sino que el problema es puramente biológico: el discurso científico viene a sustentar la tesis de que no todas las uniones son capaces de generar una descendencia saludable.

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