La dama boba

La dama boba Resumen y Análisis Acto primero (Segunda parte)

Resumen

Duardo, Feniso y Laurencio, tres caballeros, se dirigen a Nise, alabando su belleza e ingenio. Duardo le dedica un soneto sobre el amor y el conocimiento divino. Nise le responde que no entendió el sentido del poema, por lo que Duardo procede a explicarlo, diferenciando el amor sensible del celestial.

Nise llama aparte a Laurencio, pidiéndole que no traiga consigo a personas que no le permitan hablar con él. Quiere darle un papel sin que nadie se dé cuenta, pero no sabe cómo. Laurencio le sugiere fingir que se cae, así puede tomar el papel mientras la ayuda a levantarse. Así lo hacen, y después Nise saluda a los caballeros y se retira. Duardo y Feniso reconocen que Nise lo prefiere a Laurencio y luego salen de escena. Laurencio se queda solo y pronuncia un discurso en el que admite que, aunque aprecia el amor de Nise, él es pobre y tiene necesidad de oro, por lo que le pide a su pensamiento que mude de parecer y se fije en Finea.

Entra en escena Pedro, el lacayo de Laurencio. Laurencio le cuenta que ahora quiere casarse con Finea y no con Nise, porque prefiere tener una mujer que posea una buena dote. Pedro cree que Laurencio se arrepentirá porque Finea es muy simple, pero Laurencio le responde que no se ha visto quien se haya arrepentido “de comer, / de descansar y vestir” (v. 71-72). Por eso se propone enamorar a Finea, y le dice a Pedro que él enamore a Clara, la criada de la doncella.

Llegan Finea y Clara. Laurencio empieza a cortejar a Finea, que por ser boba no entiende sus intenciones, ni qué es el amor. Laurencio le explica que el amor es deseo de la hermosura de una mujer como ella. Agrega que ella debe responder a su amor queriéndolo a él, con el fin de casarse. Clara también le pregunta a Pedro qué es el amor, y este le responde que es “locura y furor” (v.812). La criada dice que ella hará lo mismo que su ama. A Finea le gusta la idea del casamiento y se pregunta si no estuvo presente en el de su madre y de su padre, manifestando así su ignorancia. Al ver que está por llegar Otavio, Pedro y Laurencio se marchan.

Mientras están solas, Finea le cuenta a Clara que su padre le dijo que se iba a casar con un caballero, de quien le dio un retrato de medio cuerpo, por lo que Finea cree que aquel hombre no tiene piernas. Entran Otavio y Nise en escena para avisarle a Finea que está en Madrid su futuro marido. Ella cree que su padre ya se lo dio en el naipe, pero Otavio explica que la imagen en el naipe es solo su figura.

Llegan Liseo, Turín y otros criados. Finea se entusiasma al ver que Liseo tiene piernas y pies. Otavio permite que Liseo abrace a su esposa y a su cuñada. Este alaba la belleza y la discreción de Nise, y Finea se asombra de que su prometido le hable así a su hermana. Se sientan a charlar, momento en el que Finea muestra su bobería. Otavio y Nise la censuran, mandándola a callar. Finea le limpia la boca a Liseo con torpeza, haciendo que su prometido se queje de que casi le quita la barba en el intento.

Otavio anuncia que es hora de descansar. Nise se lleva a Finea y quedan Liseo y Turín solos. Liseo se lamenta de lo boba que es Finea, y se preocupa porque solo le dará hijos tan tontos como ella. Turín dice que no es así, porque han salido hijos necios de padres sabios y viceversa, pero Liseo replica que lo normal es que se engendre lo semejante. Así vuelve a reafirmar su interés por Nise, y declara que renuncia a la dama boba.

Análisis

La aparición de Laurencio en escena introduce el interés amoroso que se disputarán las dos hermanas. Y con Laurencio llega Duardo, quien recita el famoso soneto de La dama boba, “La calidad elementar resiste”. El poema versa sobre una noción neoplatónica del amor como expresión del entendimiento de lo divino. De acuerdo con esta doctrina, el amor sensible, el que depende de los sentidos, nos acerca a la persona amada y esta, a su vez, nos lleva a abandonar lo corpóreo en un ascenso que conduce a la contemplación de la hermosura divina.

Duardo quiere cortejar a Nise con esta expresión poética y sofisticada del amor, pero Nise responde: “Ni una palabra entendí” (v.539). Ella tiene los ojos puestos en Laurencio, y por eso desmotiva a Duardo con esta expresión de ignorancia. Pero también es posible que no entienda estas figuras poéticas porque Nise no ha aprendido a amar a través de un hombre, como lo hará Finea, sino a través de lecturas doctas que no funcionan, en la lógica del drama, como medio genuino para alcanzar el entendimiento del amor. De hecho, Nise se muestra poco conocedora del cortejo amoroso; no sabe siquiera cómo entregarle una carta a su amado. En este sentido, ni la ignorancia extrema ni la sabiduría excesiva sirven para comprender el sentido verdadero y profundo del amor.

El monólogo de Laurencio también es clave para el conflicto que pone en marcha esta comedia de enredos. Siguiendo lo dicho por Otavio acerca de lo que un hombre busca en una esposa, Laurencio admite que lo que más necesita es casarse con una mujer que le provea de lo necesario para vivir bien. Por eso le pide a su pensamiento que cambie el objeto de su deseo, de Nise a Finea. Podría parecer absurdo que la razón le dicte al corazón qué sentir, pero Laurencio no encuentra, de hecho, ninguna dificultad en cambiar a una hermana por otra.

Desde el primer momento en que conversan, Laurencio le empieza a enseñar a Finea qué es el amor. Ella, al principio, no entiende nada, pero pronto comienza a sentirse atraída por lo que Laurencio le comunica. De este modo, cuando él habla del

dulce fuego

con que se pierde el sosiego,

hasta que se viene a ver

el alma en la posesión,

que es el fin del casamiento

(vv. 798-802),

Finea pregunta, sorprendida: “¿Tanto pasa quien se casa?” (v. 807). A diferencia de Duardo con su soneto, Laurencio no desestima el amor sensorial como expresión del amor verdadero. Pedro, por su parte, al cortejar a Clara –replicando en un estrato inferior, el de los criados, la experiencia amorosa– concibe el amor desde una perspectiva pasional, al definirlo como locura y furor.

En el primer acto, la ignorancia y poca discreción de la dama boba es motivo de comicidad. Su entendimiento es tan escaso que hasta confunde el retrato de Liseo con su persona, por lo que piensa que su marido es aquella imagen, a la que le falta lo que hay de la cintura para abajo. Esto se evidencia en el diálogo jocoso que tiene con su criada:

[…] mas, Clara,

¿qué importa que sea pulido

este marido o quien es,

si todo el cuerpo no pasa

de la pretina?, que en casa

ninguno sin piernas ves.

(vv. 872-876)

Los personajes señalan constantemente la estupidez de Finea, diciéndole “loca” (v. 933), “linda tonta” (v. 934), “necia” (v. 959) o “villana tosca” (v. 1008). También la asocian con el mundo animal, en especial Liseo, que, para desestimarla, dice que es una “bestia del campo” (v. 1009) que solo podrá parir “tigres, leones y onzas” (v. 1016). Finea no sabe cómo comportarse frente a su futuro marido; se muestra poco discreta y hace comparaciones burdas, como cuando dice que Liseo “bebe como una mula” (v. 965). Ella todavía es una simple boba, pero ya empieza a pelearse con la hermana, lo que se manifiesta cuando se mandan a callar una a la otra: “Nise: calla, hermana / Finea: Callad vos” (vv. 941-942). El hecho de que Finea se sorprenda de que Liseo alabe a su futura cuñada presagia el tema de los celos que padecerán las dos hermanas cuando se disputen el amor de Laurencio.