Resumen
El narrador le habla a su amigo Mauricio que lo había ido a visitar a su casa en el Delta. Le cuenta un sueño que ya le había relatado a Lucio, su amigo en común. El sueño transcurría en ese mismo lugar, en la casa del delta. Le relata su llegada a un lugar con juncos y una lengua de tierra que avanzaba sobre el río. En ese momento descubre en el río el cuerpo de un ahogado. Cuando logra verle la cara al cuerpo se despierta y, de vuelta en la vigilia, olvida el rostro que había visto.
El narrador le dice a Mauricio que la situación de ellos en la casa era simétrica a la que había vivido con Lucio. Le dice que “en esa silla de hamaca llenás el hueco de Lucio que venía en ese fin de verano y se quedaba como vos sin hablar” (2016:125). Luego, le confiesa a Mauricio que Lucio le había reprochado que ese era su sueño, que había “soñado un sueño ajeno” (126). Cuando le dice eso recuerda que el rostro del finado en su sueño era él mismo.
Mauricio se va aterrorizado. Se entiende que el narrador había matado a Lucio.
Análisis
El formato monológico y confesional refuerza el clima de intriga del cuento. El narrador se dirige a una segunda persona que es su amigo Mauricio pero no se incluyen las respuestas del amigo. El carácter oral de la prosa favorece una rápida lectura.
El sueño en este cuento, como en varios relatos de Cortázar, no presenta límites muy fijos con la realidad. El paisaje de la pesadilla del narrador es el mismo que el de esa velada que comparte con Mauricio aunque en la esfera onírica era verde y vital y ahora se describe como decrépito y caído. La porosidad entre el sueño se expone cuando el narrador mata a su amigo para evitar que se cumpliera su pesadilla.
Cuando la esfera onírica impacta de este modo en la esfera de lo real, los límites se vuelven ambiguos y se genera inestabilidad narrativa. Este movimiento responde a la herencia surrealista de Cortázar, que piensa en una literatura que abriera "una galería subterránea, trazar una línea tangente que pueda fugar desde un espacio previsible hacia un espacio desconocido” (Sarlo, 1994:2).
