Resumen
El relato comienza con la llegada del Tío Carlos a la casa del niño protagonista con la máquina de matar hormigas un sábado al mediodía. El narrador es un niño de once años que vive con su familia en la localidad de Banfield, provincia de Buenos Aires. La hermana del narrador entra corriendo avisando que había llegado el tío mientras él charla con Lila, su vecina, a través de los ligustros.
Después de la siesta de los adultos, preparan y prenden la máquina en los hormigueros del parque. La madre y la hermana se sientan a mirar. Lila aparece por la medianera y avisa que su madre no la dejaba cruzar. Se asoman también las de Negri: la Chola, la Ela y la Cufina, otras vecinas. El humo comienza a circular por debajo de la tierra y luego sale por distintos agujeros que van tapando con barro. El narrador se fascina por el humo e imagina la rabia de las hormigas.
Al día siguiente llega la tía Rosa a dejar a Hugo, un primo, hasta el siguiente fin de semana. Durante ese tiempo juegan todos los días en el parque con Lila y la hermana del narrador que parecía estar enamorada de su primo. Cuando Lila se lastima y se corta la rodilla, intenta no llorar para demostrarle a Hugo que era valiente. El narrador sospecha que Lila gusta de Hugo.
A la noche Hugo le muestra al narrador una pluma de pavo real que usa de señalador. Le parece la pluma más linda que había visto. Fantasea con que Lila estuviera pensando en él. Se preocupa por cómo está ella.
A la mañana siguiente se despierta primero y va al jardín. Con la pala cava alrededor del jardín, su planta favorita, y se la lleva a Lila de regalo. Le pregunta cómo se siente. Ella queda encantada por el regalo y lo planta en su jardín con su ayuda. Lila le pregunta si Hugo se iba al día siguiente.
El sábado el narrador descubre a su hermana escribiendo “Hugo” con tiza en el pizarrón del patio. Hugo va primero a despedirse de Lila y la madre y luego se va con su madre de vuelta a su casa. El narrador está contento porque encenderían la máquina cuando se fuera su primo. El domingo al despertarse escucha al señor Negri hablando con su madre. Se queja de que el humo de la máquina estaba marchitando sus plantas. La madre le afirma que eso no debía ocurrir. Su hermana lo encuentra escribiendo su nombre y el de Lila. Lo burla y él siente vergüenza.
Cuando vuelven a prender la máquina, el humo comienza a salir del jardín de Lila. Ella le aclara que salía humo del jazmín que acababan de plantar juntos. El narrador cruza el ligustro y tapa los agujeros con barro. Lila se sienta a su lado a leer un libro. Él descubre como señalador la pluma de Hugo. Le pregunta de dónde la había sacado y ella admite que su primo se la había regalado. El narrador salta el alambrado lleno de celos, tira la pala y añade tres cucharadas llenas de veneno a la máquina para matar mejor la planta la Lila.
Análisis
El cuento “Los venenos” fue publicado en 1956 por una editorial mexicana. El propio Cortázar admitió en la Universidad de Berkeley (1980) el fuerte contenido autobiográfico del cuento: “el niño de "Los venenos" soy yo. En general, los niños que circulan por mis cuentos me representan de alguna manera” (2013:150). El propio autor vivió su infancia en el barrio de Banfield. Se mencionan muchos juegos de la época como la rayuela, las escondidas y los policías y ladrones. Se valora la hora de la siesta como el momento en el que los adultos se van a dormir y los niños pueden imaginar y jugar con más libertad y el jardín como el espacio vital de los juegos y el aprendizaje.
Según Alazraki (1985:26), este niño narrador puede ser definido como un “unreliable narrator” (narrador poco fiable), es decir, un narrador en quien no se puede confiar para contar un relato en algún punto objetivo. Este tipo de narrador genera una gran distancia entre su versión y la que se puede descubrir debajo de esa narración a causa de sus prejuicios y emociones. Los hechos se tiñen de sus percepciones, de sus celos, de su amor adolescente por Lila y de su envidia por el primo Hugo. En este sentido pensamos a los celos como el motor que impulsa al narrador a realizar el acto vengativo del final: envenenar con exageración la planta de Lila. Hay un vínculo que se sugiere en el título entre el veneno de la máquina y los celos del narrador que crecen y se propagan como una toxina.
Además del espacio abierto del jardín en donde se desarrollan los juegos, hay otro espacio cerrado y subterráneo en el cuento y son los túneles por donde circulan las hormigas y que el narrador y el tío Carlos llenan de humo. Estos espacios se contraponen. Por arriba de la tierra plantan jazmines y juegan entre primos. Por debajo, el veneno mata a todas las hormigas. Los conflictos se suceden cuando el humo subterráneo sale a los jardines y contamina, no solo a las plantas, sino al amor idealizado del narrador por Lila.