Resumen
Apenas llegado a su propia casa en respuesta a la alarma, Montag está anestesiado e incrédulo. Sus compañeros corren hacia su casa al mismo tiempo que Millie, que lo delató, sale volando de la casa, se va con prisa y sin decir palabra. El capitán Beatty lo molesta, regañándolo por pensar que pensaba que iba a poder guardar estos libros escondidos y le pregunta por qué no los regresó cuando el Sabueso vino a rondar por su casa. Mientras Beatty sigue con su discurso, Faber le habla a Montag a través de la radio secreta, preguntándole qué está pasando y sugiriéndole que se huya. Sin embargo, Montag explica que está atrapado. Tras cualquier intento de huida, mandarían al Sabueso Mecánico cazarlo. Beatty le ordena a Montag quemarle la casa él mismo, cuarto por cuarto con el lanzallamas. Como si fuera una pesadilla, Montag obedece, destruyendo metódicamente todo lo que posee. Una vez acabado, se queda frente a Beatty, atónito y abatido, pero sujetando aún el lanzallamas. Beatty le pregunta a Montag por qué sintió la necesidad de quedarse con los libros. Como Montag no le contesta y Beatty le da un golpe, quitándole la radio secreta de Faber de la oreja. Beatty se apura diciendo que lo rastreará y “encontraremos a tu amigo”. En silencio, Montag abre el seguro del lanzallamas. Beatty, tomado por sorpresa, se repone rápido y continúa con sus amonestaciones pidiéndole entregarle el arma. Montag se niega, abre el lanzallamas y quema a Beatty hasta matarlo.
El Sabueso Mecánico aparece y clava en la pierna de Montag su poderosa y larga aguja. Montag se defiende con el lanzallamas, destruyendo la máquina. Liberado del Sabueso, Montag se va, corriendo, forzando su pierna a pesar de un dolor enorme. Antes de huir de su casa, Montag se acuerda de los libros en el jardín y va a rescatarlos. Quedan cuatro libros, los recoge y huye de la escena. Con el esfuerzo, su pierna se derrumba y Montag cae al suelo. Llorando sin control, Montag realiza que Beatty quería morir. Sabía que Montag iba a matarlo, y en vez de detenerlo o esquivar las llamas, Beatty se quedó quieto, esperando la muerte. Los pensamientos de Montag fueron interrumpidos por el sonido de unos pasos apresurados. Se pone de pie rápidamente y, tambaleando en la noche evita, ser capturado. Gracias a la radio- caracol, escucha los informes acerca de su huida y de las autoridades que lo persiguen. Sin tener adonde ir, Montag corre a la casa de Faber.
Con los helicópteros rondando arriba y el anuncio de la guerra ahora declarada resonando en la radio, Montag se mete al baño de una estación de gas para lavarse. Después, mientras camina por el bulevar, un coche de turbinas ilumina con sus focos a Montag. Pensando que es un coche de policía, Montag empieza a correr, dejando caer al suelo un libro en el proceso. Justo cuando le alcanza el coche, se cae al suelo y se gira por otro lado, aplastando la punta de su dedo. En realidad no era la policía para nada sino un grupo de jóvenes que van a toda velocidad por la noche. Pensaron que alcanzar a Montag era una diversión y evitaron aplastarlo solo porque hubiera causado que el carro se volteara. Si no se hubiera caído, el coche probablemente se habría ido directamente contra él. Perturbado, Montag sigue caminando, deteniéndose sólo para meter un libro en la casa de un compañero bombero.
En casa de Faber, Montag le cuenta que mató a Beatty y confiesa que ahora no sabe qué hacer. Se disculpa por poner en peligro a Faber al aparecer en su casa pero el anciano le agradece hacerle sentirse vivo de nuevo. Le recomienda a Montag seguir río abajo hacia las viejas vías de tren y caminar junto a ellas con la esperanza de dar con uno de los vagabundos de “los campamentos ambulantes” que proveen refugio a los viejos, perseguidos intelectuales considerados peligrosos para la sociedad. Faber planea ir a Saint Louis para encontrarse con un impresor retirado, amigo suyo, y utilizar el dinero que le trajo Montag para imprimir libros. Los dos hombres ven en la diminuta televisión de Faber las noticias de la persecución y se enteran de que trajeron otro Sabueso Mecánico para encontrar y matar a Montag. Para tapar sus huellas, Montag toma la ropa más vieja y sucia de Faber, le indica a éste que queme todo lo que ha tocado, que limpie con alcohol su casa, y que prenda el aire acondicionado y los rociadores.
Montag sale corriendo pero hace una pausa para espiar por las ventanas y ver cómo va la búsqueda en la televisión. Ve al Sabueso correr por la ciudad y por un momento lo ve detenerse enfrente de la casa de Faber antes de irse para otro lado. Algo aliviado, retoma su camino mientras el locutor en la radio invita a todos en el área a mirar por fuera a la misma vez. Por suerte, en el momento en el que acaba el conteo del locutor, Montag alcanza el río donde se desnuda, se echa alcohol y se pone la ropa sucia de Faber antes de flotar río abajo pensando en el fuego y las llamas.
Montag sale corriendo, pero hace una pausa para espiar por las ventanas y ver cómo va la búsqueda en la televisión. Ve al Sabueso correr por la ciudad y por un momento lo ve detenerse enfrente de la casa de Faber antes de irse para otro lado. Algo aliviado, retoma su camino mientras el locutor en la radio invita a todos en el área a mirar por fuera a la misma vez. Por suerte, en el momento en el que acaba el conteo del locutor, Montag alcanza el río donde se desnuda, se echa alcohol y se pone la ropa sucia de Faber antes de flotar río abajo pensando en el fuego y las llamas.
Poco después, Montag sigue corriendo con buen pie y llega a la orilla del río. El olor a heno le hace recordar su infancia cuando visitó un granero. Fantasea con dormir en una cama calentita, seca, en el desván de un granero y despertando con un vaso de leche fresca y algunas frutas dejadas para él por una encantadora mujer joven que le recuerda a Clarisse. Su ensoñación toma fin cuando un ciervo se acerca. Al principio, el nervioso Montag piensa que es el Sabueso Mecánico, pero se siente aliviado cuando se da cuenta de su error.
Montag deambula hasta llegar a las vías de tren a las que sigue tal como Faber le aconsejó, incapaz de quitarse el sentimiento de que Clarisse alguna vez siguió el mismo camino. Después de media hora, ve el parpadeo de una fogata a lo lejos. Cuando por fin la alcanza, se encuentra con un grupo de hombres desaliñados conversando alrededor de la fogata. El líder no oficial del grupo, Granger, llama a Montag por su nombre, invitándolo a unirse a ellos y ofreciéndole una taza de café. Granger lo reconoce por la persecución llevada a cabo por la policía que han estado siguiendo en su televisión portátil. Para ayudarle a ocultar su olor al Sabueso Mecánico, Granger le da una amarga bebida que cambiará su composición química. Los hombres miran la televisión juntos y Montag queda en shock cuando ve al Sabueso Mecánico cazar y matar a un hombre inocente. El locutor anuncia que Montag ha sido atrapado y matado, dando por concluida la búsqueda. La policía, que no quiere perder su credibilidad o la confianza de la gente, prefirió agarrar a un ciudadano cualquiera antes que admitir que perdió el rastro de Montag.
Después de un momento, Granger presenta sus compañeros al estremecido Montag. Todos son viejos intelectuales: escritores, profesores y clérigos que se esconden cerca de las vías para evitar que los encarcelen. Cada uno de ellos tiene memorizado alguna obra literaria manteniéndola de esta manera viva hasta que sea seguro imprimirlas de nuevo. Granger explica que pasarán su conocimiento a través de las generaciones hasta que en algún momento la gente abra de nuevo lo suficiente su mente como para buscar ideas y oportunidades para aprender.
Los hombres se mueven río abajo y descansan el resto de la noche. En la mañana, bombas enemigas aniquilan la ciudad. Viendo a lo lejos la explosión y luchando contra la fuerza de la bomba arrojada a la orilla del río, Montag se siente indiferente cuando realiza que Mildred debe yacer muerta entre los escombros. Granger habla de lo triste que se sintió cuando su abuelo falleció porque ya no haría buenas acciones. Montag no puede pensar en una sola forma en la que Millie pudo afectar al mundo y esto lo entristece. En medio de las imágenes de destrucción causada por la guerra y de la muerte de Millie, Montag se acuerda finalmente de donde la conoció (en Chicago). Más tarde, los hombres cocinan tocino para el desayuno durante el cual Granger compara la sociedad con el Fénix mítico. Cada tanto, el Fénix se quemaba y moría sólo para renacer, naciendo de sus propias cenizas. Tiene la esperanza de que en algún momento, el Hombre aprenderá las lecciones que da la Historia y dejará de destruir la sociedad. La novela termina con los hombres emprendiendo su camino hacia la ciudad para empezar su renacimiento.