Resumen
“Los hermanos de Mowgli”
Una tarde en las colinas de Seonee en India, un lobo se despierta dispuesto a ir a cazar. Una figura aparece a la entrada de la guarida: es Tabaqui, un chacal. Todos en la selva tienen cierto recelo de los chacales porque suelen perder la cordura con facilidad. A pesar de ello, Padre Lobo lo invita a pasar.
Tabaqui trae la noticia de que Shere Khan, el tigre que vive cerca del río Waingunga, ha decidido empezar a cazar cerca del lugar en el que vive la familia de lobos. A Padre y Madre Loba esta noticia no les cae nada bien: según la Ley de la Selva, el tigre debe anunciar con tiempo esos cambios. Además, seguramente, con su presencia, ahuyentará a todas las posibles presas de los lobos. Shere Kahn tiene la mala costumbre de cazar reses porque son una presa fácil, y él tiene una cojera de nacimiento. El problema es que, al cazar reses, los humanos se enfurecen y terminan por quemar la hierba y rastrillar toda la zona hasta dar con el culpable.
Luego de la conversación con el chacal, los lobos escuchan a los lejos el rugir del tigre. El tigre ha elegido atacar a los humanos. En la Ley de la Selva está prohibido matar a una persona. Hay dos teorías con respecto a esto: algunos piensas que no se debe atacar a las personas porque se vengarán, mientras otros creen que se trata de una ley que busca defender un juego limpio, en el que atacar a una persona es cobarde al ser el humano el más indefenso de todos los animales.
Los dos lobos adultos escuchan el ruido que hace Shere Kahn durante el ataque a un poblado. Tabaqui, quien ya ha dejado la cueva, acompaña al tigre en su cacería. De los alrededores de la cueva provienen ruidos que mantienen alerta a los dos lobos. Cuando exploran el origen, encuentran a un “cachorro de hombre”, tan pequeño que aún no puede caminar por sí solo. El niño no demuestra ningún temor ante los lobos. Padre Lobo lo toma entre sus dientes y lo deposita con los cuatro cachorros.
Shere Kahn y Tabaqui se acercan hasta la cueva de los lobos, pero la apertura es tan pequeña que el tigre se queda en la entrada. Desde allí demanda que le devuelvan al niño. Padre Lobo insiste en que los lobos son un Pueblo Libre y que tienen la libertad de decidir qué hacer con el cachorro de hombre. Madre Loba interviene; en sus ojos se refleja la ira que siente y se presenta a sí misma como Raksha, que quiere decir “demonio”. Amenaza a Shere Kahn, a quien llama por su apodo “Lungri”, que quiere decir cojo. Le dice que el cachorro de hombre será parte de su manada y que tarde o temprano cazará a Shere Kahn. El tigre sabe que no puede enfrentar a dos lobos, especialmente a Raksha, y se aleja.
Madre Loba le pone un nombre al nuevo cachorro: Mowgli la Rana. Lo elige porque el niño no tiene pelo. Padre Lobo está preocupado por lo que pensará la manada. Entre el Pueblo Libre de los lobos, los cachorros deben ser presentados ante la manada para ser reconocidos. Luego de eso, los cachorros pueden moverse con libertad y ningún lobo puede hacerles daño hasta que hayan cazado su primer gamo (ciervo).
Luego de un tiempo, la familia de lobos asiste a la reunión de la manada en la Roca del Consejo. El líder de los lobos es Akela, el gran Lobo Solitario, fuerte y astuto. En la Roca hay alrededor de cuarenta lobos. Padre Lobo empuja a Mowgli, el cachorro de hombre, al centro del círculo que se forma en torno al líder. Antes de que ningún lobo diga nada, Shere Khan aparece entre ellos para reclamar al niño. Akela interviene para recordar a la manada de que son un pueblo libre y que solo deben escuchar a los suyos.
Según la Ley de la Jungla, un cachorro cuya pertenencia a la manada se ponga en duda puede ser admitido si dos miembros que no sean sus padres hablan a su favor. El primero en tomar la palabra a favor de Mowgli es Baloo, un oso pardo que vive entre los lobos para enseñarles las leyes a los cachorros. El segundo animal que habla a favor del niño es Bagheera, la pantera negra, a quien todos respetan. Ella ofrece pagar por la vida de Mowgli porque “matar a un cachorro desnudo es una vergüenza” (p.73). Además, agrega que puede ser útil cuando sea mayor. Ofrece a la manada un buey como recompensa. Los lobos aceptan.
Pasan diez años en los que Padre Lobo, Baloo y Bagheera le enseñan a Mowgli todo lo que debe saber sobre la vida en la selva. Mowgli vive muy cómodamente y se siente feliz. Hay algunos aspectos de la vida en la jungla que lo separan del resto de la manada. Por ejemplo, él puede sacar las espinas que se clavan en las patas de los lobos. Además, descubre que cuando mira por mucho tiempo a los lobos directamente a los ojos, estos bajan su mirada. En otros sentidos, su vida no difiere demasiado de la de un animal de la selva: duerme durante el día, acompaña a Bagheera en la caza a la noche y come carne cruda como los lobos y miel como Baloo. Cuando salen a cazar a la noche, Bagheera le recuerda constantemente que hay animales a los que Mowgli no debe cazar jamás: los bueyes. El motivo detrás de esta prohibición es que Mowgli fue admitido a la manada por el precio de un buey; debe su vida a ese sacrificio.
Madre Loba le recuerda a Mowgli que tarde o temprano va a tener que matar a Shere Khan. El tigre siempre ronda la Manada. A medida que Akela envejece, Shere Khan aprovecha para acercarse más a los lobos jóvenes. La gran mayoría de las veces, Mowgli se olvida de que es un humano y de que la amenaza de Shere Khan es real, y pretende que siempre va a poder ser hermano de todos los lobos.
Para intentar que Mowgli comprenda mejor su situación, Bagheera comparte con él su propia historia. Ella nació entre los humanos, en un palacio, y lo criaron en una jaula. En un momento dado, se cansó de vivir encerrada, rompió el candado y regresó a la jungla, donde todos los animales la respetan porque aprendió las costumbres de las personas.
Bagheera sospecha que cuando Akela ya no pueda estar a la cabeza de la manada, los lobos más jóvenes se van a tornar en contra de Mowgli. Para que esto no suceda, a Bagheera se le ocurre una solución: Mowgli deberá bajar a la aldea y robar la Flor Roja, es decir, el fuego. Todos los animales temen el fuego.
Akela, el jefe de los lobos, sale a cazar y falla. Esto quiere decir que la manada debe matar a Akela y elegir un nuevo jefe. Esa misma tarde Mowgli roba fuego de la aldea porque sabe que puede correr peligro ahora que Akela ya no es jefe. Tabaqui le informa que la manada lo espera en la Roca del Consejo. Cuando llega allí, la roca en la que solía pararse Akela está vacía, ya que este se encuentra echado en el suelo. El liderazgo de la manada está vacante. Shere Khan está allí rodeado de los lobos a los que manipuló con las sobras de su caza. En el momento en que Shere Khan toma la palabra, Mowgli interviene para recordarles a los lobos que son el Pueblo Libre y que el tigre no tiene por qué participar.
Lo primero que hace Akela es denunciar que ha sido víctima de un complot para que no pueda cazar al sambhur. No obstante, corresponde que uno de los lobos lo mate, y Akela invita a que uno de ellos se anime. Ninguno quiere hacerlo. Shere Khan interrumpe nuevamente para exigir que le entreguen a Mowgli. Algunos de los lobos están de acuerdo con entregarlo, pero Akela les recuerda que el chico se ha criado con ellos y jamás quebró la Ley de la Jungla. Bagheera también sale en defensa de Mowgli y les recuerda que pagó por él con un buey que los lobos aceptaron. Akela insulta a los lobos que siguen al tigre, llamándolos cobardes, y les promete que, si dejan en paz a Mowgli, Akela se entregará a su muerte sin luchar con la manada.
Los lobos se agrupan alrededor de Shere Khan. Mowgli toma la palabra para decirles a los lobos que no volverá a llamarlos hermanos porque ellos se han encargado de recordarle toda la noche de que es un humano. De ahora en más los va a llamar perros, y ha traído fuego porque sabe que ellos le temen. Seguidamente deja caer carbones prendidos y echa musgo para que haya llamas. Toma una rama y la enciende. Los lobos dan unos pasos hacia atrás, atemorizados.
Antes de irse, Mowgli les hace una promesa: cuando viva entre las personas no los va a traicionar, a pesar de que ellos han actuado con deslealtad. Se acerca a Shere Khan y le tira de los pelos de su barbilla mientras lo amenaza con el fuego. Lo deja ir, pero antes le advierte que en algún momento llevará un gorro hecho de su piel. Finalmente, declara que Akela debe quedar libre.
En la Roca de Consejo quedan unos pocos lobos que apoyan a Mowgli, Bagheera y Akela. Mowgli se echa a llorar. No comprende qué es lo que está sintiendo. Bagheera le explica que está llorando como lo hacen los seres humanos, y que es tiempo de que deje la selva. Antes de irse a vivir con los humanos, Mowgli desea ver a su madre. Se dirige a la cueva y allí se despide de ella y de sus hermanos. Prometen que seguirán viéndose cuando ellos bajen a jugar en la aldea. Mowgli promete que la próxima vez que vaya a visitarlos en la cueva llevará la piel de Shere Khan, y les pide a sus padres que no dejen que los animales de la jungla se olviden de él. En la madrugada, Mowgli emprende el camino hacia la aldea.
"La cacería de Kaa"
Esta historia sucede antes de que Mowgli vuelva a vivir con los seres humanos, durante sus años de aprendizaje bajo la tutela de Baloo, el oso pardo, y Bagheera, la pantera.
Como maestro, Baloo es sumamente estricto con Mowgli. A Bagheera las lecciones de Baloo le parecen excesivas. En este punto, el maestro es intransigente: Mowgli se encuentra en peligro en la selva a menos que aprenda todo lo que pueda: “Preferible que vaya cubierto de pies a cabeza por mis magulladuras, ya que yo lo quiero, a que sufra algún daño por culpa de la ignorancia” (p.91).
La lección que los ocupa en este momento es las Palabras Maestras de la Jungla, que sirven para reclamar protección de casi todos los seres que habitan la selva. Para demostrar la capacidad de su alumno, Baloo llama a Mowgli para que recite ante Bagheera la lección. Mowgli se acerca, desganado. De todas maneras, recita la lección a la perfección. Baloo se siente satisfecho porque considera que Mowgli está a salvo al poder comunicarse con las bestias que cazan, las serpientes y los pájaros. Bagheera dice por lo bajo que todavía debe temer a los de su propia tribu.
Mowgli les cuenta a sus maestros que los monos lo visitaron, le dieron regalos, lo llamaron “hermano de sangre” (p.94) y le dijeron que algún día él sería el jefe del pueblo de los monos. A Baloo y Bagherra les preocupa que Mowgli se relacione con ellos. Entre los dos maestros intentan explicarle a Mowgli que los monos son el Pueblo sin Ley y que no es posible confiar en ellos: no se someten a ninguna ley, no tienen un idioma propio, no siguen a un jefe, fingen ser un gran pueblo cuando en realidad son unas “proscritos” (p.94). Los animales de la selva evitan compartir con ellos. La charla se ve interrumpida por una lluvia de ramas y nueces. Los monos arrojan toda clase de cosas sobre ellos. Baloo y Bagheera insisten en que queda terminantemente prohibido para Mowgli relacionarse con los monos.
Los monos ya tenían la intención de llevarse a Mowgli con ellos desde la ocasión en la que vieron cómo este entrelazaba ramas y construía cabañitas hechas de este tejido. Uno de los monos pensó que Mowgli podía enseñarles a construir algo que los protegiera del viento. Por ese motivo, siguieron a Baloo, Bagheera y Mowgli y esperaron a que tomaran la siesta al mediodía. Mowgli se despertó de la siesta cuando sintió que alguien lo sujetaba de manos y pies. Luego, sintió cómo lo estaban llevando a través de los árboles. Bagheera y Baloo siguen a los monos, pero no pueden trepar hasta la copa de los árboles y es imposible que alcancen a Mowgli.
Mowgli tiene miedo de que sus maestros no puedan socorrerlo, pero también disfruta de la adrenalina que siente y puede ver la selva desde una nueva perspectiva debido a la altura.
En un momento de viaje, Mowgli ve a Chil, el Milano. Cuando el milano ve que los monos llevan algo, vuela más bajo para averiguar de qué se trata. Mowgli aprovecha sus lecciones y utiliza las Palabras Maestras, la Llamada del Milano, para pedir ayuda: quiere que Chil señale su rastro a Baloo y Bagheera.
Mientras, a Baloo se le ocurre ir en busca de Kaa, la Serpiente de la Roca. La encuentran tirada al sol, admirando su nueva piel. Baloo invita a Kaa a cazar monos con él y Bagheera. Kaa se queja de que cazar ya no es lo mismo que antes. Bagheera intenta motivar a Kaa recordándole que los monos la insultan llamándola “gusano amarillo y sin patas” (p.102).
La conversación se ve interrumpida por la voz de Chil, el Milano, que le informa a Baloo que Mowgli utilizó las Palabras Maestras para conseguir su ayuda y que por ese motivo viene con la noticia de que los monos llevaron al muchacho a los Cubiles Fríos a la Ciudad Perdida.
La ciudad de los monos en Cubiles Fríos es una antigua ciudad abandonada. A pesar de estar en ruinas, es posible vislumbrar el esplendor del pasado. Los monos pretenden que ese lugar es suyo, pero no saben para qué se usan los espacios. A veces simulan ser hombres, pero no saben comportarse como ellos. Kaa y Bagheera llegan a la ciudad en ruinas y deciden ingresar por lugares distintos para evitar que los monos los ataquen de a cientos. Los monos se encuentran en la terraza, agolpados alrededor de Mowgli. Cuando una nube cubre la luna, Bagheera aprovecha para atacarlos. Algunos de los monos toman a Mowgli y lo llevan a una glorieta en ruinas, mientras los demás atacan a la pantera. Mowgli está preocupado por la pantera. Quiere que se tire a un depósito de agua para salvarse. También desea que Baloo aparezca para colaborar con el ataque. Una vez que Baloo llega al lugar, Bagheera consigue tirarse al depósito de agua, donde los monos no pueden alcanzarla. Baloo empieza a atacar a los monos que custodian a Bagheera en el depósito.
Del otro lado de la muralla de la Ciudad Perdida, Kaa se dispone a atacar a los monos. Aprovecha el terreno y se arroja desde la muralla. Golpea a los monos con su cabeza, dejando que todo el peso de su cuerpo caiga sobre sus enemigos. Kaa va directo a atacar a los monos que rodean a Baloo. Cuando los monos caen en la cuenta de que Kaa está allí empiezan a desbandarse. A lo largo de varias generaciones, los monos han aprendido a temer a Kaa sobre todos los otros seres de la jungla.
Baloo le agradece a Kaa por haber salvado su vida y la de Bagheera, quien se encuentra un poco avergonzada por haber tenido que pedir ayuda durante la lucha con los monos. Mowgli permanece atrapado en la trampa de la glorieta en ruinas. Kaa rompe la cúpula que tiene atrapado a Mowgli y lo libera. El muchacho le agradece y le ofrece su caza cuando ella lo necesite. Asimismo, les agradece a Baloo y a Bagheera por salvarlo.
Desde lo alto de los árboles y los muros, los monos observan la escena. Kaa les sugiere a sus amigos que se retiren para esta parte de la caza. La pitón se posiciona en el centro de la terraza y empieza a moverse de un modo que hipnotiza a los monos, e incluso a Bagheera y Baloo. Se trata de la Danza del Hambre de Kaa. Los monos han perdido toda su libertad, solo responden a las indicaciones de la serpiente. Mowgli ve que lo mismo sucede con sus dos maestros y pone sus manos sobre el lomo de Bagheera y de Baloo para sacarlos del trance.
Mowgli se burla de los movimientos de Kaa y de su nariz lastimada. Bagheera reprende a Mowgli y le recuerda que las lastimaduras de Kaa, Bagheera y Baloo se deben a él y su imprudencia al jugar con los monos. Mowgli no discute porque se siente culpable. Bagheera le recuerda que el arrepentimiento no exime el castigo, y le propina a Mowgli una serie de golpes que lo dejan molido. Luego, lo lleva de regreso a la manada sobre su lomo.
"¡El tigre! ¡El tigre!"
Este cuento continúa con la historia narrada en el primer cuento. Luego de que Mowgli abandona la Manada, intenta alejarse lo más posible porque sabe que tiene más de un enemigo entre los lobos. A veinte millas del asentamiento más cercano a la Manada, Mowgli encuentra un pueblito que tenía de un lado una llanura que conducía a unos barrancos y, del otro, la jungla. En la llanura había reses y búfalos pastando y niños pastoreando. Mowgli se acerca a la entrada del poblado que los pobladores tapan con una mata de espinas por las noches, pero ahora permanece abierta. Piensa: “Así que también aquí los hombres temen al Pueblo de la Jungla” (p.122).
Mowgli ingresa al poblado y se sienta cerca de la entrada. Al primer hombre que ve le hace señas, pero este sale corriendo a los gritos en busca del sacerdote. Poco después, el sacerdote y un centenar de personas se aproximan al lugar. La actitud de los pobladores le parece descortés al chico, porque todos gritan y lo apuntan con el dedo. El sacerdote interrumpe el griterío cuando ve las marcas de mordeduras que tiene Mowgli en sus brazos y piernas, y por ello determina que se trata de un niño criado por lobos.
Una de las mujeres allí cree reconocer en Mowgli a su hijo, a quien un tigre se llevó a la jungla. La mujer se llama Messua y su esposo es uno de los hombres más ricos del poblado. El sacerdote resuelve que lo más conveniente es que esa mujer se lo lleve, y dice: “Lo que la jungla se llevó, la jungla nos ha devuelto. Llévate al niño a tu casa, hermana” (p.123). Messua no cree verdaderamente que el chico sea su hijo, pero lo cuida con amor, le da de comer y se compadece de él. Mowgli no puede entender las palabras que ella pronuncia, ni se siente cómodo durmiendo dentro de la casa. Se propone aprender el idioma de los humanos para dejar de sentirse “tonto y torpe como lo sería un hombre estando con nosotros en la jungla” (p.124).
Una noche, mientras duerme en la intemperie, uno de sus hermanos lobos, Hermano Gris, lo despierta. Le trae la noticia de que Shere Khan ha prometido que volverá para vengarse de Mowgli. Hermano Gris le pregunta a Mowgli si va a olvidarse de sus años como lobo, pero Mowgli le asegura que no se va a olvidar de su familia y de los lobos que lo apoyan, aunque tampoco puede olvidarse de los que lo traicionaron y de que ha sido expulsado de la manada. Su hermano lobo le advierte que los humanos no son distintos, y que también son capaces de expulsar a uno de sus miembros.
Durante tres meses Mowgli permanece en el poblado aprendiendo los usos y costumbres de los humanos. Empieza a usar ropa, aprende lo que es el dinero y la labranza. Nada de esto le resulta cómodo ni lógico. Además, los otros niños de la aldea se ríen de él cuando se comporta de manera extraña. Mowgli, no obstante, no pierde el control ni ataca a los demás cuando se burlan porque recuerda las Leyes de la Jungla y considera que sería injusto matar a cachorros de hombre indefensos. En la aldea él está entre los más fuertes, mientras que en la selva era uno de los más vulnerables. No tenía noción ni de su fuerza ni de las diferencias sociales que gobernaban el mundo de las personas. Mowgli trata de la misma manera a los pobladores de diferentes castas.
Una noche, algunos de los pobladores de la aldea se reúnen en torno a Buldeo, un cazador a quien le gusta compartir historias fabulosas sobre la jungla. A Mowgli le cuesta contener la risa cuando escucha las historias que cuenta, porque él conoce mucho mejor la jungla que cualquiera de esos hombres. Cuando Buldeo decide contar la historia del tigre que se llevó al hijo de Messua, y les dice a los hombres que el animal había sido poseído por el fantasma de un antiguo prestamista, que cojeaba como Shere Khan, Mowgli no puede contenerse más. Enfrenta a Buldeo en ese mismo momento revelando que todo lo que ha dicho el viejo cazador es mentira. El jefe del lugar escucha la irreverencia con la que Mowgli trata a Buldeo y sugiere que es hora de que Mowgli salga del poblado a pastorear el ganado.
A partir de ese día, Mowgli trabaja con otros niños de la aldea pastoreando el ganado, pero no hay duda de que él es el líder. Encarga a los demás niños el cuidado de las reses y él decide ocuparse de los búfalos.
Mowgli monta uno de los bueyes y conduce a los búfalos hasta los estanques, en los que disfrutan revolcándose en el fango. Mowgli llega hasta el borde de los pastizales que se unen con la selva. Allí se encuentra el río Waingunga. Una vez allí, en la frontera entre la selva y los pastizales, Mowgli se reúne con Hermano Gris, que le dice que Shere Khan ha regresado, dispuesto a matarlo. Mowgli le pide a Hermano Gris y al resto de sus hermanos lobos que lo ayuden a vigilar la llegada del tigre.
Un día, Mowgli no ve a sus hermanos lobos en el lugar acordado, lo que quiere decir que el tigre ha vuelto. Hermano Gris le explica que Shere Khan ha estado escondido durante un mes para engañar a Mowgli. Shere Khan cuenta con la ayuda de Tabaqui. Esta noticia preocupa a Mowgli, porque el chacal es más astuto que el tigre. Hermano Gris le dice que no tema, porque Tabaqui le contó todo a él antes de que “le rompiera el lomo” (p.131), y que ahora Tabaqui es carroña para los milanos. Mowgli pregunta si el tigre ha comido y bebido ese día porque, de ser así, estará menos ágil en la caza. El cansancio del tigre luego de cazar, comer y beber es una ventaja para Mowgli.
El plan que idea el muchacho consiste en dividir el rebaño entre vacas y becerros y bueyes y búfalos. Luego, van a conducir ambos grupos a lugares opuestos del barranco, y de este modo acorralarán a Shere Khan. En un principio, Mowgli pretende que Hermano Gris divida el rebaño. El lobo contesta que le es imposible hacer eso solo, pero que ha traído a alguien que sí es capaz de hacerlo. En ese momento se acerca a ellos Akela. Mowgli está feliz de verlo y de saber que no se ha olvidado de él.
Los lobos empiezan a perseguir el rebaño, forzando la separación de vacas y becerros y bueyes y búfalos. Los conducen al barranco, en un lugar en el que no le será posible a Shere Khan trepar por los costados. Antes de que Shere Khan pueda reaccionar, los bueyes empiezan a bajar por un costado del barranco y las vacas y sus becerros por el otro. Los dos grupos se chocan con todas sus fuerzas y pisotean al tigre. Luego de que los rebaños se retiran, Mowgli despelleja al tigre un largo rato. Los otros niños pastores habían regresado al poblado para alertar sobre lo sucedido. Por eso, Buldeo se presenta en el lugar donde Mowgli está despellejando al tigre, se da cuenta de que la piel es del tigre cojo por el que piden una recompensa y quiere llevársela. Mowgli le ordena que se aparte y el hombre se dispone a darle una paliza. Antes de que pueda hacerlo, Mowgli llama a Akela para que lo intimide y este se abalanza sobre Buldeo. Mowgli le explica a Buldeo que él y el tigre tenían una guerra desde hace mucho y que ahora él, Mowgli, ha salido victorioso. Buldeo pide disculpas y muestra reverencia ante el muchacho, por lo que Mowgli le pide a Akela que lo deje ir.
Cuando Mowgli regresa al poblado lo reciben con gritos y una lluvia de piedras. Lo acusan de brujería y de ser un cachorro de lobo. Akela, que acompaña al muchacho, le dice que esas personas no se diferencian demasiado de la Manada de lobos que lo expulsó. Mowgli decide irse con Akela. Messua, quien había acogido a Mowgli, lo sigue a pesar de las amenazas que recibe por parte de los pobladores de lapidarla. Mowgli le ordena a Messua volver al pueblo y le pide a Akela que aúlle y persiga al rebaño para hacerlo entrar en el pueblo. Las vacas, becerros, bueyes y búfalos entran en el pueblo y dispersan la multitud. Mowgli se despide así: “Adiós, hijos de los hombres. Den gracias a Messua, porque, si no fuera por ella, entraría con los lobos y los cazaría” (p.139).
De regreso en la selva, Mowgli y Akela van directo a la cueva de Madre Loba y le cuentan lo que ha sucedido. Bagheera está ahí también. Akela llama al consejo de los lobos. Desde que dejó el liderazgo de la manada, nadie ocupó su lugar, pero los lobos acuden igual al llamado al consejo. Allí, muchos lobos piden que Akela volviera a ser su líder, pero Bagheera interviene y les dice que ahora debían vivir con la decisión que tomaron de deponerlo. También le piden a Mowgli que vuelva a ser parte de la manada, pero él contesta que no desea volver, y que va a cazar solo en la jungla. Desde ese momento caza junto a sus cuatro hermanos lobos. El cuento termina con un breve comentario sobre lo que pasa con Mowgli cuando crece: “Pero, no siempre estuvo solo, pues al cabo de unos años se hizo hombre y se casó. Pero esa es una historia para gente mayor” (p.141).
Análisis
La colección de cuentos conocida como El libro de la selva en realidad incluye dos tomos: El libro de la selva y El segundo libro de la selva. El primero contiene siete cuentos de los cuales los tres primeros tienen a Mowgli, el cachorro de hombre, como protagonista. El segundo tomo tiene ocho cuentos de los cuales cinco mencionan a Mowgli. Gracias a la popularidad de la película de Disney basada en la obra, El libro de la selva se asocia casi exclusivamente a Mowgli, a pesar de que siete de los cuentos no tienen nada que ver con su figura.
La colección fue concebida como una obra para chicos, cuyos personajes tienen coraje y viven una serie de aventuras. De todas maneras, hay otra lectura posible, que se centra en el carácter alegórico de la obra y según la cual la interacción entre los personajes refleja la dinámica de las relaciones coloniales, que tanto interesaban a Kipling. En muchos sentidos, para la sensibilidad moderna, algunos cuentos de la colección pueden resultar problemáticos, al reflejar el pensamiento de un autor considerado, por muchos, promotor del imperialismo. No obstante, si bien cabe hacer una lectura de la obra desde la perspectiva del colonialismo, muchas de las críticas que se hacen hoy de Kipling omiten un análisis situado de sus obras e ignoran el contexto en el que fueron escritos los cuentos de la colección.
A principios del siglo XIX, Gran Bretaña había establecido su dominio sobre la mayor parte de India tras años de disputa con Francia. India era tan importante para el Imperio Británico que era apodada “la joya de la corona”. Kipling nace en esa colonia, dado que su padre era director de un museo en la ciudad de Bombay. A pesar de que parte de su vida escolar, y luego de su madurez, Kipling vivió en Londres, Sussex y en Estados Unidos, sus primeros años en India, su trabajo como periodista allí y los viajes que realizó continuamente marcaron su vida y su obra.
La mayoría de los cuentos de la colección suceden en la selva de la región Seoni de India. Quizá parte del atractivo de sus obras está en que permite al lector imaginarse lugares exóticos que el ciudadano promedio no podía pretender conocer de otro modo. No obstante, la selva, más que un lugar retratado de manera realista, es un espacio simbólico que representa la civilización. La interacción entre los animales está regida por una serie de leyes que regulan sus vidas. Gran parte de los conflictos que surgen entre ellos radica en la desobediencia o la anarquía. Las contadas ocasiones en las que el escenario es un poblado en el que viven personas, este espacio parece ser el menos civilizado. Las personas en la aldea están sujetas a supersticiones y al liderazgo de un sacerdote que da muestras de ambición; personas como Buldeo, que no son más que charlatanes son bien considerados en la comunidad. El aspecto de Mowgli, en ese contexto, es suficiente para que los pobladores le teman y corran a consultar con el sacerdote. Finalmente, expulsan a Mowgli porque temen que practique brujería. La aldea, por lo tanto, está más cerca de la barbarie que de la civilización.
El primer cuento y el tercero tratan sobre el modo en que Mowgli ingresa a la manada de lobos, y sobre la inevitable traición y expulsión que sufre a partir de la descomposición del liderazgo del Pueblo Libre de los lobos y su regreso al mundo de los seres humanos. Los lobos se rigen por una serie de leyes internas y también conocen y respetan la Ley de la Jungla. Por el contrario, Shere Khan, el tigre que cumple la función de antagonista en estos dos cuentos, se muestra desobediente e ignora las leyes desde un principio. De hecho, el motivo por el cual Mowgli, el cachorro de hombre, termina siendo criado por lobos es la indisciplina de Shere Khan, quien caza en el poblado.
Precisamente en torno a la ley que prohíbe la caza de personas, Kipling explora el tema del origen de las leyes. Al parecer, hay más de una razón por la cual cazar a una persona está prohibido. Una de ellas es práctica: si los animales matan a las personas, pronto estas se vengarán o buscarán al responsable destruyendo en su paso parte de la selva y los pastizales. Si los animales quieren seguir viviendo tranquilamente en la selva, deben dejar a los seres humanos en paz. La segunda razón parece tener un fundamento ético más que práctico: no sería justo que un animal con la fuerza y brutalidad de un tigre, una pantera, un lobo o un oso atacara a un hombre indefenso.
Sea cual sea su origen, las leyes son necesarias para vivir en comunidad, y la mayoría de los animales de la jungla parecen comprender esto y confiar en ella: “La Ley de la Jungla, que jamás da una orden sin motivo” (p.66). Los lobos se aseguran de que sus cachorros aprendan las leyes de su maestro Baloo, el oso pardo. Los animales a los que Mowgli acude para pedir auxilio respetan la ley dada a través de las Palabras Maestras. Los lobos son el mejor ejemplo de un pueblo civilizado, especialmente al principio, porque no solo conocen las leyes, sino que están dispuestos a ponerse a sí mismos en peligro por defender los derechos de otros. La familia de lobos que adopta a Mowgli se interpone entre Shere Khan y su presa con la seguridad de que están actuando correctamente porque hay una ley que lo determina. La familia de lobos sigue al pie de la letra las leyes de su comunidad y presenta a Mowgli ante los otros lobos para que ellos decidan si el niño puede ser parte de la manada. Los lobos aceptan a Mowgli como uno más porque Bagheera y Baloo, siguiendo la costumbre, hablan en su favor.
A lo largo de los relatos hay indicios de que esa primera bienvenida a Mowgli no podrá ser permanente. Los indicios más claros están relacionados con Bagheera. En primer lugar, Bagheera cuenta su propia historia, que refleja de manera inversa la de Mowgli. Bagheera nació en cautiverio y se crio en una jaula, pero en cuanto comprendió su verdadera naturaleza volvió a la jungla. La pantera está segura de que Mowgli, tarde o temprano, deberá volver a vivir con las personas. Otro indicio de que la relación de Mowgli con los lobos llegará a su fin es el poder que tiene el cachorro de hombre para conseguir que los lobos, e incluso las panteras, bajen la mirada. Es decir que hay una jerarquía natural que los separa.
A través del conflicto entre los lobos y el cachorro de hombre, Kipling explora el tema de la identidad en relación con la otredad. Mowgli no es estrictamente ni un hombre ni un lobo. Si bien nació siendo un ser humano, y ese sería su destino, sus usos y costumbres son los de un animal de la jungla. Por otra parte, Mowgli puede hacer cosas que los lobos no, como sacar las espinas que se clavan en sus patas. Mowgli confía en que eso será un motivo más de hermandad entre él y los lobos, pero Bagheera sospecha que en realidad es un detalle que los separa. Más adelante, cuando Mowgli regresa al poblado para vivir con las personas, no puede adaptarse a la vida allí porque considera a los humanos rudimentarios, supersticiosos e ignorantes de la selva. Es decir, Mowgli va a permanecer en una situación liminar: no pertenece enteramente a ninguno de los dos mundos con los que comparte un vínculo. Su identidad va a ser dual y definida siempre en oposición a los otros miembros de su comunidad: en la jungla es conocido como cachorro de hombre y, en el poblado, como niño lobo. Varias veces eso va a ser el origen de un profundo sufrimiento, como cuando lo expulsan de la manada y Mowgli se echa a llorar, sin comprender qué es lo que le sucede: “—¿Qué es? ¿Qué es? —dijo—. No deseo abandonar la jungla y no sé qué es lo que me pasa. ¿Es que estoy muriendo? —No, Hermanito. Eso no son más que lágrimas como las que derraman los hombres —dijo Bagheera” (p.86-87). Esa experiencia también marca su pasaje de la niñez a la madurez, y además inaugura el camino del héroe del que hemos hablado en la sección 'Temas', porque lo obliga a separarse del lugar que consideraba seguro y estable y lo arroja a un mundo desconocido para él, que sin duda lo va a transformar: “Ahora sé que eres un hombre, has dejado de ser un cachorro de hombre. Es verdad que a partir de ahora la jungla te está vedada” (p.87).
A través de la relación entre Mowgli y su familia de lobos, Bagheera, Baloo e incluso Messua, la mujer que lo acoge en el poblado, Kipling explora otros temas, como la amistad, la lealtad y la familia. Los momentos más emotivos de estos tres primeros cuentos radican en las relaciones positivas que establece Mowgli con algunos de los miembros de ambas comunidades: la de los animales y la de los humanos. En la jungla, Mowgli encuentra una familia que lo acoge y le es leal de principio a fin, aún cuando Mowgli deja la manada y pasa a vivir en el poblado. Madre Loba lo defiende ante el tigre con coraje; Padre Lobo le enseña todo lo necesario para ser parte de la manada; sus hermanos lo ayudan a cuidarse de la amenaza de Shere Khan. Otros personajes como Akela, Bagheera y Baloo forman amistades auténticas y leales que se vuelven la clave de la supervivencia de Mowgli en un mundo que, de lo contrario, le sería hostil.
Los dos últimos son amigos a la vez que maestros. Por la complejidad de la relación, al tratarse de un niño y una pantera y un oso pardo, la relación de maestro-alumno no es tan sencilla y jerárquica. Los maestros de Mowgli son firmes y autoritarios por momentos, pero también admiran profundamente a Mowgli y, en algunos casos, dependen de él, como cuando Mowgli evita que sean hipnotizados por la danza de la serpiente Kaa.
La ambigüedad con respecto a Messua acentúa los conflictos de identidad de Mowgli. Todo parece indicar que Messua es efectivamente la madre de Mowgli: él se parece mucho al hijo de Messua que un tigre cojo secuestró. No obstante, tanto Messua como Mowgli desconocen esa relación. Messua se siente segura de que Mowgli no puede ser su hijo cuando toca sus pies endurecidos por andar por la selva descalzo, porque recuerda que le había regalado un par de zapatos antes de que el tigre se lo llevara, y dice: “estos pies nunca han llevado zapatos” (p.124). Ha pasado suficiente tiempo como para que cualquier marca de su vida entre los humanos se haya borrado. Por su parte, Mowgli no recuerda su vida antes de la selva. De todas maneras, siente gratitud por el cariño y el cuidado que le da Messua, a tal punto que es el único motivo por el cual se niega a atacar el poblado con los lobos luego de ser expulsado por la superstición de los pobladores.
Asimismo, Mowgli también se procura una serie de enemigos a lo largo de los cuentos. El principal antagonista es Shere Khan, que promete matar a Mowgli, a quien considera su presa. Mowgli es valiente y orgulloso, por lo que está seguro de que será él quien mate a Shere Khan. Si bien al final de esta “vieja guerra” (p.137) Mowgli sale victorioso, al matar y depellejar al tigre cojo, Shere Khan se procura pequeñas victorias a lo largo del camino, como cuando consigue poner a muchos de los lobos de la manada en contra de Mowgli. Uno de los dolores más grandes que experimenta Mowgli es la expulsión de la mandada, y ello es producto de la manipulación de Shere Khan. En el caso de Tabaqi, si bien no entra en conflicto directo con Mowgli, es un aliado de Shere Khan y también se convierte en un obstáculo para Mowgli. Finalmente, los monos, los Bandar-log, también se convierten en antagonistas de Mowgli y sus amigos cuando secuestran al niño. Lo que tienen en común estos tres antagonistas es que no suelen respetar la Ley de la Jungla; son seres marginales porque no se integran al orden de la selva. Shere Khan desobedece las leyes en torno a la caza; Tabaqui, al igual que todos los chacales, no es confiable, porque son propensos a perder la razón; los Bandar-log, conforman un pueblo desordenado, sin ley y, lo que es peor, con pretensiones de ser mejores de lo que son.
Para tratar “La cacería de Kaa”, el segundo cuento de la colección, nos vamos a centrar en la figura de los Bandar-log, los monos. La aventura que vive Mowgli con los monos es producto de imprudencia y cierta inmadurez. Para el final del cuento, Mowgli madura y comprende que las advertencias de sus maestros no eran caprichosas. Asimismo, aprende una lección valiosa en su proceso de aprendizaje: las consecuencias de sus actos no lo afectan solo a él, sino a quienes lo rodean también.
En primer lugar, le espacio en el que se desarrolla este cuento es significativo porque fusiona el mundo de los hombres con el de la selva. Los monos que secuestran a Mowgli lo llevan a una ciudad abandonada, la Ciudad Perdida. A pesar de encontrarse en ruinas, es claro que fue una ciudad importante. Las antiguas salas, terrazas, glorietas y murallas de la ciudad han sido tomadas por la naturaleza, que perdurará más allá de cualquier civilización. Esto parece coincidir con una visión popular en la época, herencia del romanticismo, en la que la naturaleza aparece idealizada.
Por otra parte, los monos que ocupan esa ciudad se jactan de haberla construido y se sienten orgullosos de su obra, aunque es claro que ellos no comprenden siquiera para qué sirven sus salas. Los Bandar-log representan un pueblo anárquico y maleducado que no hace otra cosa que apropiarse de culturas ajenas y presumir de los logros y las glorias pasadas de otros. En el fondo, los monos solo quieren el reconocimiento de los otros animales de la selva, pero nadie les presta atención, porque se comportan de manera incivilizada, no poseen su propio idioma y rara vez pueden sostener la atención como para completar un proyecto.
Finalmente, el tema del colonialismo es importante en los tres cuentos. Los monos se apropian de la cultura ajena sin respetar las leyes de la comunidad; Shere Khan también es un “extranjero” que empieza a cazar en el territorio de los lobos de manera arbitraria, y Mowgli es un “extranjero” que viene a integrarse a la mandada. La diferencia fundamental yace en el modo en que estos seres extranjeros ingresan al territorio ajeno.
Con el nombre del tigre, Shere Khan, Kipling alude a un personaje histórico, un jefe afgano que invadió una parte de la India en el siglo XVI. Shere Khan, el tigre, invade el territorio de la manada de los lobos, intenta imponerse (como cuando habla fuera de turno en el Consejo de los lobos) e intenta captar la lealtad de algunos lobos por medio de regalos. Mowgli también ingresa en un mundo que no le pertenece, pero primero aprende los usos y costumbres del lugar, prefiere el orden y la ley, y otros lo admiran y desean que los lidere: “Guíanos otra vez, oh Cachorro de Hombre. Estamos ya hartos de vivir sin ley y queremos volver a ser el Pueblo Libre” (p.141). La negativa de Bagheera ante ese pedido por parte de los lobos parece ser una advertencia de lo que puede suceder si un pueblo elige dejar atrás la ley y el orden para luego arrepentirse y desear de nuevo el liderazgo imperial. La guerra entre Shere Khan y Mowgli puede ser una alegoría de la guerra por la ocupación colonial, en la que gana el más civilizado.