El libro titulado El hacedor es un compilado de textos de variada índole, donde algunos de los temas se repiten y entrelazan bajo diferentes formas discursivas e historias narradas.
Este es un libro que vale más leer como un conjunto de referencias y alusiones intelectuales o artísticas, así como de reflexiones en torno a temáticas recurrentes, tales como el tiempo, la memoria, el olvido, el tiempo, el sueño o el destino. Son textos que muchas veces poseen una extensión de una sola carilla o de apenas tres o cuatro páginas, por lo que no vale la pena resumir cada uno de ellos aisladamente.
En el texto introductorio encontramos una referencia al escritor argentino Leopoldo Lugones, que Jorge Luis Borges admiraba profundamente, y del que le hubiera gustado recibir algún tipo de reconocimiento por su propia escritura literaria. En el cuerpo del libro, podemos encontrar fragmentos —imaginarios o no— en torno a la vida de otros escritores reconocidos, tales como William Shakespeare o Dante Alighieri, así como de Miguel de Cervantes o José Hernández.
Al mismo tiempo, encontraremos la experiencia del narrador protagonista, o bien del yo poético —dependiendo de si se trata de un texto en prosa o de un texto en verso—, en vínculo con la literatura, la ficción y la lectura. En este sentido, podemos formar un recorrido de lectura que se relaciona con la ceguera del escritor y lector protagonista, que este reconoce a la vez como una suerte de castigo y don que le ha sido concedido sin su consentimiento.
Otra temática muy recurrente en el libro se vincula con cuestiones históricas del pasado del país del escritor, Argentina, o bien de otros países o incluso del pasado mitológico de la humanidad, mencionándose dioses como Ragnarök, o incluso pasajes de la Biblia.
En cuanto a los textos poéticos, podemos observar una serie de referencias a elementos naturales, como la luna o la lluvia, así como a un tigre que se presenta de modo simbólico, o bien a paradojas vinculadas con el paso del tiempo y con el sentido de la vida en general. Por último, también encontramos múltiples referencias a temas típicos de la literatura borgeana, como las ya mencionadas, y también las que se vinculan con laberintos, espejos, sueños dentro de sueños, entre otras.
En el epílogo, finalmente, Borges asume que el libro aquí publicado consiste en una miscelánea, es decir, un conjunto de textos de variada índole, compilados por “el tiempo”; y, humildemente, reconoce que todo aquello que ha ido recopilando reproduce nada más y nada menos que la imagen de su propio rostro.
