La degradación moral
En "El gato negro", el narrador es consciente de que sus pensamientos y acciones lo empujan paulatinamente hacia la degradación moral, y el lector puede interpretar esa degradación como una caída en la locura. Con su confesión, el protagonista manifiesta un conocimiento profundo de su irritabilidad creciente, de su desprecio hacia los demás y de las agresiones violentas e irracionales que inflige a su esposa y a sus mascotas, y trata de echarle la culpa, en una primera instancia, al alcohol. Es la bebida lo que lo ha vuelto intemperante, según señala.
Sin embargo, esta intemperancia no es más que el vestíbulo de la perversidad a la que termina dándole rienda suelta. A pesar de manifestarse totalmente consciente de su degradación, el narrador continúa en ese descenso que lo empuja a realizar acciones cada vez más violentas y extremas. Finalmente, al terminar de leer el relato, el lector no puede saber a ciencia cierta si el protagonista sucumbió realmente al alcohol, si el consumo lo empujó hacia la locura o si sus acciones fueron premeditadas, como una forma de hacer el mal por el simple hecho de romper con las leyes morales y así condenarse a sí mismo. A la ambigüedad que caracteriza todo el relato no se escapan los motivos por los que el narrador busca su degradación moral.
Los efectos del alcoholismo
En esta historia, el narrador describe a los lectores los efectos de lo que llama el demonio de la intemperancia. La exacerbación de este rasgo de la personalidad es experimentada por el narrador debido al aumento de la ingesta de alcohol: la bebida lo vuelve más irritable y lo aleja de los sentimientos de los demás, hasta convertirlo en un ser violento y agresivo. Así, comienza maltratando a sus perros, sus conejos y su mono, hasta llegar a arrancarle el ojo a su animal favorito, su gato Plutón.
En su confesión, el narrador nunca indica por qué comenzó a beber, y el alcohol tampoco es razón suficiente para justificar todas sus malas acciones, pero cierta mente exacerba su degradación moral y lo ayuda a manifestar su perversidad.
La superstición y lo sobrenatural
Aunque se los quiera explicar por medio de la lógica y la razón, hay elementos sobrenaturales presentes en la historia. Ya el propio título hace referencia a esto, puesto que existen varias supersticiones sobre la mala suerte que traen los gatos negros. En el relato, el narrador mata a su mascota, Plutón, un gato negro, colgándolo de la rama de un árbol. Tras este hecho, la mala suerte invade al narrador: esa misma noche se quema su casa y no queda en pie más que una pared, en la que se puede observar una mancha con la forma de un gato con una soga al cuello. Días después, otro gato aparece en el camino del protagonista y este se lo lleva a su casa para que reemplace a Plutón. Este gato también es tuerto, y tiene una extraña mancha de pelo blanco en el pecho con la forma de un cadalso, algo que anuncia la forma en la que morirá el narrador.
Así, todos los eventos que suceden a la muerte de Plutón pueden ser considerados sobrenaturales, desencadenados por el asesinato y siguiendo las tradiciones supersticiosas en torno a los gatos negros. No obstante, también es importante destacar que el narrador no fiable del cuento pone en duda el carácter de estos hechos, ya que no podemos asegurar la objetividad de su relato.
La culpa
Por afirmación o por negación, la culpa siempre está presente en el relato del narrador. Tras asesinar a Plutón, el protagonista dice sentir cierto remordimiento, pero este no alcanza a ser lo suficientemente fuerte como para ganarle a la indiferencia.
La aparición del nuevo gato negro puede leerse como la representación de la culpa que persigue al protagonista y no lo deja en paz: el gato lo sigue a todos lados e incluso se acuesta sobre su pecho mientras duerme. Cuando el protagonista se despierta en medio de la noche debido a sus pesadillas y a la falta de aire, es el gato quien lo está aprisionando, e incluso, al final, el gato lo delata frente a los policías cuando estos están inspeccionando el sótano. La persecución de la culpa es lo que hace descender al narrador paulatinamente en la perversidad -o en la locura, según cómo se interprete su relato- hasta condenarlo a su muerte.
El doble
Después de matar a Plutón, el narrador encuentra en una taberna un segundo gato negro y se lo lleva a su casa. Este nuevo gato es extremadamente semejante al primero, salvo por una mancha blanca que tiene en el pecho, en la que el narrador encuentra la forma de una horca. Así, el segundo gato funciona como un doble de Plutón e introduce un tema típico de la literatura fantástica.
El doble o doppelgänger es un tema muy trabajado en literatura, desde el escritor alemán E.T.A. Hoffmann hasta Stevenson y su Dr. Jekyll y Mr. Hyde. En Poe, el tema del doble se explora en profundidad en cuentos como "William Wilson" y se esboza en "El gato negro". La aparición del segundo gato como una imagen duplicada del primero sugiere, en primer lugar, la posibilidad de la permanencia del ser luego de la muerte, o la transmigración de Plutón hacia un nuevo gato. Por otra parte, el doble del gato negro también explota la dimensión diabólica a la que se asocia el gato negro según las supersticiones: el segundo gato podría ser la encarnación de un demonio que viene a perseguir al narrador para empujarlo a su condena final.
La locura
La locura es uno de los temas principales de "El gato negro". Con calma y meticulosidad, el narrador le confiesa al lector los crímenes por los que lo han condenado a la pena de muerte e insiste en que se lo considere como una persona cuerda y confiable que ha sucumbido al influjo de fuerzas superiores que lo han pervertido. Sin embargo, es evidente para el lector que la racionalidad del narrador no es más que un recurso para intentar mostrarse como un sujeto fiable, cuando en realidad es una persona inestable psicológicamente y de carácter fácilmente excitable e incontrolable.
Así, es posible leer entre líneas la progresión de la locura del narrador hasta convertirse en un psicópata asesino. Un rasgo de su comportamiento patológico es su obsesión por infligir daño al prójimo y, especialmente, a sus gatos. Esta obsesión es explorada por Poe en otros cuentos, y la explica como una monomanía: una fijación capaz de absorber todas las energías y los sentidos de una persona. En "El corazón delator", el narrador, también criminal, está obsesionado con el ojo de su vecino, mientras que, en "Berenice", al protagonista lo obsesionan los dientes de su esposa. En "El gato negro", el narrador parece estar obsesionado con la presencia de los gatos y, al poco tiempo de asesinar al primero, busca otro y se lo lleva a vivir a su casa.
La muerte violenta
En "El gato negro", al igual que en otros relatos de Poe, las muertes violentas conforman un escenario común. El protagonista del relato está esperando a que se cumpla su condena y lo ejecuten por haber asesinado a su esposa. Tal como explica, en primer lugar ha matado a su gato, Plutón, luego de quitarle un ojo con su cortaplumas; para acabar con su vida, lo ha ahorcado colgándolo de una rama. Al final del relato, el protagonista intenta matar a hachazos a su segundo gato y, cuando su esposa lo detiene, descarga el hacha sobre su cabeza. La muerte violenta está acompañada siempre por una serie de descripciones impactantes que generan en el relato un clima propio de los relatos de horror. Por estas razones, se lo considera a Poe un maestro del género, y sus muertes se han vuelto famosas.