El emparedamiento (Motivo)
El emparedamiento es un motivo muy presente en la literatura de Poe y se lo puede encontrar, además de en "El gato negro", en cuentos muy famosos como "El tonel de amontillado". Tal como lo indica el narrador, la técnica de emparedar a alguien era utilizada por algunos monjes en la Edad Media y presenta una dimensión siniestra muy explotable en los relatos fantásticos o de terror.
El emparedamiento se relaciona con el entierro prematuro, otro motivo muy difundido en la literatura y utilizado por Poe (su relato, "El entierro prematuro", es también muy famoso). Antes de la revolución tecnológica en la medicina, el miedo a ser enterrado vivo debido era muy real. Como resultado, abundan las historias de entierros prematuros en la literatura y en las historias de Poe. La trama de "El gato negro" da un giro sobre este dispositivo narrativo, pero el concepto de ser enterrado vivo resuena todo a lo largo de su obra, con innumerables ejemplos. Más allá del miedo real a este tipo de muerte, el entierro prematuro adquiere un significado simbólico como el miedo a quedar atrapado en una especie de limbo existencial. La muerte absoluta trae consigo una especie de finalidad y liberación del mundo mortal: el entierro vivo, en cambio, condena a una suerte de espacio intermedio entre los reinos de los vivos y los muertos.
Los ojos (Símbolo)
La progresión de la intemperancia hasta la perversidad se presenta de una forma verdaderamente brutal en “El gato negro” cuando el narrador clava una navaja en el gato y le arranca un ojo. Aunque el narrador no lo nota en un primer momento, al segundo gato también le falta un ojo. En verdad, los ojos son un símbolo al que Poe vuelve una y otra vez de diversas formas en muchos de sus relatos. En "El corazón revelador", el motor que impulsa al narrador a asesinar al anciano es su ojo. Como símbolo, los ojos —especialmente cuando se los contempla desde la perspectiva de un narrador paranoico— representan el tipo de persecución existencial que proviene de saber que uno está siendo observado, pero no poder localizar al observador ni hacer nada para escapar de su mirada.
Plutón (Símbolo)
El gato negro del narrador se llama Plutón, nombre de la divinidad romana que reina sobre el inframundo (en griego, Hades). El hecho de que el narrador haya nombrado así a su gato mucho antes de que se volviera cruel y violento plantea la posibilidad de que el gato ya estuviera asociado a las potencias infernales y al mundo de la muerte, algo que luego se desarrollará a lo largo del relato.
El gato negro (Símbolo)
Según las supersticiones occidentales, los gatos negros son portadores de mala suerte e incluso pueden ser considerados como encarnaciones demoniacas o brujas metamorfoseadas. En ese sentido, el gato negro del relato es un símbolo de las potencias infernales que persiguen al narrador.
La mancha de pelo blanco en el segundo gato (Símbolo)
El segundo gato que encuentra el narrador tiene una mancha de pelo blanco con la forma de un patíbulo en su pecho. Esta mancha funciona como un símbolo que presagia la muerte del narrador, quien será, probablemente, condenado a morir en la horca como castigo por haber asesinado a su mujer.