El perverso criminal que es el protagonista dice haber sido siempre una persona dócil y cariñosa
El narrador se describe a sí mismo como una persona muy tímida y dócil, razones por las que ha sido siempre el blanco de las bromas de sus amigos. Aun así, sus padres siempre lo alentaron hacia esa disposición y a ser cariñoso con los animales y las personas. Resulta irónico que una persona de estas características se convierta en un asesino violento que comete sus crímenes por el simple hecho de cometerlos. Cabe destacar, de todas formas, la poca fiabilidad del narrador, y dudar sobre la veracidad de esa timidez y esa docilidad que él se atribuye a sí mismo.
Es el propio criminal el que se delata a sí mismo, luego de esconder meticulosamente su delito
Después de haber asesinado a su esposa, el narrador confía en que la policía no lo apresará, ya que ha escondido muy bien el cuerpo en el hueco de la chimenea y lo ha emparedado. Sin embargo, en el momento de su triunfo, cuando la policía ya está retirándose, es el protagonista quien se delata solo: movido por la confianza, el narrador se pone a hablar de la solidez de las paredes del sótano y golpea con su bastón el lugar en el que ha emparedado a su esposa. Al golpe le contesta un aullido diabólico producido por el gato, que inexplicablemente había sido emparedado junto al cadáver. De esta forma, es la propia confianza del criminal la que termina condenándolo.