Isidoro Vidal, un jubilado de menos de sesenta años, vive junto a su hijo, Isidorito, en un inquilinato del barrio de Palermo, en Buenos Aires. Acostumbra reunirse con sus amigos, apenas unos años mayores que él, en un café donde juegan a las cartas.
Una noche de invierno, cuando los amigos salen del bar, ven que unos jóvenes matan a golpes a un viejo diarero. Al día siguiente, camino al velorio, Vidal ve que las muchachas del inquilinato lo miran con preocupación y, los transeúntes, con desprecio. También lo maltrata la joven hija de uno de sus amigos, Rey, cuando va a preguntar por él a la panadería donde trabaja.
Volviendo a su casa se entera que otro viejo conocido murió en manos de un joven en la calle. En el velorio de éste, la hija de la víctima, llamada Madelón, con quien Vidal había mantenido una relación en el pasado, llora en sus brazos.
Ya de vuelta en el inquilinato, se reúne con su amigo Jimi, que le dice que el único del grupo que está seguro es Néstor, porque mantiene una muy buena relación con su hijo.
En el cuarto, Vidal encuentra a Isidorito, que le anuncia que esa noche recibirá a miembros de la Agrupación Juvenil, y que no pueden verlo, de modo que obliga a su padre a esconderse en el altillo del inquilinato. Varias horas después, Nélida sube a buscarlo y lo ayuda a acostarse. Vidal quiere besarla pero no se anima porque ella es mucho más joven que él y teme quedar como un viejo desubicado. Nélida le cuenta que tiene un novio que toca la guitarra en bares.
Al día siguiente, Vidal se cruza con Bogliolo y Faber, los otros dos inquilinos viejos, que hablan sobre la noche anterior. Bogliolo cuenta que presenció la reunión de los jóvenes, que luego lo hicieron caminar y acabaron quitándole la dentadura. Poco después, Vidal se cruza con las muchachas del inquilinato, y Antonia dice que Faber es un viejo repugnante que se le acerca por las noches, y que habría que terminar con los viejos así.
Rey llama a Vidal porque quiere su opinión sobre un hotel que piensa comprar. Esa misma tarde Vidal llega a la dirección que le da su amigo y se da cuenta de que es un hotel de citas. Una vez dentro del lugar, llega Tuna, una joven prostituta. Rey hace entrar a Vidal a la habitación con Tuna y él.
Luego Vidal decide visitar a su amigo Jimi, y desde la vereda ve, por la ventana, a su amigo teniendo relaciones con la joven empleada doméstica, Leticia.
Más tarde, en el inquilinato, Vidal recibe la visita de Néstor, quien lo invita a ir a la cancha con él y su hijo. Cuando Vidal camina hacia la cancha, un grupo de jóvenes le tira botellazos y él corre de vuelta hacia el inquilinato. Nélida lo recibe y lo cuida, hasta que llega su novio. Luego llega Isidorito y dice a su padre que debería entender que es una posible víctima, y cuidarse.
Más tarde, llegan dos hombres y le avisan a Vidal que Néstor fue asesinado en la tribuna de la cancha. Vidal va a la casa de Néstor, donde están sus amigos, hablando de “la guerra al cerdo”: así se titula una nota del diario que explica el ensañamiento que los jóvenes tienen contra los viejos, a los cuales quieren matar.
En la reunión está presente un muchacho que estaba en la cancha, y Vidal le pregunta si el hijo de Néstor defendió a su padre para impedir que lo mataran. El muchacho responde que cree que no. Vidal sale a caminar un rato, pero está demasiado oscuro y, pocas cuadras después, decide volver.
Nuevamente en lo de Néstor, ve que no está Jimi, así que pregunta por él y sus amigos le dicen que Jimi había salido a buscarlo y no volvió. Vidal y Arévalo van a lo de Jimi, pero nadie responde y asumen que está durmiendo. Vuelven a lo de Néstor y se enteran de que Jimi fue secuestrado por una agrupación juvenil.
Al día siguiente Vidal va a lo de Jimi y abre Leticia, que sonríe cuando anuncia que el señor no está, y luego ríe al cerrar la puerta.
Vidal vuelve al inquilinato y encuentra a Madelón, que le dice que él está marcado y es la próxima víctima, y luego se le insinúa. Vidal intenta desprenderse de ella pero en ese momento abre la puerta Nélida que, enojada, vuelve a cerrar.
Vidal y los amigos van en auto al entierro de Néstor, pero al bajar en Chacarita unos muchachos comienzan a apedrearlos. Vidal corre bajo la lluvia, desesperado, hasta que consigue que un taxi, conducido por un viejo, lo suba. El viejo chofer le recomienda no subirse a taxis manejados por jóvenes, porque de subir pondría en riesgo su vida.
Ya en su cuarto, aparece Nélida, celosa de Madelón. Nélida termina acostándose con Vidal y le ofrece que se mude con ella a una casa que le dejó una tía.
Vidal vuelve a pasar una noche en el altillo, porque Faber le avisa que unos muchachos violentos pasaron por el inquilinato y amenazaron con volver.
Al día siguiente Vidal va a lo de Nélida. Poco después ella anuncia que irá a reunirse con su novio para terminar la relación. Después de un rato de estar solo, Vidal, inquieto, decide salir de la casa. Se junta con Rey y Dante. Rey anuncia que Jimi reapareció, pero que Arévalo terminó en el hospital por su culpa: para que lo soltaran, Jimi delató que Arévalo tenía una relación con una menor de edad y los jóvenes lo fueron a buscar para atacarlo.
Los tres amigos van al hospital. El médico que atiende a Arévalo le cuenta a Vidal que la asistencia psiquiátrica no da abasto para recibir a los jóvenes que sufren de asco por los viejos, en los que ven su propio futuro ineludible.
Vidal vuelve a la casa de Nélida y no la encuentra. Decide ir a los cafetines donde ella se iba a reunir con su novio. No la encuentra, así que pasa por el inquilinato. Allí Antonia le dice que Nélida e Isidorito lo están buscando hace horas, que puede ser que alguno haya ido a buscarlo por Recoleta. Vidal va hasta allí, y su hijo grita emocionado cuando lo ve. En el instante, un camión atropella a Isidorito, al grito de “un traidor menos”.
Días después los amigos conversan sobre que la guerra se apaciguó y ya pueden mostrarse por la calle en paz. Vidal decide finalmente mudarse a lo de Nélida, quien lo espera desde hace días. En el camino se encuentra a Antonia de la mano de Faber: están de novios. Nélida recibe a Vidal con alegría y prepara la cena. Luego, Vidal va al café de siempre, a jugar a las cartas con sus amigos.