Ana se ha convencido a sí misma que Vronsky está enamorado de una cierta princesa llamada Sorokina. Sin embargo, Vronsky está harto de la paranoia de Ana. Se ha vuelto muy difícil vivir con ella. Vronsky sigue yendo a lugares públicos como la ópera, a sabiendas de que Ana no puede acompañarlo. Tal vez lo hace porque necesita alejarse de Ana a menudo.
"Ahora le daba ya todo igual: no le importaba ir o no a Vosdvijenskoe; ni conseguir o no el divorcio. Nada necesitaba. Sólo quería una cosa: castigarle. Cuando preparó su habitual dosis de opio y pensó que podía morir con sólo beberse todo el frasco, le pareció tan fácil y sencillo que volvió a pensar, con gran complacencia, en cómo sufriría, se arrepentiría y, aunque ya tarde, amaría su recuerdo". Séptima Parte, Capítulo 26, pág. 781
Los dos tienen otra pelean y deciden regresar al campo para descansar. Vronsky tiene algunos negocios de los que ocuparse, y en algún lugar a lo largo del proceso tendrá que reunirse con la Princesa Sorokina. Cuando Ana se da cuenta de esto, ella lanza un ataque.
Al día siguiente Ana se niega a ir al campo. Vronsky recibe una carta de Stiva diciéndole que Karenin no se divorciará de Ana. Vronsky intenta consolar a Ana diciéndole que ella y los niños son importantes en su vida. Pero Ana, siendo fría y difícil como siempre, dice que Vronsky mencionó a los niños porque él nunca piensa en ella sola. Ella está revolviendo el caldero aquí, pero Vronsky permanece sereno.
Una vez que él sale, Ana se convence a sí misma de que Vronsky le ha dicho cosas crueles. Le dice a un criado que le informe a Vronsky que le gustaría no ser perturbada mientras duerme, ya que está a punto de ir a la cama. Pero luego se dice a ella misma que si Vronsky realmente la ama vendrá a su habitación a verla. ¿Cómo podría saber Vronsky hacer tal cosa? Respetando sus deseos de no ser molestada, Vronsky va a dormirse en su estudio.
Esa noche, Ana tiene la pesadilla recurrente del hombre golpeando sobre las vías del ferrocarril.
Al día siguiente, la Princesa Sorokina pasa con algunos documentos para que los lea Vronsky. Ana se enfurece. Vronsky no sabe cómo manejarla. El sale de la casa. Ana le envía una nota disculpándose, pero no llega a tiempo. Ella envía al criado a la casa de la madre de Vronsky. Incluso va a la casa de Dolly, donde termina encontrándose con Kitty. Ella piensa instantáneamente que Vronsky desea haberse casado con Kitty. Ella le dice a propósito a Kitty cuan encantador fue Levin cuando se reunieron esa noche, con la intención de poner celosa a Kitty. Pero Kitty no se pone celosa. Más bien ella siente lastima por una mujer en decadencia.
Cuando Ana llega a casa recibe una nota de Vronsky diciendo que no volverá esa noche hasta las 10 p.m. Ella está enojada con él y decide ir a casa de su madre a verlo antes. Ella no entiende que él nunca recibió su nota pidiéndole disculpas, por lo que no sabe cuáles son sus sentimientos.
Ana sube al carruaje para dirigirse a la estación del tren, para poder ir a la casa de la madre de Vronsky. Allí, ella se hiere a sí misma imaginando a Vronsky y a la Princesa juntos. Piensa en su esposo, Karenin, y en su hijo, Seriozha. Ella reflexiona sobre la traición. En el proceso, ella se olvida completamente por qué ha llegado a la estación de trenes, su criado debe recordárselo.
Ella se sube al tren con la seguridad de que ha encontrado el significado de la vida: todos nacen para sufrir.
Ella llega a la estación de transferencia, y recibe una nota de Vronsky pidiéndole disculpas y explicando que él no recibió su nota. A pesar de su amabilidad, ella está furiosa. La única cosa que tiene en su mente es castigar a Vronsky por estas supuestas infidelidades. Ella se inclina hacia los rieles, para que un tren pueda arrollar su cuerpo.
"Pero no apartaba la vista del segundo vagón. Y en el preciso instante en que ante ella pasaban las ruedas delanteras, Ana lanzó lejos de sí su saquito de viaje y, encogiendo la cabeza entre los hombros, se tiró bajo el vagón. Cayó de rodillas y, con un movimiento ligero, abrió los brazos, como si tratara de levantarse. En aquel instante se horrorizó de lo que hacía. «¿Dónde estoy? ¿Qué hago? ¿Por qué?», se dijo. Quiso retroceder, apartarse, pero algo duro, férreo, inflexible, chocó contra su cabeza, y se sintió arrastrada de espaldas". Séptima Parte, Capítulo 31, pág. 798
Pero es demasiado tarde. Ana Karenina es arrollada por el tren y muere.
Ana muere a manos de la venganza, matándose a sí misma para herir a Vronsky. Ana ha tratado de distanciarse a sí misma del ciclo natural de nacimiento-muerte tanto en su negativa a tener hijos con Vronsky, como pensando en su propia muerte como un medio para hacer daño a Vronsky. En ningún punto en el desarrollo de la obra ella ha compartido la comprensión de la vida que posee Kitty o la fuerza de convicción de Levin. En muchos sentidos, ella ha provocado su propia desgracia y pasó toda su vida sufriendo las consecuencias de sus propias acciones.
Seguimiento del Tema: Equilibrio 5