“(...) se le ocurrió la extravagante idea de que él, quizá, no vivía, sino que era como si estuviese ya muerto" (p.14) (Símil)
La obsesión con el tema de la muerte ocupa un lugar central en el carácter del protagonista. Pereira casi no habla sino con el retrato de su esposa fallecida, no hace sino recordar pasajes de su vida pasada y lamentar no haber tenido un hijo, no se interesa en absoluto por su presente, y el único futuro que parece aparecer en su mente es el que se presenta después de la vida: sus pensamientos recurrentemente se posan en la cuestión del alma y de la resurrección de la carne.
En la frase citada, el narrador revela un pensamiento de Pereira en el cual se trasluce el alto grado de vinculación que tiene con la muerte. El símil evidencia el modo en que, incluso estando vivo, el protagonista se siente como si estuviera muerto.
"Marinetti es una alimaña" (p.56) (Metáfora)
Pereira habla con Silva y se desespera al ver que quien fuera su amigo en la universidad ahora comparte la ideología del régimen dictatorial. Frente a él, entonces, enarbola un discurso antifascista hasta entonces ausente en el protagonista, más bien tendiente a la neutralidad en cuestiones políticas. En un restaurante lujoso en un hotel de termas, Pereira denuncia la crueldad política del escritor Marinetti, a quien compara con una alimaña por su expresa adhesión a los regímenes totalitarios que se cargan miles de vidas en Europa.
"(...) cómo alza el brazo, parece que quiere lanzarlo como una jabalina" (p.109) (Símil)
En una conversación con el doctor Cardoso, Pereira sostiene que el Lisboa es un periódico independiente y apolítico. Sin embargo, el doctor le hace dar cuenta de que el director del periódico es una figura del régimen salazarista, presente en todos los actos oficiales, y de inclinación nazi. En la expresión citada describe, mediante un símil, el modo en el que el director en cuestión realiza el saludo nazi fervorosamente, levantando el brazo con tal entusiasmo que parecería querer lanzarlo por los aires.
"Cardoso sostiene que estoy cambiando mi yo hegemónico, de la misma forma que las serpientes cambian de piel" (p.110) (Símil)
Pereira le resume al retrato de su esposa la conversación que tuvo con Cardoso, en la cual este le explicó la teoría de la confederación de las almas. Según esta, Pereira estaría cambiando el yo hegemónico que se ubicaría al frente de dicha confederación. Y al contrario de lo que creía el protagonista, el proceso de cambio en la personalidad es, según Cardoso, completamente orgánico y natural. El símil utilizado por Pereira evidencia de algún modo la simpleza y organicidad de tal transformación, comparándola con el proceso natural por el cual una serpiente cambia su piel, inevitablemente, en varios momentos de su vida.
"Yo nunca he abandonado mi tierra, dijo Pereira, estoy plantado en la tierra como una cepa" (p.145) (Metáfora)
En una reunión en la redacción, el director del Lisboa le recrimina a Pereira que publique a tantos autores franceses en su página cultural, y le exige que se aboque a autores portugueses. En su discurso, enarbola su ideología nacionalista y despotrica contra los artistas e intelectuales portugueses que abandonaron la nación (generalmente exiliados debido a la dictadura de Salazar). En respuesta, Pereira explica que él no ha abandonado su tierra, y suelta una metáfora que deja traslucir el sentimiento arraigado que le impide, por el momento, salir del país. El protagonista de la novela se define por su carácter nostálgico: está atado al pasado y a sus recuerdos en Portugal de la misma manera que un tronco de árbol se sumerge, bajo tierra, unido fuertemente a sus raíces.