La represión
Las hijas de Bernarda sufren la represión autoritaria de su madre. Este es quizás el mayor conflicto de la obra. El encierro y las estrictas normas de conducta son los que desencadenan el conflicto. El deseo sexual reprimido provoca conflictos entre las hermanas y es la principal causa del clima de tensión permanente en la obra. Adela afirma: "Me gustaría segar para ir y venir. Así se olvida lo que nos muerde" (82). Bernarda sabe que sus hijas necesitan expresar sus deseos sexuales pero les impone restricciones severas al respecto.
El amor apasionado
El amor apasionado que Adela siente por Pepe el Romano es otro de los temas principales de la obra. Adela no puede medir sus actos y eso la conduce a la tragedia. Es un amor ciego y desmedido que la "muerde" (82) y la lleva "como arrastrada por una maroma" (92). Este tipo de sentimientos atormentados acaso sea una consecuencia directa del encierro y la represión que sufre. Del lado opuesto, la situación ha llenado de odio a Martirio. Ella no puede controlar sus fuerzas malintencionadas, que finalmente condicionan el acto final de Adela. Martirio dice: "Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga" (108).
La clase social
Bernarda pertenece a una clase social alta y desea mantener su posición por encima de todo. Esto la lleva a impedir que sus hijas se casen, pues argumenta que en el pueblo no hay hombres de su clase. Así mismo, ha impedido el compromiso de Martirio con Enrique Humanes porque él era hijo de un gañán, es decir, de un trabajor rural. Por otro lado, su desprecio por los pobres es explícito desde el comienzo de la obra. Ella cree que estos pertenecen a una especie inferior, e incluso los compara con "animales". Por este motivo trata mal a sus criadas.
El rol social de la mujer
La obra expone el sufrimiento de las mujeres en una sociedad que establece divisiones de género desiguales. Las mujeres están obligadas a cumplir ciertos estándares que no se les exige cumplir a los hombres. Por ejemplo, se reprimen sus conductas sexuales mucho más que las de los hombres. Las duras restricciones de Bernarda sobre sus hijas son la consecuencia de esto. A pesar de su condición de mujer, la madre refuerza los valores impuestos por la sociedad machista. Ella asume en la casa el lugar de poder, que es el tradicionalmente masculino, para replicar estas dinámicas sociales que le otorgan a la mujer el rol del sexo débil. Las mujeres se ven sometidas a la reclusión, y no pueden expresar libremente sus instintos ni su individualidad.
Las apariencias
Las apariencias obsesionan a Bernarda. Su principal temor es el de perder su reputación. Eso la obliga a exigir a sus hijas normas de conductas estrictas e irrealizables. Las apariencias le importan más que los hechos. Cuando muere su hija, exige a la criada que la vista como a una virgen, pese a la evidencia de que no lo era. De manera análoga, también está obsesionada con la limpieza de la casa, como lo manifiestan sus criadas al principio de la obra.
Este tema está profundamente enlazado con otros, como la clase social, la represión y el rol social de la mujer.
Los chismes
Los habitantes del pueblo donde transcurre la obra están interesados constantemente en las rumores. Al principio de la obra, las mujeres que asisten al duelo murmuran, y Bernarda sabe que es sujeto de sus críticas. Las acusa de llenar su casa con "el veneno de sus lenguas" (59). Esta actitud es permanente en la obra. También Bernarda está alerta cuando escucha rumores en la calle, y se cuida de que lo que los vecinos puedan escuchar, como cuando dice: "¿Qué escándalo es éste en mi casa y con el silencio del peso del calor? Estarán las vecinas con el oído pegado a los tabiques" (85). Los comportamientos ajenos siempre son objeto de crítica y acusaciones, lo que no permite que las personas vivan libremente. Como dice Amelia: "De todo tiene la culpa esta crítica que no nos deja vivir" (65).
La muerte
El tema de la muerte está al principio y al final de La casa de Bernarda Alba: la obra abre con el duelo por la muerte de un personaje y cierra con la muerte de otro. Es este un tema muy presente en toda la obra de Lorca. Su amor por la vida lo lleva a obsesionarse por la amenaza que recae sobre ella. La atmósfera lúgubre de la casa y el vestuario negro de sus personajes hacen persistente la conciencia sobre la muerte. Al final de la obra, la oscuridad de la noche se percibe como una amenaza mortuoria.